Alberto Mansueti
Apoyo al Movimiento Demócrata Liberal (MDL) porque es la
oposición al sistema en Venezuela, y único grupo político venezolano que
dice la verdad: simple y llanamente que la oposición socialista, la MUD
y la prensa que le hace eco, es colaboracionista. Las cúpulas de los
partidos “opositores” colaboran con el régimen chavero: le ayudan a
legitimarse con elecciones de pantomima, transmitiendo al país y al
exterior la idea de que hay unos comicios y una “democracia”.
Abuso, ventajismo y fraude
No hay “democracia” en Venezuela, lo que hay es abusivo ventajismo
del partido socialista oficial PSUV, con uso generalizado de toda clase
de recursos del Estado para fines electorales: funcionarios y empleados
haciendo campaña, autobuses y vehículos a granel para ir a los mitines,
las marchas y los centros electorales, y dinero en abundancia para
comprar votos por toneladas en todo el país.
Y por si estos recursos no alcanzan, hay enorme fraude masivo, en
todas las formas y modos imaginables, e inimaginables, harto denunciadas
por factores independientes, lo cual me exime de extenderme en este
punto; sólo menciono por ejemplo los miles y miles de militantes del
PSUV con múltiples cédulas para “hacer” 30 o 40 votos cada uno. Así
¿quién no gana elecciones?
En 2006 ya se los “hicieron” a Manuel Rosales. Esta misma película ya
la vimos hace seis años. ¿Qué pasó en aquel entonces? Que en su campaña
electoral el candidato Rosales cacareó y cacareó como un gallito,
alimentando las ilusiones de su gente. Y a la hora de la verdad, se
comportó como una gallina: admitió que “Chávez ganó”, ¡como si hubiese
ganado en buena ley! Así, él y sus ilusionados seguidores legitimaron la
dictadura comunista por 6 años más. Hasta hoy. Y ahora viene lo mismo,
aunque con otro candidato, porque a Rosales el Gobierno usó y luego
desechó como inservible, persiguiéndole hasta obligarle a huir del país.
El régimen paga mal a quien bien le sirve; ¡pero en Venezuela no se
aprende de la experiencia!
¿Por qué mienten?
Los socialistas de oposición son también socialistas, por eso se
autodesignan “disidencia” más que oposición; para ellos lo malo no es el
socialismo sino Chávez. Así lo dicen públicamente: son socialistas
“democráticos”, o sea: mencheviques. Pero, ¿por qué ilusionan a su gente
y la llevan a la derrota?
Por cinco razones, que conviene examinar una por una, a saber. 1)
Primero, porque sus promesas son socialistas; pero a diferencia de
Chávez y los suyos, estos socialistas “moderados” (y hasta algunos
“cristianos”), ignoran un gran detalle: que la promesa básica del
socialismo es la re-distribución de la riqueza, y eso necesariamente es a
la brava, por la fuerza, con la violencia. Por eso es que en toda
competencia entre socialistas, el ganador siempre es el más prepotente,
radical, grosero, fullero y sin escrúpulos, ¡y que luzca como tal! Y ese
es Hugo Rafael Chávez. O en el futuro, cualquier otro chavista
furibundo a quien el Jefe haya designado como su sucesor para cuando
desaparezca, al estilo de su amado régimen cubano, donde Raúl ya
sustituye a Fidel, y todo sigue igual.
2) Segundo, porque siendo socialistas, sus diferencias con el
chavismo no son de fondo. La verdad es que los mencheviques pueden
convivir con los bolcheviques, coexistir “en sus espacios” como ellos
dicen, que hay que “mantener”: gobernaciones, alcaldías, curules
parlamentarios, puestitos, contratos y subcontratos en Ministerios,
entes paraestatales, empresas privadas y ONGs 100 % dependientes del
Estado, etc., que les allegan “oxígeno político”, figuración y acceso a
la prensa. Esto no es nuevo ni algo que haya inventado el chavismo; ya
pasó en la URSS y los países comunistas de Europa y el mundo
subdesarrollado, y pasa en muchas partes, donde varios partidos llamados
“democráticos”, “populares” o “agrarios”, hacían y hacen el rol de
oposición más o menos complaciente. Pura farsa. “Colaboracionistas”,
como los franceses de Vichy en su patria ocupada por los nazis.
3) Por supuesto, lo anterior incluye los medios económicos para la
subsistencia propia, no sólo política sino también personal, y de todos
los familiares, “amigos y compadres”; aunque esto lo dicen en confianza,
no públicamente. A ello se agrega la ayuda que llega del exterior a los
opositores por ser opositores, y que si dejan de serlo dejaría de
llegarles. Y ya estamos en la siguiente otra razón:
4) Mucho socialista de oposición pierde porque no quiere ganar; y no
quiere porque no tiene ni idea de cómo lidiar con un chavismo opositor.
Le temen a un chavismo revoltoso, que haga “ingobernable” a Venezuela
por los mencheviques eventualmente en al poder. Por eso se resignan a
ser oposición; y lo demás es puro teatro para la galería. En esto no les
falta algo de razón: los mencheviques son tan incompetentes, estatistas
y corruptos, que si en Venezuela decidiera un día el PSUV dejarles
ganar unas elecciones y pasar a la oposición, no tardaría en regresar al
Gobierno, como el sandinismo y los Ortega en Nicaragua, o Perón en
Argentina, ¡aunque mucho más pronto!
5) Quinta razón y fundamental: los mencheviques ilusionan a su gente y
la llevan a la derrota, porque siendo socialistas, no conocen otra
forma de hacer oposición. No saben. En los países ex-comunistas, el
comunismo se acabó cuando la oposición “domesticada” fue sustituida por
una oposición al sistema y no al mero gobernante de turno. O sea:
oposición contra la izquierda, de derecha liberal y en favor del
capitalismo de libre mercado. En Venezuela esta oposición es el MDL, no
los mencheviques.
Venezuela no está polarizada
Una gran mentira que repiten los socialistas opositores, a veces muy
creída en el exterior, es que “Venezuela está polarizada”, y que “el
país está dividido en dos sectores”. Pues no es cierto. Como escribí en
2007 en “La Derecha Boba o por qué la Izquierda manda”, los venezolanos
no nos dividimos en dos mitades sino en tres tercios (aproximadamente):
el chavista; el antichavista; y el tercero que no vota, y en muchos
casos ni siquiera se inscribe en el Registro Electoral, porque no quiere
ni a unos ni a otros. Está cansada, harta, fastidiada de ambos.
Esa “tercera Venezuela”, la llamada de los “ni-ni”, es la
decepcionada por ambos bandos, la que por muchas y diferentes razones no
se identifica con el oficialismo pero tampoco con la actual dirigencia
opositora. Algunas encuestas buscan trazar una radiografía de este
sector, pero no es fácil porque el segmento es variopinto y diverso en
sus características, motivaciones y pensamientos. Lo que les identifica
es que siguen esperando una oposición de otra clase, la cual ni el
gobierno ni Globovisión permiten que surja. Y sin otra oposición no
habrá otro gobierno.
El mensaje abstencionista tiene aquí un enorme terreno ya abonado:
los disconformes con unos y con otros. En ese mercado político o “nicho”
natural hemos de buscar crecimiento los liberales.
Es una tarea para los liberales
¿Cuál es la respuesta? ¿Cuál es la Salida para terminar con el
régimen, consolidado por el colaboracionismo? Sin duda no es lo que se
ha hecho hasta ahora: denunciar a voz en cuello los ventajismos y
maniobras fraudulentas, o al menos los más llamativos, y al mismo tiempo
llamar a la gente votar. Eso es una contradicción total. La respuesta
lógica es la abstención electoral, una expresión tan democrática de la
voluntad popular como cualquier otra, pero de rechazo generalizado, y
que impida a los gobiernos abusivos y fraudulentos escudarse en la
“legitimidad” que le brindan los comicios tramposos. Eso sí: a las
convocatorias por la abstención debe aunarse un mensaje anti-socialista
claro y fuerte, y una organización efectiva.
En contra de esta postura, se dice que en 2005 hubo abstención para
la elección parlamentaria, y no resultó. Por supuesto, no resultó porque
la abstención debe acompañarse de esas dos cosas, que la oposición
menchevique no tiene: 1) un mensaje retador y desafiante, irreverente y
subversivo, capaz de canalizar todo el descontento y las frustraciones
acumuladas por varias décadas de estatismo “social”, mensaje dirigido
contra todo socialismo, el de antes y el de ahora, el oficial y el
opositor; y 2) una organización eficiente, capaz de llevar a los
abstencionistas a la protesta masiva y continua con desobediencia civil.
En 2002 escribí un folleto, “El Embrollo”, que está en Internet,
explicando que el chavismo era la estación de llegada en el “Camino de
Servidumbre” al Socialismo, que Venezuela emprendió hace demasiado
tiempo, en 1945 a lo menos, acelerando marcha en 1958, y a gran
velocidad desde 1976. Ahora hay que comenzar a revertir ese recorrido de
casi 50 años, y es obvio que no será en 50 días o semanas, pero debe
darse el primer paso; y ese paso es denunciar el colaboracionismo,
reforzando la oposición anti-socialista y no meramente antichavista.
Hugo Chávez, como gran parte de los Presidentes latinoamericanos,
está parado sobre un sistema económico y político: el contubernio
social-mercantilista, del cual los comicios de pantomima son sólo su
expresión electoral, pero muy importante, porque le confieren al sistema
un gran manto protector para arroparse. Y el sistema se monta sobre un
hasta hoy firme piso ideológico: la condenación moral del capitalismo
liberal, y la consiguiente legitimidad del socialismo al menos “como
ideal” (¿?) y del nacionalismo y el estatismo.
La única forma de remover toda esta casta de caudillos y sus partidos
es remeciendo este sistema desde abajo, invirtiendo las premisas:
deslegitimar al socialismo y el estatismo como inmorales, y re-legitimar
al capitalismo liberal como sistema, empleando el abstencionismo y la
protesta generalizada como herramientas de lucha. Esa es la estrategia
que derribó el Muro de Berlín en 1989, y tumbó al comunismo soviético
poco después, expuesta en el “Manifiesto Liberal” de nuestro Centro de
Liberalismo Clásico, que puede verse en la Internet.
Los liberales no podemos seguir como hasta ahora, esperando que los
socialistas “aprendan economía” y se “conviertan” al capitalismo, para
hacer ellos las reformas liberales. ¡Eso no va a ocurrir! No es una
cuestión sólo de ignorancia; ¡es una ignorancia muy conveniente! Todos
los estatistas, ya sean mercantilistas o socialistas, están muy bien
“acomodados” con el sistema, los primeros en la economía y los negocios,
los segundos en la política (y los medios, la cultura, la academia,
etc.) Obvio que no saben de otro sistema, pero es que ni quieren saber
tampoco. ¿Para qué querrían cambiarlo si les va muy bien?
O los liberales asumimos el liderazgo, o no hay liderazgo para el
cambio a mejor. Por eso los Nuevos Liberales ya pasamos de la fase de
“difusión de las ideas liberales”, a la etapa de la concreción de las
ideas liberales, y a su puesta en práctica, mediante un Plan Político:
la derogación de las leyes malas, la “Gran Devolución”, y las Cinco
Reformas, con la opción de las autonomías regionales y municipales al
estilo chino: “Un país, dos sistemas”.
No es algo utópico; al contrario, es lo único realista! Utópico es
creer que “algún día” saldremos del sistema apoyando a los
colaboracionistas, creyendo sus mentiras, y disculpando sus torpezas y
fracasos.
“Todos los medios excepto uno”
En 2009 escribí un artículo con ese título (también está en Internet)
mostrando que la oposición socialista ha intentado quitar a Chávez por
todos los medios, excepto uno: repudiar el socialismo. En siete largos
años hasta entonces, la oposición lo ha ensayado casi todo en Venezuela:
1) En el terreno electoral, incontables comicios de toda clase hubo
desde 1998, y Chávez sigue. ¿Por qué? Porque todos los candidatos
opositores quieren lo mismo: parecerse a Chávez. 2) En el terreno
mediático, la prensa oposicionista machaca todos los días a toda hora,
gritando que el chavismo es minoría. ¿Y cómo sigue allí entonces,
después de tantas elecciones? 3) La Constitución de 1999 es más
socialista que la de 1961, lo cual abona el terreno ideológico y
político para Chávez. 4) E igual en la Asamblea Nacional, donde sin o
con diputados opositores, las leyes son más socialistas que las de la
Cuarta República. 5) En las calles, ¿a cuántas marchas y concentraciones
antichavistas han convocado los mencheviques, siempre bajo consignas
populistas y socialistoides? A los pocos días, los chavistas organizan
otra igual o mayor; ¡y no pasa nada! 6) En los tribunales y cortes;
¿cuántos recursos y contra-recursos jurídicos no han intentado los
abogados, dentro del orden jurídico socialista, sin logro alguno de
importancia? 7) En el terreno militar, el Golpe de Estado del 11 de
Abril de 2002 no fue contra el socialismo sino contra Chávez, y fracasó.
8) Igual que en el terreno de la producción: el paro petrolero y el
paro general, dos tremendos fracasos. 9) En las instituciones, ambos
bandos reclutan adherentes en los gremios empresariales y profesionales,
en clubes e iglesias, ¿y qué logran? Peleas y divisiones muy amargas,
más nada. 10) En el campo internacional, la oposición ha ido a la OEA,
al Centro Carter, al Congreso de EEUU, a la Unión Europea, a la ONU, a
las internacionales políticas; a casi todos los foros controlados por la
izquierda, con amigos y aliados fieles y consecuentes del chavismo.
Nada de nada. (¿No deberían renunciar a sus puestos estos jefes
perdedores?)
¿Cuál medio no se ha intentado? Uno solo: cuestionar y desafiar al
socialismo como tal, presentándole como lo que es: el responsable del
mal, y no sólo culpar a Chávez o al PSUV. En el terreno de la propaganda
con argumentos, lemas y consignas contra el socialismo, y en pro del
capitalismo liberal.
Los partidos Patria Roja, Izquierda Democrática, Movimiento al
Socialismo, Causa Radical, el PC opositor, UNT, PJ, lo que queda de AD y
Copei y el resto, ¡jamás han dicho que es el socialismo lo que no sirve
y el capitalismo sí! Todos sus candidatos siempre repiten las mismas
promesas populacheras de Chávez, como esperando que no se note la
diferencia. Sólo la Sra. Ma. Corina Machado se apartó un poquito del
libreto en su mensaje, pero tan poquito, y tan tímidamente, que no se
captó.
¿”Primero salir de Chávez”?
Eso se nos dice: “Primero salir de Chávez”. De acuerdo, sólo que
nunca va a salir si seguimos legitimando su régimen al votar por los
candidatos de los partidos colaboracionistas. Nunca si la masa
opositora, llena de ilusiones y utópico “pensamiento positivo”, sigue
cayendo en la misma trampa, y votando por este o el otro
colaboracionista: Arias Cárdenas, Rosales o el que sea. De esa manera
Chávez sigue mandando, y seguirá hasta después de muerto, por vía de
algún sucesor designado, a lo Cuba. (¿O a lo Juan Vicente Gómez?)
La libertad, en su sentido más general, es la posibilidad de escoger
entre cursos de acción diferentes, cada uno cargado de consecuencias
también diferentes, buenas o malas. Y existe: nuestras decisiones no
están predeterminadas. Por eso tampoco lo está el futuro, que es la suma
de las consecuencias buenas o malas de nuestras acciones u omisiones;
es decir: de nuestras decisiones. Lo que no podemos es tomar siempre el
mismo curso de acción que en el pasado nos llevó al fracaso, y aspirar
al éxito.
Contra Chávez y el PSUV, contra el sistema y el colaboracionismo
en Venezuela, hay sólo una fórmula eficaz: abstención electoral, con
fuerte y claro mensaje anti-sistema y anti-socialismo, y organización
capaz de hacer rendir su rédito político al inconformismo, canalizando
la frustración y movilizando a los abstencionistas a la protesta,
quitada al régimen su cobija “democrática”. No hay otra.
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