REFLEXIONES LIBERTARIAS
EL NARCOTICO DE LA CARIDAD
Ricardo Valenzuela
Noviembre, 2003
“Dad de comer al hambriento.”
Jesus de Nazareth
“There is no free.”
Milton Friedman
Tata Lopez Obrador de nuevo arranca los
alaridos frenéticos del pueblo, ahora con una mas de sus
“brillantes” maniobras políticas al parecer inspirado por la frase Keynesiana;
“En el largo plazo todos estaremos muertos,” o aun mejor, la de mi abuelo
materno, un bronco ganadero latifundista de Sonora; “El que venga atrás que arree.”
La semana pasada como parte del plan general de su peronismo echeverriísta
defeeño, con alegres pitos y bambarrias anunciaba el arrecio de su
tercermundista New Deal, ahora tendiendo una gran manta de compasión a los
olvidados viejitos de la ciudad de México.
No cabe duda que la demagogia irresponsable paga……cuando
menos en el corto plazo como lo indicaba Keynes. Pero en fin, el que venga
atrás que arree los becerros rezagados y recoja los pajosos de los caballos,
cuando ya nosotros estemos en el aguaje. En una era de grandes problemas y
requiriendo enormes sacrificios de todos los mexicanos, éste monje loco decide
establecer su coto personal del “Pejelagarto en el país de las maravillas,”
para embriagar a los ciudadanos de la capital en una cruel orgía de populismo,
demagogia, pero mas grave, hipotecando aun mas su futuro.
Pero, ¿Desde cuando Tata Lopez se convirtió en ese compasivo
ser? ¿Cuál es su motivación con
semejante acto? ¿Indulgencias? ¿Ganarse el paraíso? Hace años leyendo una de la
obras de Tony de Mello, el autor con sabiduría exploraba el los orígenes de la
caridad y, concluía el que, de las múltiples razones que la motivan, el último
lugar le correspondía a la auténtica intención de hacer el bien. El resto iba
desde las relaciones públicas, hasta una egoísta forma de buscar “el sentirme
bien.” Sin embargo, en su larga lista hubo dos razones que llamaron mi
atención: a) El dominar las masas con propósito específico en mente. B) La
consolidación de lo que Buchanan llama, la economía de la politica. (Public
Choice)
“La industria de los pobres” ha sido algo muy redituable en
Mexico. Produce enormes redes burocráticas con sus correspondientes chambas,
prestaciones, suelos, presupuestos, asignación de recursos etc, pero lo más
importante; una capa social dependiente y totalmente controlada por esos
“compasivos lideres,” especialmente a la hora de votar. Lo que también produce
es una concepción de lo más errónea de la verdadera función de un buen
gobierno. ¿En que parte de la constitución de los Estados Unidos Mexicanos nos
dice el que el gobierno, como lo escribiera Bastiat, es el responsable de
aportar capital para los proyectos, divertir a los aburridos, proveer leche
para los niños y vino para los ancianos?
Por favor, no se me juzgue como un descorazonado libertario.
EL mismo John Locke afirmaba el que los desamparados tienen cierto derecho de
recibir ayuda, pero lo que no dice, es que esa ayuda debe emanar del gobierno y
peor, se debe legislar la caridad obligatoria. Pero este es un problema más
complicado de lo que luce a primera vista. Hay tirarse el profundo océano de la
demagogia, para encontrar los orígenes de esta patética situación que lleva a
nuestros ciudadanos de la tercera edad, a depender de la caridad y sobre todo,
de los demagogos. Nuestro sistema económico político ha sido el especialista en
crear todo tipo y clasificaciones de pobres—y unos cuantos ricos barrigones que
dia a dia luchan por mantener protegidos sus cotos.
¿Dónde están las pensiones del Seguro Social de toda esta
gente? O mas grave aun; ¿Dónde están los hijos de estos abandonados ciudadanos
caminando el último tramo de su vida? ¿Dónde quedó aquella hermosa tradición
tan mexicana de honrar a nuestros padres? ¿Son estos infelices seres rabiando
de pobreza producto del agrarismo? ¿De inflaciones galopantes que destruyeron
su pequeño patrimonio? ¿Del sindicalismo? ¿De las devaluaciones en cascada que
hemos sufrido? ¿De sus líderes corruptos que de un plumazo envían cientos de
millones de dólares a campañas políticas? ¿De una economía nacional que, como
el Pejelagarto se finca en el país de las maravillas?
Pero el problema es real y muy grave;
así como igual de real y grave es la situación de las finanzas del país, y la
solución no es tan facial como vestir a Tata Lopez de Santoclos para que inicie
el reparto de dulces. Imaginemos que todos los gobernadores de Mexico deciden
hacer lo mismo—legislar la caridad para que se convierta en un acto obligatorio
y expropiatorio. El gobierno de Tata Lopez a través de este novedoso esquema,
pretende financiar su campaña hacia Los Pinos de forma subliminal y por
anticipado.
¿De donde tomaría Tata Lopez inspiración
para semejante acto de estadista? Sin duda la planeación financiera la debe
haber establecido acorde a la famosa anécdota de Don Pedro Durazo, un viejo
clásico vaquero sonorense de Pitiquito. Cuando Faustino Felix llegara en su
campaña de gobernador a su pueblo natal, Don Pedro que lo conocía desde su
niñez, de inmediato lo aborda con su eterna petición de tirar un bordo en un
arroyo cercano, para rebalsar el agua. Don Faustino hombre pragmático, luego de
escucharlo le revira: “Pero Pedro, ¿de donde voy a sacar dinero para esa obra?”
El viejo Durazo sin vacilar le responde; “Pos ahí del manoteyo que hacen
ustedes.”
¿Manoteyo u otras soluciones Tata Andre
Manuel? Claro y ahí le van:
1) Que su compasivo amigo Carlos Slim, tal vez en sociedad
con Cabal Peniche, pague por el costo—sin deducción-- de tan admirable programa
con las utilidades de miles de millones de dólares que se embolsa cada año, a
costilla de explotar a los usuarios mexicanos al seguir operando con impunidad,
el ilegal monopolio obtenido en su amafiada relación con el gobierno.
2) Que se abra liberalmente a la competencia el otro
monopolio de la Comisión Federal de Electricidad, permitiendo operar en Mexico
empresas Inglesas, Rusas, Chinas, Americanas, y de los miles de millones que se
ahorren los usuarios al poder contratar su servicio con tales empresas, se tome
una parte para financiarlo.
3) Igualmente se abra a la competencia el servicio de
gasolineras controladas por PEMEX, y de los miles de millones de dólares de
ahorro para el sufrido pueblo en sus forzadas compras, se tome también una
parte y darle una mano a los vejados ancianos de todo el país, no solo del coto
del Pejelagarto en el país de las maravillas.
4) Legislar al igual que el Singapur de Lee Kuan Yew. El que
los hijos que no se hagan responsables de sus ancianos incapacitados padres
teniendo la posibilidad, se les pueda demandar ante las cortes mexicanas y
obligarlos a que cumplan con esa responsabilidad.
De otra manera, deberá salir de ahí, del
manoteyo que hacen de forma genial los compasivos perredistas en el DF
engrosando la monstruosa deuda debajo de la alfombra. Pero favor de recordar a Milton Friedman: “There is
never, ever, a free lunch.”
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