11 julio, 2012

Los gángsters de la banca

Los gángsters de la banca


No se corta The Economist en la portada de su edición británica. Banksters: bankers + gangsters. Se refiere al escándalo de Barclays en el Reino Unido, del que se pueden decir dos cosas. No afecta sólo a Barclays ni se limita al Reino Unido. Como cuenta una fuente anónima en el Telegraph, todos lo sabían y todos lo hacían.
En su editorial, la revista dice:

Today’s bankers can draw no such comfort from their behaviour. The attempts to rig LIBOR (the London inter-bank offered rate), a benchmark interest rate, not only betray a culture of casual dishonesty; they set the stage for lawsuits and more regulation right the way round the globe. This could well be global finance’s “tobacco moment”.
Vaya, vaya, vaya. Han pasado cuatro años desde la crisis financiera de 2008 y ahora resulta que la industria financiera se enfrenta a su momento decisivo, el instante en que no sólo se nota que el emperador está desnudo, sino que ha estado metiendo la mano en la caja desde el primer momento.
Lo que no quita para que no falte mucho tiempo para que algunos salgan diciendo que todo esto se debe a un exceso de regulación. Hay que liberarles de correas regulatorias porque, por alguna mágica razón, cuanto menos control tengan, más puras serán sus acciones.
Mientras tanto, la infantería de los bancos se dedica a lo que sabe hacer bien. Y no hacen prisioneros.
“The culture of the trading floor is worse than any media commentator, author or film can depict and nothing, absolutely nothing has changed since the banking crisis. These guys think they are untouchable. It’s a pervasive culture where if your face fits, you’re in and it’s tolerated by the guys at the top because the traders bring in such vast commissions and profits.”
¿Quién puede renunciar a todos esos beneficios? No los que dirigen esos bancos, que, cuando vienen mal dadas, declaran a los políticos y a los medios de comunicación estar avergonzados, abochornados, enfurecidos al comprobar lo que ha ocurrido.
Mientras tanto, los gobiernos siguen moviendo fichas a ver si les toca el gran premio. Siempre pierden. Como mucho, emiten sonidos guturales para destacar lo mucho que les preocupan temas como los de los bonus o algún otro asunto menor. Hay que guardar las apariencias, pero en realidad los problemas que provocaron la sacudida sísmica de 2008 continúan estando ahí. A la espera del siguiente escándalo que volverá a provocar la ronda siguiente de declaraciones indignadas: algo así no puede volver a suceder. Y justamente en ese mismo momento estará sucediendo otra vez.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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