REFLEXIONES LIBERTARIAS
Peña; mira hacía Zedillo no
hacía tu tío…. Montiel…ni Salinas
Ricardo Valenzuela
En Octubre de 1993 me
encontraba en La Jolla, Cal, visitando al maestro Art Laffer, el famoso jefe de
asesores económicos del Presiente Reagan y padre del Supply—Side economics.
Como sucede a finales de cada sexenio, la plática se desarrolló alrededor de la
sucesión presidencial mexicana que ya se cocinaba agresivamente. El maestro me
pregunta: “¿Quien es el bueno?” sin vacilaciones le respondo; Pedro Aspe.
“¿Pedro?” Exclama Art con cierta sorpresa. “No lo creo” me dice. “Aspe es el
que más le conviene a México en estos momentos, pero no creo que sea el que les
conviene a los intereses del establishment que se han visto afectados por
Salinas y que ya contraatacan”.
En seguida me muestra un
documento en el cual su despacho hacía una clasificación, no en cuanto a sus
posibilidades de los presuntos, sino, en su opinión, los que más le convenían
al país entre los diferentes aspirantes. En primerísimo lugar estaba Pedro
Aspe, pero lo que llamó profundamente mi atención, fue el que en segundo lugar
el maestro colocaba a Ernesto Zedillo. En los siguientes lugares de la
clasificación estaban bien posicionados Ángel Gurria, Guillermo Ortiz etc., y
muy al final Colosio y Manuel Camacho Solís.
En esos momentos se une a la
conversación Víctor Canto, economista dominicano, discípulo consentido de
Milton Friedman, socio del maestro y gran conocedor de los problemas
latinoamericanos. Me dice Víctor, “sé que no vas a preguntar el por qué Aspe
está en el primer lugar de la lista, pues es el precandidato de tus simpatías”.
Sí le respondo, pero también el que urgentemente necesita México. “De acuerdo”
asiste el maestro, “Pedro es sin duda el hombre que debe de profundizar
las reformas y, sobre todo, traer honestidad a la administración pública en tu
país. Aspe es un hombre incorruptible, brillante, gran economista y
Supply—Sider.”
Me sorprenden dos cosas de su
lista les afirmo: Primero, que tengan a Colosio y a Camacho Solís tan mal
clasificados. Segundo, que tengan a Zedillo tan bien ubicado, ¿por qué? Casi al
unísono ambos responden: “Zedillo es un hombre brillante, honesto, valiente, de
una gran visión, gran economista y, sobre todo, es el más liberal de ellos. Es
un hombre que cree profundamente en los mercados, la apertura del país, en la
grandeza de México.” Recibí el mensaje con escepticismo.
Después de una larga reunión me
despedí haciendo el compromiso de platicar una vez más cuando se corriera el
velo del elegido. Escasamente al mes, “las fuerzas democráticas del partido
seleccionan a Luis Donaldo Colosio”. De inmediato llamo al maestro para recoger
sus impresiones. Me dicen: “Mal augurio para México, Colosio no tiene intención
de seguir con las reformas liberatorias.” De acuerdo contigo Art, le respondo,
yo conozco a Colosio desde los tiempos del Tec. De Monterrey, y pienso no tiene
el corte liberal que México requiere en estos momentos.
En Marzo de 1994, luego de
semanas de amargos enfrentamientos entre los decepcionados por no haber sido
los ungidos por el dedo de Salinas, Colosio cae asesinado en una barriada de
Tijuana. Después de unos días de gran tensión, ahora la democracia priista se
decide por Ernesto Zedillo. De inmediato contacto al maestro para recoger su
reacción. Me dice sin rodeos: “Es muy triste que Zedillo haya llegado a su
candidatura de esta forma, pero es lo mejor para México. La muerte de Colosio
es una tragedia, pero te aseguro que Zedillo será un gran presidente.” A partir
de esos momentos me convertí en el Zedillista más comprometido de todo México.
Antes de despedirnos, me dice
Art con gran seriedad: “Se ha declarado una guerra sucia en las más altas
esferas del poder mexicano. Los próximos meses serán definitivos para salvar o
perder las reformas que se han iniciado. Salinas y Zedillo se tienen que armar
hasta los dientes para defender lo avanzado y, sobre todo, se tienen que
coordinar, si no lo hacen, los saboteadores los van a devorar y regresan al
país al estatismo de Echeverría. O peor, me afirma, el país puede caer en las
garras del narcotráfico.”
En los días posteriores a la
selección, ese saboteo que para México había iniciado el 1 de Enero con la
guerrilla de Chiapas, empieza a cobrar gran intensidad con la fuga de capitales
que ya en esos momentos se acercaba a los $20,000 millones de dólares, una
caída de la Bolsa de un 50%, y los papeles mexicanos en los mercados mundiales
perdían el 70% de su valor. En el mes de Septiembre sucumbe ahora asesinado en
las calles de la ciudad de México, el Secretario General del PRI José Francisco
Ruiz Massieu, lo que provoca que en los siguientes días abandonen el país otros
10,000 millones de dólares, y pone las reservas internacionales del Banco de
México en una situación ya desesperada.
En ese entorno había sido
elegido Ernesto Zedillo y tomaba posesión como presidente el 1 de Diciembre en
medio ya de una grave crisis. A escasos días de su arribo al poder, se provoca
una devaluación del peso para iniciar una de las peores crisis en la historia
moderna de nuestro país. Muy consciente yo que el saboteo había ya deteriorado
gravemente la situación de México durante todo el año de 1994, también estaba
seguro que la devaluación se podía haber evitado, y con ella todos los graves
problemas posteriores. Pero lo que más me decepcionó, fue el manejo de la
crisis que hizo Zedillo durante los primeros meses de 1995. En esos momentos me
convertí en el crítico más acérrimo del nuevo presidente.
Sin embargo, a partir del
segundo año del gobierno Zedillista, empecé a notar algo singular; el
presidente no se había ido por las soluciones baratas y fáciles. Con valor y
determinación afrontaba la ya muy grave crisis, pero con su bandera liberal en
alto. No sucumbía ante los populistas que clamaban cambiar el rumbo.
Independientemente de quién hubiera provocado la seria problemática, él la
atacaba con recetas liberales ante las críticas de la mayoría de los
“intelectuales” mexicanos y los otros partidos.
A doce años del traumático
sexenio es hora de calificar a Zedillo. Hay dos cosas que sin duda harán que
este hombre pase con la frente en alto a los libros de la historia: El manejo
tan genial que hizo de la crisis económica que se le presentó al inicio de su
administración, que le permitieron al final rendir cuentas no solo aceptables,
sino “admirables.” Pero tal vez la más importante, el camino inequívoco que
abrió a las fuerzas democráticas y al arribo de la oposición a la presidencia
de la República. Zedillo había sacado a los mercaderes del templo al tiempo que
se desmarcaba del priismo.
Para lograr esto se requería a
un hombre visionario, valiente, honesto y patriota. Pero más que otra cosa se
requería a un hombre con ideas liberales arraigadas en el fondo de su corazón,
creyendo en la grandeza de México y su gente. En esos momentos recordé que esa
era precisamente la descripción que el maestro Laffer había hecho de Zedillo en
Octubre de 1993.
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