William Peterson |
Parafraseando a Ronald Reagan, ahí van de nuevo:
Desde Seattle a Génova y Québec y de Washington a
Cancún, en reuniones internacionales como las de la Organización Mundial
del Comercio o del G-8 de naciones industrializadas, manifestantes rabiosos, la
mayoría de ellos jóvenes, marchan en las calles, desafían los gases
lacrimógenos, protestan contra el capitalismo global, denuncian a Nike, y destruyen los ventanales de McDonald's.
Los manifestantes por
supuesto desconocen la verdad latente en un viejo lema de IBM, "Paz
Mundial a través del Comercio Mundial", o el eterno mensaje del periodista
y legislador francés del siglo XIX Frédéric Bastiat, tal y como es invocado por autor de este libro. Bastiat dijo, "si los bienes no cruzan las fronteras,
los ejércitos lo harán".
De tal forma que, ¿quién se
pondrá de pie y defenderá al libre comercio y al capitalismo global? ¿Quién
contestará las verdades a medias de que los ejecutivos de las multinacionales,
conducidos por las ganancias, están llevando la manufactura y exportando
empleos a México y China con el fin de explotar la mano de obra barata del
extranjero?
Yo postulo a Johan Norberg, quien una vez
fuese un autoproclamado anarquista-manifestante en su adolescencia, y ahora es
un escritor apasionado y articulado que buscar difundir la paz y la prosperidad
a un mundo malhumorado y cansado de la guerra. Felicito al Cato Institute por adquirir los derechos estadounidenses de In
Defense of Global Capitalism (En Defensa del Capitalismo Global), un
libro que ha causado sensación en Europa, donde fue publicado por su editorial
original, Timbro, un centro de estudios políticos sueco en donde Norberg es académico. Lo aclamo por presentar su caso en
favor de la globalización con estadísticas y hechos sólidos, gráficos y barras,
y bastantes ejemplos de carne y hueso sacados de sus viajes a Asia, África y
Cancún.
Bueno, ¿y qué hay de Nike explotando a los pobres en Asia? ¿Pero quién está
explotando a quién? Norberg señala que en Vietnam,
donde el salario mínimo anual es de $134, los trabajadores conectados a Nike estaban recibiendo $670, o cinco veces más. En
Indonesia el salario mínimo era de $241, pero los proveedores de Nike estaban pagando $720. Además, indica Norberg, Nike se asegura que sus
subcontratistas de calzado estén siempre listos a abrir sus plantas a
inspectores imparciales. Definitivamente no son fábricas en donde se explotan
los trabajadores. A los empleados de Nike les gustan
sus trabajos-y también les gustan Nike. Así como a
sus verdaderos patronos, los millones de consumidores de Nike
alrededor del mundo.
Sí, Norberg
ve a los puestos de trabajo como situaciones dinámicas aquí y en el extranjero,
conforme las oportunidades de trabajo son comerciadas de un país a otro,
incluso de una región dentro de un mismo país a otra. Norberg
nos recuerda que el comercio no es dirigido por los ejecutivos de las
transnacionales sino por consumidores soberanos que compran y que buscan
mejores oportunidades. Ese poder de los consumidores y el libre comercio son el
alma del capitalismo, de la paz y de la civilización.
Sí, se han perdido empleos
en Estados Unidos, pero en números netos, a pesar de un gran aumento en el
comercio extranjero estadounidense como porcentaje del PIB, el número de
puestos de trabajo civiles en este país creció de 120.259.000 en 1993 a 136.485.000 en el
2002 (un año con un crecimiento moderado en el PIB), o una ganancia en 10 años
del 13% de acuerdo con los datos del Departamento del Trabajo. Norberg invoca el pensamiento del economista Joseph Schumpeter de que lo que atestiguamos aquí es una reducción
de la pobreza global y una mejora en los niveles de vida mundiales—o aspectos
elementales de la "destrucción creativa".
Los niveles de vida
mundiales (incluyendo el de Estados Unidos) habrían mejorado mucho más rápido,
dice el autor, si las naciones Occidentales, Japón, e incluso su Suecia natal
disminuyeran los subsidios a las industrias domésticas, especialmente a la
agricultura. Los subsidios al algodón estadounidense, por ejemplo, lastiman a
los pobres agricultores de algodón africanos, además de a los consumidores del
producto en Estados Unidos que son golpeados dos veces, con impuestos más altos
y con precios más altos de los productos hechos de algodón.
Norberg ataca las políticas estadounidenses después de la
quiebra de Wall Street en
1929. Estados Unidos adoptó un proteccionismo excesivo—el arancel Smoot-Hawley de 1930, el arancel
más excesivo y amplio en la historia estadounidense—el cual tuvo un efecto
mortal. Los otros gobiernos respondieron similarmente. El comercio mundial cayó
en dos tercios. Sin duda alguna esa caída ayudó enormemente a que la Segunda Guerra
Mundial ocurriera.
El ingenio y la sabiduría de
Johan Norberg pueden ser
vistos en una columna reciente que escribió para el Investors Business Daily,
la cual se basa en su perspicaz libro. Como él escribiera: "Este es el
momento para iniciativas de libre comercio claras y sinceras. Quizás Estados
Unidos necesita un candidato presidencial como el que en el 2000 dijera 'Yo
pretendo trabajar para acabar con las barreras y los aranceles en todas partes
de tal forma que el mundo entero comercie en libertad. El temeroso es el que
construye muros. El seguro es el que los derriba'. Ese candidato fue George W. Bush. ¿Adónde se habrá
ido?"
William Peterson es académico adjunto de la Heritage
Foundation y colaborador de la revista
Ideas on Liberty de la Foundation for Economic Education.
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