por David Boaz
Ese sonido que no se escucha es el cambio social que
está ocurriendo. Aún cuando los candidatos republicanos pelean por ver
cuál puede irse más a la derecha, la aceptación a las personas gay y al matrimonio homosexual
en EE.UU. está avanzando rápidamente. Una encuesta de Gallup señala que
el apoyo al matrimonio entre personas del mismo sexo se encuentra en un
53%, más que el 40% de 2008.
Tan solo en febrero, una Corte Federal de Apelaciones declaró
inconstitucional la prohibición de California sobre el matrimonio
homosexual, el estado de Washington legalizó el matrimonio homosexual,
la legislatura de Nueva Jersey aprobó una ley para el matrimonio (vetada
por el gobernador Chris Christie); y una ley de igualdad de matrimonio
fue aprobada por el estado de Maryland y entró en vigencia hace pocas
semanas.
A medida que la actitud de los votantes cambia, los políticos también
cambian. En 2008, Barack Obama y Hillary Rodham Clinton se oponían a los
derechos de igualdad en el matrimonio. Pero ahora dos
gobernadores con ambiciones presidenciales han invertido visiblemente su
capital político en apoyar el matrimonio homosexual.
En Nueva York, el gobernador Andrew Cuomo asumió el liderazgo de la campaña por el derecho al matrimonio.
Dio discursos, torció brazos, calmó a la oposición católica, llegó a
acuerdos con donantes republicanos, y recibió el crédito cuando el
proyecto se convirtió en ley. De inmediato fue nombrado como favorito
para la nominación demócrata en 2016.
Con tal de no ser superado, el gobernador de Maryland, Martin O'Malley,
anunció que haría de la igualdad del matrimonio una prioridad en la
sesión legislativa de 2012. O’Malley firmó la ley luego de apelar a la
herencia de Maryland de libertad religiosa y de "respeto a la libertad de consciencia individual”.
Los republicanos no han renunciado a su oposición, pero su persistencia
se ha debilitado. Algunos legisladores del Partido Republicano
contribuyeron a priorizar el tema en Nueva York, Washington y Maryland.
El ex presidente del Comité Nacional Republicano, Ken Mehlman, y un
grupo de donantes libertarios del Partido Republicano jugaron un papel
fundamental en los esfuerzos de Cuomo en Nueva York.
La otrora oposición estridente al matrimonio homosexual se ha ido
apagando. Los congresistas republicanos no han revivido la Enmienda
Federal del Matrimonio. Los medios conservadores como Rush Limbaugh y el
National Review de Bill Buckley apenas han mencionado el asunto (cuando se busca el tema del matrimonio homosexual en el sitio de Internet de National Review
aparece publicidad de cosas como "Bodas de destino gay"). El ambicioso
gobernador Christie vetó el proyecto de ley en Nueva Jersey, al mismo
tiempo que convocó a un referéndum sobre el matrimonio homosexual, en
lugar de rechazar de plano la idea. También ha nominado a un juez
abiertamente homosexual para formar parte de la Corte Suprema del
estado.
Incluso Rick Santorum, quien ha estado notoriamente en contra de la
homosexualidad a lo largo de su carrera, amainó sus comentarios cuando
dirigió una manifestación a favor abolir la ley del estado de
Washington. "Hay razones legítimas por las cuales las personas
quieren... cambiar la ley", afirmó. "Y hay razones legítimas por las
cuales las personas quieren mantener la ley en su lugar... Hay flujos y
reflujos en cada batalla".
Los líderes republicanos saben que la oposición al matrimonio entre
personas del mismo sexo es fuerte en su base electoral en este momento,
pero que los electores jóvenes apoyan intensamente la igualdad en el
matrimonio. Ellos no quieren perder toda una generación de votantes.
Hace apenas dos décadas la mayoría de los estadounidenses afirmaba no
conocer a una persona homosexual. Ahora solo el 22% afirma lo mismo —un
cambio significativo. La aceptación y la visibilidad aumentan una con la otra.
El cambio en las costumbres ha sido incluso más pronunciado en el
comercio. Un ejemplo de ello es la compañía J.C. Penney que contrató
como vocera a Ellen DeGeneres, conductora de un programa de televisión y
abiertamente homosexual. La meta demográfica de J.C. Penney son madres
de clase media del Sur y el Medio Oeste de EE.UU. Un pequeño grupo de
conservadores perdió la cordura. El proyecto "Un millón de madres" de la
Asociación de la Familia Estadounidense convocó a un boicot, pero la
mayoría de los conservadores ni lo notaron.
Como lo señaló Bill O'Reilly, “Un millón de madres” no logró llevar una
sola madre a su popular programa en el canal Fox News. O’Reilly sí
encontró a un defensor de J.C Penney para aparecer en lugar de ellas, y
él y el crítico de los medios, Bernard Goldberg, procedieron a denunciar
el macarthismo, las listas negras, la "cacería de brujas" y "una cepa
de intolerancia que atraviesa el conservadurismo de EE.UU.".
Otras corporaciones han sido aún más explícitas. El columnista del New York Times
Frank Bruni ha escrito que algunas empresas, incluyendo Starbucks,
Microsoft y Amazon, apoyaron el matrimonio homosexual en el estado de
Washington. Bruni señala: "Más que los políticos, las corporaciones
piensan a largo plazo, tratando de generar lealtad para las próximas
décadas, y sus consumidores meta están entre sus veintes o treintas. Ven
el apoyo al matrimonio entre personas de mismo sexo como una ganancia,
algo que incluso también les ayudará con el reclutamiento de personal".
Si la decisión de la corte federal se sostiene en California, y se
reestablece el matrimonio homosexual en dicho estado, entonces casi un
cuarto de los estadounidenses vivirán en estados con igualdad en el
matrimonio.
Ese sonido que no se escucha —la ausencia de indignación sobre el
derecho al matrimonio, y voceros homosexuales para compañías que apelan a
la clase media de EE.UU.— es el sonido del cambio social.
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