13 julio, 2012

Lo bueno y lo malo de AMLO


Lo bueno y lo malo de AMLO

Sus acciones, además de sumar a un clima de polarización, resentimiento y odios, están dañando lo bueno que sí tenemos.

Ana Paula Ordorica

No hay sorpresa en el llamado de AMLO a que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) invalide la elección del 1 de julio… únicamente la presidencial, por cierto.
 
La impugnación de AMLO y su Movimiento Progresista argumenta que en la elección no se cumplieron los fundamentos básicos de que el voto sea libre y secreto; que el financiamiento público de los partidos y sus campañas sea equitativo; que exista certeza, legalidad, independencia, imparcialidad y objetividad en el proceso, además de equidad en los medios.


El llamado a la invalidación no sorprende. Ese es AMLO. Esa es su reacción cada vez que pierde las elecciones y a sus simpatizantes parece gustarles.


Lo bueno de esta reacción de AMLO es que pone en la agenda el tema de la coacción del voto. Es algo que evidentemente se ha dado, me parece que no exclusivamente por el PRI, y que en un país con más de 50 millones de pobres resulta hasta explicable (que no justificable).


Las reformas electorales que crearon al IFE están consolidadas. En México las elecciones se llevan a cabo en paz, sin armas de por medio, y se elige a funcionarios  —desde Presidente hasta legisladores locales y alcaldes— con total transparencia en un proceso vigilado por nosotros, los ciudadanos.


No obstante eso, nuestra democracia queda a deber en la otra faceta electoral:


En la compra y la coacción del voto que sí se da y que hoy por hoy no podemos ni contabilizar y resulta muy difícil de sancionar.


Y esa deuda de la democracia mexicana se puede comenzar a saldar gracias a las acciones de Andrés Manuel López Obrador. Dejando de lado el absurdo de sus argumentos y reconociendo la excelente estrategia mediática que maneja, la incomodidad de su queja puede ser el principio de una reforma electoral nueva que apunte a lograr mejores mecanismos para prevenir y sancionar la compra y coacción del voto.


La reforma electoral 2.0


Eso es lo bueno de AMLO.


Lo malo es que sus acciones, además de sumar a un clima de polarización, resentimiento y odios, están dañando lo bueno que sí tenemos: la credibilidad del IFE y de la limpieza electoral.


Ayer el periódico Reforma publicó una encuesta en donde 55 por ciento de los encuestados consideran que las elecciones fueron muy limpias/algo limpias y 40 por ciento considera que fueron algo sucias/muy sucias.


Es un número elevado de escépticos en el marco de una democracia tan cara. Una democracia en la que las elecciones terminaran por resolverlas, no los millones de mexicanos que acudimos a las urnas, sino el voto de los siete magistrados del TEPJF.


Entonces, ¿para qué las elecciones del 1 de julio si el resultado final vendrá del TEPJF? Mejor nos ahorramos millonadas de dinero, tiempo y esfuerzo.


Eso es lo malo de AMLO. De un mal perdedor que, a pesar de que la mayoría de los mexicanos está en desacuerdo con que cuestione los resultados, 52% según Reforma, es predecible que su reacción el 6 de septiembre no será la aceptación y el reconocimiento sin “peros” del fallo del TEPJF.


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