06 julio, 2012

¿Derrota de la izquierda?




Pocos se han percatado del grave error que cometen quienes hablan de la supuesta “derrota de las izquierdas” en la contienda presidencial del pasado 1 de julio.
 
Y es que, en rigor, el conjunto de las izquierdas se alzaron con un contundente triunfo electoral -el pasado domingo-, que no sólo ratificó, para su causa, la aplastante hegemonía del Poder Ejecutivo y Legislativo en la capital del país, sino en las jefaturas delegaciones, la segunda posición en las dos cámaras del Congreso y, por si existen dudas, el control político en dos entidades nada despreciables como Tabasco y Morelos.

 
Pero el error es aún mayor si se toma en cuenta que, si bien existió un gran derrotado en la contienda presidencial -llamado Andrés Manuel López Obrador-, también es cierto que en las izquierdas son muchos los ganadores de la jornada electoral, mientras sus victorias son en posiciones de poder de primer nivel y, por tanto, nada despreciables.
 
En efecto, el gran perdedor de la contienda presidencial de julio de 2012 se llama Andrés Manuel López Obrador. Sin embargo, los ganadores son el PRD y su grupo hegemónico, Los Chuchos, además de otras tribus, como la del ex priista Arturo Núñez. Pero también ganaron el PT y Movimiento Ciudadano, a los que la popularidad de AMLO les regaló un valioso 5% de la votación, respectivamente, para continuar medrando con el dinero público.
 
Es decir, que se equivocan quienes creen que acompañarán al derrotado Andrés Manuel López Obrador -en una locura igual a la de 2006-, el nuevo jefe de gobierno del Distrito Federal, los nuevos gobernadores de Tabasco y Morelos, los diputados y senadores de las izquierdas, los jefes delegacionales y hasta los dueños de esas groseras empresas familiares que son el PT y Movimiento Ciudadano.
 


LO DEJARÁN SOLO
 
Lo cierto es que luego de los escarceos propios de una “berrinchuda” protesta postelectoral -en la que insistirá AMLO, acompañado de su nuevo juguete, el movimiento estudiantil #YoSoy132-, los verdaderos ganadores de la jornada electoral -de las llamadas izquierdas-, empezarán a dejar solo a López Obrador, quien ya hoy parece un lastre para todos aquellos centros de poder real que lo último que necesitan es una crisis política.
 
Por lo pronto, ha sido notable la ausencia de los integrantes del llamado “gabinetazo” de AMLO. ¿Dónde están todos aquellos a los que les hizo creer que estarían en su gabinete? ¿Todos ellos comparten el cuento del fraude? ¿Por qué no están en la calle, llamando a la rebelión, como lo hacen los porros en que se han convertido los grupos estudiantiles del #YoSoy132, tripulados por el odio y la venganza de AMLO?
 
Y es que, por donde se le vea, el menos interesado en subir al tren de la crisis postelectoral es al ganador de la contienda por el Gobierno del Distrito Federal, el candidato apartidista, Miguel Ángel Mancera, quien se alzó con una victoria aplastante, con 30% de votos más de los que logró AMLO. ¿Por qué no le interesa a Mancera acompañar a AMLO en su reclamo de fraude?
 
 
Por una razón elemental. Porque si AMLO pone en duda la legitimidad de la elección presidencial, en automático, pone en duda el resto de las elecciones, incluida la del GDF. Y si al dos veces derrotado candidato presidencial se le ocurre recurrir a plantones y protestas, lo único que conseguirá será dañar la imagen del nuevo gobierno, el de Mancera.
 
Y golpear la imagen de Mancera es golpear la imagen de Marcelo Ebrard, la de todo el Gobierno del Distrito Federal. Pero el asunto va mucho más allá. ¿Por qué?
 
Porque la contienda presidencial de 2018 empezó precisamente a partir del lunes 3 de julio. Y todo aquello que haga AMLO en contra de los aspirantes presidenciables de las izquierdas para esa contienda de 2018, gravitará en demérito de los dos precandidatos naturales que ya están en fila: Marcelo Ebrard y Miguel Ángel Mancera, en ese orden.
 
¿Estarán dispuestos, los señores Ebrard y Mancera, a compartir la guerra que emprenderá AMLO contra los molinos de viento del fraude? Está claro que no. Más aún, no pasará mucho tiempo para que presenciemos el rompimiento entre un sector importante de las llamadas izquierdas y el liderazgo autoritario, vertical y nada democrático de López Obrador.
 


LOS CAMBIOS QUE VIENEN
 
Por lo pronto, y una vez que concluya su gestión al frente del GDF, los hombres y mujeres de Marcelo Ebrard trabajan en la construcción de lo que será la ruta presidencial del aún jefe de Gobierno. Según distintas versiones, Marcelo se ha propuesto la construcción de un poderoso grupo político capaz de tener presencia en todo el país. Así, llegado el momento, se buscará una alianza con alguno de los partidos con registro y, como paso siguiente, en su momento se formalizará la candidatura de Marcelo.
 
A su vez, los nuevos gobernadores de Morelos y Tabasco establecerán una relación política e institucional con el nuevo presidente, sin montarse en la guerra declarada por AMLO. Los diputados y senadores se meterán a lo suyo, a los negocios del poder, y pronto olvidarán la rabieta de AMLO, quien está listo para la tercera. Y es que sus cercanos dicen, a seis años, que “la tercera es la vencida”. ¿Cara o cruz?
 


¿SE ACUERDAN?
 
La semana que siguió a la elección presidencial de 2006 no fue muy distinta de la que hoy termina.
 
La noche del 2 de julio no existió la certeza legal para declarar a un triunfador. Sin embargo, sí había tendencias que señalaban el eventual triunfo de Felipe Calderón.
 
Igual que ocurrió esta vez, hace seis años, los electores se inconformaron por la falta de boletas en las casillas especiales, los perdedores repartieron culpas -como Madrazo que aseguró que Vicente Fox había manchado el proceso-, y en el Distrito Federal la victoria de la izquierda fue incuestionable.
 
En los días que siguieron, las cifras separaron a los ganadores de los perdedores. El PAN se contaba entre los primeros -sería la primera fuerza en el Congreso y logró acumular algunos triunfos importantes en las elecciones estatales-, mientras que el PRI se colocaba en el umbral de una prolongada debacle.
 
Finalmente, el jueves 6 de julio de 2006, el IFE cerró el cómputo de actas y reiteró el triunfo de Felipe Calderón. Pero como ya parece costumbre, López Obrador desconoció el resultado, aseguró que existían irregularidades y dijo que comprobaría su triunfo. A la fecha seguimos esperando que lo haga.
 

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