El pasado julio, enganchado por una acusación de que él trabajaba para los musulmanes yihadistas, participó en un chat de Internet con el periodista James Ball.
Ball no publicó los extractos de su conversación con Héctor Xavier Monsegur, también conocido como Sabu, el líder de LulzSec, hasta después de que los miembros del grupo fueron arrestados por sus actividades de piratería y se supo que trabajaba para el FBI.
"Sabu comenzó denunciando la publicación de The Guardian de acusaciones vagas sobre los supuestos vínculos islámicos de la comunidad hacker," escribió Ball. "Entonces él cambió de rumbo, preguntando por qué el periódico no había publicado los rumores que lo vinculan con la CIA, argumentando que equivaldría a una acusación equivalente y inexacta por igual. Dado lo que sabemos ahora, el viraje es particularmente notable. "
Ball escribe que "lo interesante es el razonamiento interno de Sabu de por qué - al menos hipotéticamente - a una organización comprometida (tal como hoy conocemos que era LulzSec) se le podría permitir que continuara."
A LulzSec se le permitió continuar precisamente por la razón que mencionada Sabu: Proporcionar la narrativa de la propaganda necesaria para un impulso del gobierno de una legislación draconiana de seguridad cibernética.
James Ball hace el argumento por nosotros: "Desde marzo a junio de este año él y sus manejadores del FBI conocían los detalles, a menudo por adelantado, de ataques de hackers, incluyendo la intercepción de una llamada de conferencia del FBI, y la incautación de los 5 millones de correos electrónicos de los servidores de la empresa de inteligencia Stratfor en el Reino Unido, que actualmente están siendo publicados por WikiLeaks."
Sabu no admitió que trabajó para la CIA. Pero es interesante que un agente del FBI le diga a un periodista que tiene sentido que el gobierno desplegara una falsa bandera cibernética con el fin de impulsar más leyes restrictivas destinadas a controlar Internet.
Es un ejemplo clásico de problema-reacción-solución de Diocleciano.
El Gobierno crea un problema a través de un evento de falsa bandera - hackeando servidores, robando correos electrónicos y contraseñas, y burlándose de las autoridades - y después de provocar el miedo del público (por ejemplo, los hackers pueden apagar la red eléctrica) idear una solución que, básicamente, mate a la gallina de los huevos de oro de Internet.
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