REFLEXIONES LIBERTARIAS
PEJE YA VETE A LA CHINGADA
Ricardo Valenzuela
Hace unos años el filósofo libertario David Kelly
participaba en un debate cuando, tratando de sorprenderlo, lo fusilan con una
pregunta: ¿Quién piensa ha hecho más por el bienestar de la humanidad, Mike
Milken o la madre Teresa? Kelly, sin titubear responde; “por supuesto que Mike
Milken.”
Milken es el inventor de los bonos de alto rendimiento a
quien Rudy Guliani lograra etiquetar como el más cruel y despiadado de los
capitalistas para, mediante trucos legales, enviarlo a prisión y así catapultar
su carrera política. Pero el argumento que más impactaba al jurado que lo
condenó, fue que durante el año de 1987 Milken tuviera un ingreso de 570
millones de dólares, mas no robados, producidos en sus esquemas financieros
creando valor.
Kelly, al observar el asombro de los participantes,
continúa. “Para que existan las madres Teresas, primero deben de emerger los
Mike Milken, los Bill Gates, los Michael Dell. Es decir, para que haya repartidores
de riqueza, primero tienen que existir sus creadores porque, tradicionalmente,
los repartidores profesionales jamás han creado nada.”
Una de las peores agresiones históricas al sentido común,
ha sido el brote de gobiernos en su cruzada en contra de la pobreza puesto que,
sin excepción, siempre terminan empobreciendo aun más a la población. Sin usar
sentido común, concentraron sus esfuerzos en la “redistribución” sin
preocuparse de cómo se debía de crear. Los gobiernos nunca han sido fuentes de riqueza
y al desviarse de su función de realmente gobernar, se convierten en parásitos
que, inmoralmente, disponen de ella. Si nos preocupa el bienestar de los
miembros desprotegidos de nuestra sociedad, es hora de entender lo que
realmente crea esa riqueza antes de gritar; ¡redistribución!
Algunos piensan depende de recursos naturales. Sin
embargo, América Latina y África son regiones dotadas de ilimitados recursos
naturales, pero refugio de los pueblos más pobres del planeta. En contraste,
Inglaterra, Hong Kong, Japón, Taiwán, Suiza son pobres en la dotación de su
naturaleza, pero habitados por las sociedades más ricas del mundo. Otros
argumentan que el colonialismo nos empobreció, pero Australia, Nueva Zelanda,
los EU, Hong Kong, Canadá, Singapur en su momento fueron también colonias.
Sin embargo, cualquier gente con cierto coeficiente
intelectual, entenderá que para crear riqueza se requieren elementos como;
motivación, trabajo, autodisciplina, educación. Pero todo ello es inservible si
a nivel sociedad no tenemos un ambiente de libertad para comerciar, respeto a
la propiedad privada, santidad de los contratos y, sobre todo, protección a los
derechos del individuo para, con su trabajo, lograr una ganancia lícita. Pero
todas estas instituciones que promueven la formación de capital, son los
blancos principales de los gobiernos ineptos y demagogos.
Al final del día y cuando el humo de la demagogia se
disipa, nos damos cuenta de que gente libre y de mente libre son los creadores
de la riqueza.
Pero luego tenemos los repartidores compulsivos, tragedia
que ha causado la castración de la humanidad. El inventor del “sistema de
bienestar social”, Bismarck, exponía sus motivos a William Dawson: “Mi idea fue
sobornar a las clases populares para llevarlos a una dependencia que los
hiciera pensar del estado como el responsable de su bienestar de la cuna a la
tumba.” Y cuando la gente escucha cómo son explotados por la tienda de raya
pero en el estado tienen a su Pepe el Toro, empiezan a pensar que “pueden y
deben” tener lo que no han ayudado a producir.
Cuando un gobierno “supuestamente regala algo,”—Ej. En
forma de subsidio—es porque lo ha expropiado a alguien más. El gobierno tiene
sólo dinero de nuestros impuestos y si bendice a los agricultores con
subsidios, se baja el cero y no toca a educación, salud o protección. Si López
Obrador, en el único trabajo que ha tenido como gobernador del DF, regalaba
despensas, es porque dejaba de recoger la basura en ciudad. Si otorgaba
subsidios para electricidad o pasajes en el metro, es porque le restaban al
mantenimiento de calles, o peor, porque endeudaba la ciudad hasta la “seña
vieja.” Y es que para gente como el Peje el problema no es pobreza, sino
desigualdad en algo que solamente es la idealización de la envidia muy adornada
con estupidez.
Los gobiernos “progresistas” se dieron a tejer un manto
económico—social tan artificial que Von Mises lo bautizó como el
Destruccionismo. Así nos arroparon en una nueva forma de socialismo en el cual,
el estado sin ser ya propietario de los medios de producción, decide quienes
son ganadores y perdedores. Es cuando los actores económicos en lugar de buscar
ganancias “creando riqueza,” buscan rentas aseguradas por el estado, y así
nació también el sistema de “bienestar corporativo” y los empresarios pegados a
la ubre del gobierno. Pero más grave, destruyó la autoestima y el futuro de las
capas débiles de la sociedad cuando entregan su recato y dignidad, a cambio de
las migajas entregadas por demagogos.
Este cáncer llevó, inclusive, a ciertos gobiernos a
“legislar” la garantía de un ingreso para todos, trabajaran o no. Ese derecho a
un ingreso garantizado por el gobierno, le daba el poder para despojar al
individuo no sólo de su responsabilidad para labrar su destino, sino de su
libertad y del control de su vida. Ha sido tal el efecto de estas políticas
que, en EU acaba de darse a la luz pública casos de violadores sexuales
quienes, para cometer sus crímenes, utilizan VIAGRA proporcionada por el
sistema de salud gubernamental.
Pero nuestro Peje, portando su clásica piel de oveja y
con ese cinismo que lo caracteriza, expuso un plan económico para su
presidencia cuyo pilar estratégico, era “reducirse el sueldo, fijar su
residencia en el palacio nacional, revivir La Compañía de Luz y Fuerza del
Centro, y convertir las islas Marías en el nuevo Disneylandia.” Los EU en los
80s enterraron a la Unión Soviética con su REGANOMICS. A México, en manos del
Peje Bolivariano, le esperaba su funeral con nuestro PEJECONOMICS.
Aunque la mona se vista de seda mona se queda. No se
hagan bolas, la presidencia del Peje hubiera sido el evento que le permitiera a
Fidel Castro morir en paz al haber coronado su sueño de colgar un cuete nuclear
en la cola de su gran enemigo, el “Diabólico Imperio Norteamericano.” Si en el
proceso México regresaba a la época de las cavernas, eso no era su problema
porque además, él ya habría chupado Faros.
Pero mi querido Bolívar
tropical, perdiste otra vez y es tiempo que te vayas a tu rancho pomposamente
bautizado por ti como: La Chingada.
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