La mala gestión del Gobierno del PAN de la guerra contra el
narcotráfico y la candidatura de Andrés Manuel López Obrador, del
Partido de la Revolución Democrática (PRD), han hecho la fortuna de
Enrique Peña Nieto. El discurso de Obrador y su rechazo a reconocer la
derrota han logrado que el PRI esté pasando por un partido de centro,
incluso moderado. El candidato izquierdista repite lo que hizo en 2006,
cuando Felipe Calderón, actual presidente, le derrotó por 250.000 votos y
convocó a la desobediencia civil, pagada con el dinero de las
administraciones que su partido controlaba. Entonces, el PRI optó por
respaldar al PAN. Ahora, el PRI puede exigir al PAN que le devuelva el
favor y contar, además, con el desprestigio de Obrador.
Un segundo escrutinio de las actas ha aumentado ligeramente la
distancia entre el nuevo presidente, Peña Nieto, y López Obrador. El
primero ha superado por casi 3,2 millones de votos al segundo. Además,
el candidato de la izquierda ha visto bajar su porcentaje del 35 al 31%,
aunque ha atraído más sufragios en una situación de mayor participación
ciudadana. Seguramente es su última campaña presidencial.
Gracias a Obrador y su demagogia, Peña Nieto ha recibido más votos que nadie en la historia de las presidenciales mexicanas: 18,7 millones. Temiendo lo que iba a pasar, el expresidente Vicente Fox pidió el voto útil para Peña Nieto. El candidato del PRI se encuentra en el centro político, legitimado frente al desafío de Obrador –que, como ya se vio en 2006, es un tigre de papel– y respaldado por el PAN y gran parte de la sociedad, por miedo y asco al PRD. Cuanto más moderen su mensaje el PRI y Peña, más fácil les será contar con la colaboración del centro-derecha en el próximo sexenio.
En este panorama, sólo preocupan dos datos: el presidente ha sido elegido, de nuevo, con menos del 40% de los votos y no tiene mayoría absoluta en la Cámara de Diputados. ¿Seguirá el país viviendo el bloqueo político que, desde 1997, impide gobernar al Ejecutivo?
Gracias a Obrador y su demagogia, Peña Nieto ha recibido más votos que nadie en la historia de las presidenciales mexicanas: 18,7 millones. Temiendo lo que iba a pasar, el expresidente Vicente Fox pidió el voto útil para Peña Nieto. El candidato del PRI se encuentra en el centro político, legitimado frente al desafío de Obrador –que, como ya se vio en 2006, es un tigre de papel– y respaldado por el PAN y gran parte de la sociedad, por miedo y asco al PRD. Cuanto más moderen su mensaje el PRI y Peña, más fácil les será contar con la colaboración del centro-derecha en el próximo sexenio.
En este panorama, sólo preocupan dos datos: el presidente ha sido elegido, de nuevo, con menos del 40% de los votos y no tiene mayoría absoluta en la Cámara de Diputados. ¿Seguirá el país viviendo el bloqueo político que, desde 1997, impide gobernar al Ejecutivo?
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