La expropiación de YPF se vuelve en contra de Cristina
Por Mary Anastasia O'Grady
The Wall Street Journal Americas
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MADRID. - El presidente de la junta
directiva de Repsol, Antonio Brufau, confía en que su empresa salga
airosa en su batalla por obtener una compensación por el 51% que poseía
en YPF y que Argentina le expropió. Sin embargo, en una entrevista
reciente, dejó en claro que no espera llegar a un acuerdo pronto.
"Argentina no quiere pagar nada", me
dijo Brufau en la sede de Repsol. Espera que el gobierno trate de
imponer, para justificar su postura, "multas ambientales" equivalentes
al valor de lo que debe.
El ministro de Planificación de
Argentina, Julio De Vido, sugirió lo mismo. "Hablamos con los
gobernadores para que liquiden provincia por provincia los daños
ambientales. Seremos absolutamente inflexibles", advirtió en abril. El
viernes, el viceministro de Economía, Axel Kicillof, acusó a la empresa
española: "Repsol se internacionaliza sobre las costillas de YPF",
expresó", tras "canibalizar" a la petrolera y "depredar nuestro
medioambiente", aseveró. Asimismo, enfatizó que Argentina no tiene
ninguna intención de pagar los US$10.000 millones que Repsol dice que se
le deben.
A partir de una serie de multas que
podrían llevar a cero sus obligaciones con Repsol, es posible que
Argentina calcule que podría esquivar la condena internacional y
restaurar la confianza de los inversionistas sin tener que recurrir a
sus menguantes reservas internacionales. No obstante, es probable que
sea una tarea difícil.
Brufau dice que en 12 años de
operaciones en Argentina, la empresa nunca fue citada por daños al medio
ambiente salvo lo que ya había informado y provisionado adecuadamente.
Durante ese tiempo, Repsol dice que ha invertido 680 millones de pesos,
US$152 millones, en reparación medioambiental y provisionado otros 483
millones de pesos, unos US$102 millones, para "situaciones de impacto
ambiental".
Repsol ha llevado su reclamo a la Corte
Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones del
Banco Mundial, en Washington. Pero incluso si la razón está de su lado,
no hay duda de que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner cuenta
con que se trate de un interminable proceso. Mientras tanto, ella tiene
los activos de la compañía con los que cuenta para darle un mayor
control sobre lo que parece ser una economía al borde de la crisis.
Pero la decisión de YPF podría empeorar
la situación, incluso en el corto plazo. Eso se debe a que la
nacionalización se hizo violando el artículo 17 de la Constitución
argentina, que dice que una expropiación deber ser llevada a cabo de
acuerdo con lo que estipula la ley y no sin antes haber compensado a la
compañía.
El hecho de que ni los tribunales ni el
Congreso (incluida la oposición) trataran de detener lo que era
claramente ilegal según la propia legislación del país confirma lo que
muchos argentinos han temido: los pesos y contrapesos al poder Ejecutivo
alguna vez previstos han desaparecido. La conclusión lógica es que si
el Ejecutivo quiere operar un estado policial, Kirchner no tendrá
disputa por parte de otras instituciones.
Tal vez si lo ocurrido en torno de YPF
fuera un hecho aislado, Kirchner podría aspirar a rescatar algo de
credibilidad del estado de derecho en Argentina. Pero no lo es. Desde
las libertades civiles —en particular la libertad de prensa, que ha sido
agresivamente atacada por el Ejecutivo— hasta la libertad económica,
los argentinos y los inversionistas extranjeros han ido perdiendo sus
derechos. La expropiación de YPF ha intensificado su sentimiento de
aprensión.
La manifestación más reciente es la
ofensiva contra el derecho a comprar dólares. La inflación acumulada
entre 2010 y 2011 es de casi 50%, pero el peso apenas se ha depreciado
15%, por lo que los mercados esperaban que el gobierno se viera obligado
a permitir un ajuste más acelerado del tipo de cambio. Pero la
presidenta y su equipo económico se movieron en la dirección contraria:
la imposición de estrictos controles sobre la venta de dólares. Los
importadores que necesitan comprar dólares ahora se ven en apuros.
El gobierno también comenzó a exigir que
los exportadores conviertan sus ingresos en dólares a través del banco
central en un plazo de 15 días desde que haya sido realizado el envío al
extranjero. Cuando las exportaciones cayeron, la fecha límite se corrió
a los 30 días, que sigue siendo una carga excesiva. Los viajeros que
necesitan dólares deben realizar la solicitud al gobierno, explicar a
dónde van y por qué.
El resultado es un pánico creciente. Los
bonos argentinos de 2012 en dólares ahora rinden 19%, las operaciones
en pesos en el mercado negro a se realizan con una prima de 40% sobre la
cotización oficial y los informes de la prensa dicen que los bancos
argentinos han perdido 10% de sus depósitos en dólares en las últimas
tres semanas.
YPF hizo el año pasado un gran
descubrimiento de esquisto bituminoso en una región llamada Vaca Muerta.
¿Será Kirchner capaz de recaudar el dinero que necesita para explotar
el hallazgo? Repsol ya ha señalado que cualquier competidor que se haga
cargo de superficies de YPF que hayan sido exploradas enfrentará
acciones legales de la empresa española. Pero incluso sin esa amenaza,
Argentina es hoy un país donde cualquier cosa puede pasar y un buen
lugar que los inversionistas deberían evitar.
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