Lección de impunidad
¿Cuál es la diferencia de la barbarie mostrada por “los maestros de la Coordinadora” y las bandas criminales?
Ricardo AlemánEs decir, que buena parte del estímulo para que se genere y reproduzca el germen de la violencia y el crimen es el elevado índice de impunidad que se vive en México.
Son impunes el ladronzuelo de poca monta, el extorsionador y, sobre todo, el secuestrador y el criminal. La impunidad protege, según estadísticas, a más de nueve de cada diez infractores, ya que la impartición de justicia es uno de los grandes “hoyos negros” del Estado mexicano.
Viene a cuento porque en horas recientes vimos a “maestros de la Coordinadora” —la CNTE— convertidos en vulgares delincuentes. Con total impunidad tienen sin clases a millones de niños y paralizada la capital de Oaxaca, entre otras ciudades del país. Con total impunidad han bloqueado instalaciones estratégicas, como las de reparto de combustible, también en Oaxaca. Con total impunidad han bloqueado carreteras, aeropuertos y… nadie les dice nada.
Apenas hace horas, con esa impunidad, bloquearon las instalaciones de la empresa privada Televisa. Más aún, con actitudes propias de mafiosos —antes que maestros—, integrantes de “la Coordinadora” utilizaron marros metálicos para tratar de romper las puertas de la televisora. No conformes —y en la irracionalidad total— recolectaron basura y prendieron fuego a las instalaciones de la empresa mediática.
Por momentos, la imagen era casi idéntica a la provocada por mafias del crimen que, apenas días previos, asaltaron instalaciones de la empresa Sabritas, quemaron vehículos y bodegas; por momentos, se parecía a la imagen del escalofriante ataque del crimen organizado al Casino Royale, en Monterrey.
¿Cuál es la diferencia de la barbarie mostrada por “los maestros de la Coordinadora” y las bandas criminales? En rigor, pareciera que no hay diferencia. Actúan con la misma impunidad uno y otro grupos. Acaso la diferencia real se localice en la gran lección de impunidad que, de tanto en tanto, nos regala el grupo magisterial disidente.
Es decir, que los dizque maestros se han convertido en una mafia incontenible, igual a las mafias criminales, con la salvedad de que a los primeros, a los dizque maestros, les pagamos sus salarios todos los ciudadanos, con nuestros impuestos.
Pero la formidable lección que las mafias magisteriales regalan al Estado mexicano, todo, a la educación y a los estudiantes de todos los niveles, es la escalofriante lección de la impunidad que campea en México, y que hace posible ver escenas como la de bárbaros dizque maestros, con marro en mano, en un intento por derribar la puerta de una empresa privada a la que quieren imponer sus reglas.
Los maestros intentan imponer sus reglas a la televisora, a los ciudadanos y a los gobiernos. Los criminales lo intentaron con Sabritas. Y, en los dos casos, el reino de la impunidad se impuso. Y, claro, la fuerza del Estado no puede con ninguna de las dos, sea por razones políticas; sea por convenios electorales; sea por incapacidad de los gobernantes.
¿Dónde están Peña, López, Mota y Quadri para censurar a esos bárbaros?
¿Hasta cuándo debemos tolerar, los ciudadanos y potenciales electores, que el magisterio se convierta en el motor de la barbarie contra el Estado todo; que paralice capitales, la educación pública toda y que los dizque maestros se conviertan en una mafia criminal?
¿Se imaginan a uno de estos gorilas dando clases a cualquiera de sus hijos? La lección de impunidad.
EN EL CAMINO
Con la entrega de hoy termina la publicación del Itinerario Político en las páginas de Excélsior. La decisión de terminar la relación laboral con Grupo Imagen es personalísima. Tareas en otros frentes periodísticos lo reclaman. Aclaro, en prevención de malentendidos, que desde el primer día, y hasta hoy, todo el equipo editorial de Grupo Imagen y de Excélsior respetaron rigurosamente la libertad editorial pactada.
Por eso, le digo gracias a Olegario Vázquez Aldir, por su confianza. Gracias a Ernesto Rivera, por su caballerosidad, transparencia y respeto a todo lo pactado. Gracias a Ignacio Anaya, por su diligente eficacia. Gracias a Jorge Fernández Menéndez, por su generosidad; gracias a Pascal Beltrán del Río, por su profesionalismo y rigor periodístico; a Gerardo Galarza, por su talento en el oficio…
Gracias a todo el equipo de Excélsior que, todos los días, construye una de las mejores ofertas periodísticas del mercado. Pero, sobre todo, gracias a los lectores de Excélsior.
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