21 mayo, 2012

Carta al bartender


Carta al bartender

El germen que se incubó en la Ibero y en el Tec de Monterrey al exhibir al candidato producto de una telenovela política de pantalla, se desbordó ya a las calles. 

Por Ramón Alberto Garza

Dos ejércitos tradicionalmente tranquilos, casi institucionales, están levantando la temperatura política en el México pre electoral del 2012.
 
Unos son los ejércitos estudiantiles, curiosamente de las universidades privadas como la Ibero o el Tec de Monterrey. Son los hijos del error de diciembre del 94, que cansados de ser engañados por el sistema decidieron poner un hasta aquí a los que califican de políticos manipuladores.
 
Los de la Ibero protestaron cuando recibieron a un Peña Nieto que ocupó con su gente una buena parte del auditorio. Y que fue evasivo cuando les respondió los cuestionamientos de fondo, como los de Atenco. Por eso lo increparon.
 

Los del Tec de Monterrey fueron todavía más frontales. No le aceptaron al candidato del PRI sus condiciones de guardarle 900 lugares en el auditorio para su gente. Y su teleprompter. Por eso cancelaron.


Pero el germen que se incubó en ambas universidades al exhibir al candidato producto de una telenovela política de pantalla, se desbordó ya a las calles. Y van creciendo Los Engañados que se identifican ya con el #YoSoy132.


El otro ejército es el de las fuerzas armadas. Obligados a salir a combatir la violencia ante la incompetencia de las policías federales y locales, ahora son sus generales los que son exhibidos como presuntos cómplices del crimen organizado.


Nadie se opone a que se investiguen y se procesen, si existen delitos claros y contundentes. Hasta hoy no lo sabemos. Lo peligroso es que se abre una caja de Pandora que ponga sobre la mesa otras interrogantes.


Como por ejemplo, porqué nadie toca los intereses más cuestionables aún de la secretaría de Seguridad Pública, donde su titular y su círculo íntimo, tienen un largo historial.


La mitad de los más cercanos que iniciaron el sexenio en esa dependencia ya fueron ejecutados. Los que sobreviven tienen expedientes y siembran guiones. No pueden explicar sus propiedades y no pasan las pruebas de confiabilidad.


¿Será porque más allá del amparo de Los Pinos, en la Secretaría de Seguridad opera una poderosa red de intereses bajo el dominio de un protestado doctorado honoris causa de Washington?


Por eso hay inquietud en las fuerzas armadas. Porque la detención y arraigo por 40 días de tres generales –justificada o no- solo viene a exhibir un posible lado oscuro de quienes combaten a la delincuencia.


Ahora resulta que quienes nunca debieron salir de los cuarteles son colocados en el banquillo. Y con ellos a todas las fuerzas armadas. Y los incompetentes a los que se les tuvieron que cubrir las espaldas, porque no podían con la guerra, transitan como transexenales héroes, inmaculados.


El cóctel no solo es peligroso. Es perverso. Porque se abre en momentos en que la nación está por definir la sucesión presidencial. Porque obliga a despertar el sospechosismo del ¿por qué en este momento?, ¿por qué de esta manera?


Si a eso se le suma como saborizante el exhorto de Vázquez Mota, invitando a hacer más marchas para evitar el retorno del PRI a Los Pinos, la ecuación se complica peligrosamente.


Está claro que hay un establishment que se niega a ceder poder. Pero frente a este crece una oleada de inconformidad que en unos días sacó a miles y miles a las calles. En México y en el extranjero.
Y ahora ni modo de culpar a López Obrador. Los exhortos más violentos para tomar las calles vienen hoy de la candidata panista. ¿Será el nuevo peligro para México?


Ojalá que el bartender responsable de este cóctel tenga claro el alcance y sus consecuencias. La cruda puede ser demencial. Y perdonen que insista, pero yo sí quiero elecciones. Sobrias.

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