Internacional
El Gobierno desembolsa 2.281 millones de dólares y salda la deuda de los ahorradores de cuyos depósitos se apropió en 2002
Once
años más tarde Argentina puede decir que el «corralito» y «el
corralón», en rigor el gran problema, forman parte de la historia. Las
dos figuras que simbolizan la debacle en el 2001 del sistema financiero,
junto a la mayor crisis política y social del país, son ya pasado. El
paso adelante se producirá cuando el Estado pague, a lo largo de la
jornada, el Boden 2012 ("bonos del estado nacional"), la última deuda
que tenía pendiente desde entonces con los ahorristas y que sirvió de
canje para compensar la transformación compulsiva de sus depósitos en
dólares a pesos ultra devaluados («corralón»).
La presidenta, Cristina Fernández de Kirchner,
tiene motivos para celebrar esta vuelta de página de las maltrechas
finanzas pero muchos más para preocuparse por el rumbo que toma la
economía de Argentina, un país que, pese a las apariencias, sigue en
suspensión de pagos con una minoría simbólica de los llamados «hold
outs» y el Club de París del que, entre otros, forma parte España. En
otras palabras, esto significa que Argentina tiene el grifo del crédito cerrado.
En otros terrenos, paralelos, los baches que trata de sortear Argentina
se encuentran en las autopistas de las exportaciones, que en junio
cayeron el 10%. También en el PIB, que descendió un 0,5%. Y la curva más
peligrosa, sin duda, en estos tiempos, se llama inflación: ésta se
disparó en torno al 25%. Pero oficialmente, en un discurso que causa
sonrojo entre los mismo miembros del Gabinete, el Gobierno insiste en
que el descontrol de precios al alza no pasa del 10%.
En
este contexto, los argentinos pasan cada día tratando de buscar refugio
en el dólar, la moneda de ahorro histórica para ellos, para la
presidenta y para la mayoría de sus ministros. Ante esa desesperación
por los «billetes verdes», Cristina Fernández, forzada por un
comentarista de radio, decidió hace unas semanas «pesificar» un depósito que tenía declarado en dólares.
Y de paso instó a sus ministros a que hicieran lo mismo. Unos
cumplieron y otros, como el artífice de la intervención y posterior
expropiación de Ypf a Repsol, Axel Kicillof, no.
Los
obstáculos para adquirir divisas han provocado que, como en Venezuela,
existan dos mercados de cambio. En el oficial el dolar se compra a 4,58,
pero las trabas son tantas y la mayoría sin referencia de norma escrita
que los ciudadanos no pueden adquirirlos y deben buscar en las
«cuevas», «arbolitos» y otros lugares donde el «blue» o «negro» ha llegado a los siete pesos.
Gran incertidumbre
Roberto Lavagna, exministro de Economía de Eduardo Duhalde y de Néstor Kircher
fue el artífice del mayor canje de la historia y de los Boden. Logró
para Argentina una reestructuración de deuda tan favorable que supuso
para el país, en determinados supuestos, el pago del 25% de las
obligaciones contraídas. Hoy mira el rumbo de Argentina con
desconfianza. «La nación enfrenta un gran déficit» y «la lógica en
cualquier país razonable es sentarse a ver qué hay que hacer para
enfrentar el problema».
Para
Lavagna, creador de las distintas series de bonos, incluido el Boden
2012, «hay un principio de recesión claro. El primer semestre no ha sido
bueno. Algunos sectores de la industria y la construcción han sentido
fuerte el efecto y hay sobre todo, niveles de incertidumbre muy
grandes». Sus declaraciones en el cierre del coloquio de la Unión Industrial de Córdoba,
vienen acompañadas de otras apreciaciones. «Me parece que hay muchos
sectores que se habían ilusionado y fueron pasando por alto datos de la
realidad que mostraban que en algún punto íbamos a tener problemas;
porque la caja en pesos se fue agotando, el superávit fiscal también; al
igual que la caja en dólares, que también desapareció. Entonces, aparecen las restricciones».
El «corralito», expresión original de periodista Antonio Lage, nació el 3 de diciembre del 2001. El por entonces ministro de Economía, Domingo Cavallo,
explicó que consistía en un límite semanal en la extracción de efectivo
de cuentas y cajas de ahorros. La medida trataba de evitar la sangría
de capitales al exterior y el crack de la banca pero no se apropiaba de
los fondos como sucedió posteriormente con el «corralón». El Gobierno
llegó a emitir en el 2002 Boden por valor de 19.641 millones de dólares.
Le quedaban pendientes de pago 2.281 millones. Esos son los que hoy
desembolsará para quedar, al menos con esos deudores, en paz.
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