Que la realidad no es una, indivisa y la
misma para todos, queda demostrado en esta escenificación protagonizada
por el así llamado “príncipe Harry” y el atleta Usain Bolt, quien tiene
fama de ser el hombre más veloz de la Tierra al correr en 2009 los 100
metros planos en un tiempo de 9.58 segundos.
Como
se ve en el video, el miembro de la familia real británica reta a Bolt a
una carrera de 30 metros en Kingston, Jamaica, pero sirviéndose de un
truco casi infantil, engaña al corredor haciéndole mirar a otro lado
mientras el príncipe pega un brinco y a grandes y torpes trancos se
enfila hacia la meta, tomando una ventaja de la que Bolt ni siquiera
intenta recuperarse —bufonada que desata las risas y los aplausos de la
escueta multitud que presenció el reto.
Más allá de exhibir la banalidad en que
regularmente viven los aristócratas (sin mencionar el anacronismo que se
siente aplicar esa palabra a una realidad actual), quizá valga la pena
señalar cómo los grupos privilegiados viven en un mundo especial en
donde mucho de lo que tienen en torno suyo es utilería y simulación, “un
cuento contado por un idiota”, una pantomima preparada por los
cortesanos, como en la segunda parte del Quijote, para
diversión de Sus Majestades —escenificación que lleva siglos montándose
sin que revoluciones ni reclamos de ningún tipo lo impidan.
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