08 agosto, 2012

Por fortuna el hombre blanco salva el día (neocolonialismo intelectual en Kony 2012)

Por fortuna el hombre blanco salva el día (neocolonialismo intelectual en Kony 2012)

La colonización territorial necesita antes un proceso de colonización intelectual y, según parece por la desmedida reacción del mundo, Kony 2012 ha cumplido con este requisito.

A estas alturas supongo que ya se ha hablado profusamente del documental Kony 2012 que durante casi toda la semana pasada sacudió las buenas conciencias, mostrando la atroz realidad que vive en algunos países centroafricanos la población infantil que se ve forzada a unirse a las fuerzas sanguinarias de un grupo paramilitar.
Lo digo desde ahora: a mí no me importa saber si esto sucede o no ni tampoco investigar las intenciones manifiestas o secretas de los ángeles guardines que denunciaron a ese Príncipe de las Tinieblas. Poco me interesa saber si lo suyo es un negocio o, como se dijo en Pijama Surf hace unos días, si se trata de la reducción del activismo a la frivolidad más hipócrita.

Mucho más interesante para mí es pensar un poco en torno a la desmesurada reacción del mundo ante esta exitosa campaña de merchandising social y casi caritativo. Millones y millones de personas siguieron con cierta atención (tanta como se puede tener en Internet) el asunto y, lo que es más curioso, no dudaron ni un instante en lanzar hondos gemidos de pesar por el desdichado destino de esos inocentes niños, dispuestas a hacer suyas sin el menor reparo las consignas y las peticiones para resolver un problema que sucede a miles de kilómetros de distancia.
Si quise escribir esto hoy es sobre todo para hacer hincapié en esa recepción poco o nada crítica que a veces hacemos de este tipo de denuncias. No niego el asunto del maltrato infantil, pero tampoco creo los métodos que se implementen para erradicarlo sean solo por dicho objetivo aceptables en sí mismos y sin objeciones. Incluso una lectura superficial y de pocas luces de Kony 2012 deja ver que, según sus realizadores, la solución a lo que sucede con el Ejército de Resistencia del Señor se encuentra, en pocas palabras, en la intervención directa de Estados Unidos en aquellos países africanos que sufren esta amenaza. Y, hasta donde sé, la historia tiene varios ejemplos, algunos bastante recientes, de que semejante medida deja las cosas más o menos como estaban antes de la invasión pero con la sola diferencia de un gobierno “democrático” más afín a los intereses del gobierno y las elites estadounidenses que a los de su propia población local.
Se trata, en suma, de la misma voluntad colonial que justamente tiene al continente africano sumido en la desgracia desde hace por lo menos dos siglos, cuando las potencias europeas lo saquearon hasta saciarse sin dejar nada a cambio más que muerte y caos. ¿Hay razones para pensar que esto puede ser diferente doscientos años después?
Por otra parte, creer a pie juntillas en la lectura que se hace en Kony 2012 de la realidad infantil centroafricana y apoyar sin rechistar la causa de Invisible Children es, de alguna manera, reproducir también desde nuestra propia mente ese patrón cultural hegemónico que dicta que solo el hombre blanco tiene la capacidad de resolver un problema, que los demás (indígenas, negros, mujeres, todo individuo o grupo social que no comulgue ni pertenezca a la modernidad europea-occidental) son impedidos intelectuales carentes del entendimiento suficiente para tomar la responsabilidad de sus propias acciones, con todo lo que esto implica. Sin embargo, movimientos de resistencia contemporáneos demuestran que en la oposición a dicho precepto paternalista y neocolonialista  es donde se encuentra una posibilidad efectiva de transitar hacia una realidad más justa y más equitativa.
Esa es, me parece, mi principal crítica a este asunto: el hecho de que una manipulación sentimental bastante burda pueda ocultar con tamaña simpleza realidades potencialmente igual de atroces que las que ya suceden en este miso momento.
Y lo siento, pero yo no me creo en el deber moral ni de ningún tipo de ayudar a los niños ugandeses o congoleños. La miseria del mundo también alcanza mi realidad inmediata.

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