Hace años, a solicitud de mi
gran amigo Gordon Tullock, publiqué un escrito en el cual narraba el
porqué había tomado la decisión de "neo abandonar" mi país y compartir
mi residencia en Arizona. Fue esta para mí una experiencia excitante
pues, siendo yo un enamorado de la historia, como la corriente de un
arroyo con las primeras llovidas mis recuerdos empezaron a fluir. En
cierto punto del proceso, tuve la sensación de que alguien dictaba y yo
simplemente escribía.
Surgió de inmediato el traslado que me llevara a definir en qué punto de
mi niñez había nacido mi aversión por el sistema político mexicano. El
rechazo desde que tuve uso de razón a todas las políticas colectivistas,
socialistas y nacionalistas promovidas por el sistema—a pesar de que
era el modus vivendi de toda la sociedad, incluyendo la clase
privilegiada, a la cual pertenecía, danzaban en un armónico acto de
coordinación de todos los elementos participantes incluyendo
empresarios, banqueros, ejidatarios, sindicalistas y una Iglesia
católica con diferentes facetas.
Me preguntaba; ¿había sido la influencia mi abuelo materno un liberal
quien, habiéndose iniciado como arriero, llegara a ser uno de los
ganaderos más prósperos y exitosos del estado? ¿Las ideas de mi padre
importadas de la Europa liberal donde él se había educado?¿El regalo que
me hiciera un profesor de la escuela de economía en la Universidad de
Arizona, la obra magna de Von Mises; La Acción Humana?
Creo que nunca lo sabré pero hasta donde puede remontar mis recuerdos,
con fiereza siempre rechacé al PRI y su política, pero sobre todo, se
desarrolló en lo más profundo de mi ser un rechazo enfermizo hacia el
socialismo, colectivismo y sus derivados. Tal vez alguien que haya
vivido los 70, pueda entender mi choque ante la realidad cuando hiciera
mi debut profesional en medio de la administración de Luis Echeverría—el
verdadero verdugo de México. Peor aún, el desarrollo de mi carrera como
banquero durante su mandato y el de López Portillo.
El documento era además de un tour por el desarrollo del proceso
socializante de México y la devastación provocada, fue un mensaje de
esperanza ante los cambios que se iniciaban. Era una oda de celebración
ante lo que yo consideraba la erradicación del socialismo en América
Latina. Aun cuando la razón me gritaba que lo cocinado en México no era
liberalismo puro, era neoliberalismo, es decir, liberalismo a medias y
estilo mexicano, igualmente lo celebraba pensando; nada puede ser peor
que lo que hemos tenido. Sin embargo, reclamaba mi amigo Alberto
Mansueti; "No, el socialismo no está muerto y ese potaje diluido el
neoliberalismo, en unos años tendrá los efectos contrarios".
Navegamos ya en la segunda década de este nuevo siglo, el de la
esperanza puesto que el anterior simplemente se perdió, y no puedo
hacerlo con el rasgo de mi personalidad con el que me describía mi primo
Roberto Valenzuela cuando me llamaba, "el eterno optimista." No puedo
porque ahora no tengo elementos. Aun cuando las bases de la
macroeconomía mexicana presentan un rostro antes nunca visto (inflación,
intereses, reservas internacionales, tipo de cambio, confianza en el
país, etc,) hay otras señales que no me permiten ser eso; optimista.
El mundo entero presenta un entorno por demás preocupante. Los EU
liderados por un presidente marxista que los dirige hacia el abismo.
Recesión mundial, guerra de los EU contra un enemigo al cual la palabra
orate le sienta como un piropo. Japón entra ya a su tercera década
tratando de revivir el moribundo echándole aire con un abanico Pedro
Infante. En España ni abanico alcanzaron. Alberto Mansueti describe toda
América Latina como un cuadro de horror. Venezuela con su Idi Amín
Chávez se enfila para ser la Cuba de este siglo y la Unión Europea a
punto de un colapso total similar al de Grecia.
México aun con una economía sólida en sus bases, presenta negros
nubarrones en el horizonte. Primero: un Congreso que más que legislatura
parece una reunión de Mao Maos, pero la más grave, con poder puesto que
el Presidente propone y ellos disponen. Segundo: el simplemente ignorar
la monstruosa deuda del país que día a día crece para devorarnos con
una enorme burocracia que sigue desangrando la patria. Tercero: Las
advertencias sin oídos de Mario Vargas Llosa de la urgente necesidad de
modificar nuestra cultura que sigue siendo populista, oligárquica,
colectivista. Cuarto: Todos contra Calderón en una lucha fratricida por
llenar los huecos de poder, mientras el narco se adueña del país.
Pero hoy sólo ampliaré sobre el segundo porque siento es el más grave.
Nuestra deuda sobrepasa el 100 por ciento del PIB. De cada peso que
capta el gobierno mexicano, 90 centavos se filtran por el caño del
pasado, el cual en mucho se puede rastrear hasta las obesas cuentas de
nuestros líderes en Suiza. La dimensión de la burocracia del país, la
estima James Buchanan—premio Nobel de economía en 1986—en cinco veces la
requerida. Sin embargo, en un histérico coro los mexicanos reclaman la
insensibilidad del Presidente ante las necesidades sociales. No han
entendido lo afirmado por Jesse Ventura cuando fuera gobernador; ´no
tengo una fábrica de dinero.´ Cada punto que aumenta nuestro déficit,
más se hunde el país, amenaza con asumir similitud con Grecia, y la
reunión de Mao Maos liderada por los Fernández Noroña continúa.
Hace años le envié a Zedillo un plan preparado en conjunto con
economistas de prestigio mundial; "La venta de Pemex y con el producto,
fondear el Banco Mexicano de Reconstrucción para reestructurar toda la
deuda—incluyendo el Fobaproa, rescate de carreteras, Infonavit, Seguro
Social etc.—, rehabilitar a los deudores para "que pagaran," y en cinco
años vender ese papel ya revaluado en los mercados secundarios del mundo
para liquidar esa deuda." Un Plan Marshall mexicano con tintes de
mercado. Respuesta; Silencio... "El petróleo es nuestro".
Bien, se acaba de dar a conocer un informe súper secreto emitido por uno
de los más reconocidos expertos en el mercado mundial del petróleo;
Sheikh Yamani, Ministro de Petróleo de Arabia Saudita durante más de 20
años. Yamani "informa" que en diez años el precio del petróleo se
desplomará. En los siguientes 20, su época habrá terminado. En treinta
años no habrá uso ni compradores. La edad de piedra terminó no porque se
terminó la piedra; así la edad del petróleo terminará no por falta del
energético, sino porque ya no tendrá uso.
La tecnología de combustible celular que produce electricidad
-combinando hidrógeno proveniente de una serie de combustibles con
oxígeno del aire— será el tiro de gracia. Esto sucederá antes de que
termine esta década y hará del oro negro una reliquia; un país como los
EU en el cual el 50 por ciento de su consumo es gasolina; si se elimina,
visualicen los efectos en su economía y sobre todo, en la de los países
productores. Este informe flota a la superficie para estremecer al
mundo. "El petróleo es nuestro," sí, igual que el aire que respiramos y
por lo que afirma el Sheikh, más o menos tendrán el mismo valor. ¿Ahora
quién podrá ayudarnos? ¿El Chapo_lín Guzmán?
|
No hay comentarios.:
Publicar un comentario