07 agosto, 2012

Redentores

Redentores

Printer-friendly versionSend to friendpor Gabriela Calderón de Burgos

Gabriela Calderón es editora de ElCato.org, investigadora del Cato Institute y columnista de El Universo (Ecuador).
En su libro Redentores: Ideas y poder en América Latina, el historiador mexicano Enrique Krauze analiza 12 personajes de la historia moderna de la región. Las ideas importan y este libro muestra cómo ellas explican la historia reciente de Latinoamérica.
Vale la pena destacar la cita de Paz con que el autor inicia el libro —“La Revolución ha sido la gran Diosa, la Amada eterna y la gran Puta de poetas y novelistas”— ya que todos los personajes del libro en algún momento estuvieron enamorados de la idea de construir una utopía desde arriba. Gran parte del capítulo sobre Paz trata acerca de su conversión de un marxismo que profesó hasta final de la década de los sesenta a un liberalismo político. Esa conversión haría de Paz en el universo marxista “el gran hereje”.

En el capítulo sobre Eva Perón Krauze dice que “siguiendo la vieja tradición española de poder patrimonial, Juan y Evita se comportaban como el único y legítimo patrón y amo de Argentina” y luego explica cómo toda la familia de Evita prosperaría bajo el dominio de Perón.
Se puede aprender más sobre el Che Guevara con este libro que con las películas que han salido de Hollywood acerca de él. Por ejemplo, el Che creó el primer campo de concentración de trabajo adonde serían enviados homosexuales, testigos de Jehová, limosneros, disidentes “y todos aquellos que parecían disminuir la imagen de una revolución popular saludable y fuerte”.
Luego el autor analiza la relación entre la política y la novela. A Gabriel García Márquez Krauze lo describe como un eterno enamorado del poder: “Cuando García Márquez se concentra en el déspota, no es para exponer la complejidad interna de un hombre de estado, sino para inspirar compasión por un hombre triste y solitario”. Su novela El otoño del patriarca,  “deshumaniza a las víctimas y re-humaniza al dictador”. Consecuentemente, García Márquez dedicó su fama al servicio de la Revolución Cubana.
Krauze incluye un capítulo acerca de un novelista que se ha dedicado a hacer lo contrario: Mario Vargas Llosa. Particularmente en su novela La fiesta del chivo, Vargas Llosa muestra hasta donde puede llegar el abuso de poder por parte de un caudillo, en este caso Rafael Trujillo de la República Dominicana. Krauze indica que “El Trujillo de Vargas Llosa es una figura muy distinta a los dictadores que se mueven a través de las igualmente grandiosas novelas de García Márquez. . . La fiesta del chivo…es una virulenta acusación del tirano y cualquiera dispuesto a servirle”.
El último capítulo es sobre Hugo Chávez, “el caudillo posmoderno”. En Chávez se juntan el nacionalismo, el anti-yanquismo, la fe en la revolución y el misticismo de varios de los personajes descritos en los capítulos anteriores.
Mary Anastasia O’Grady del Wall Street Journal recientemente destacó que ninguno de los personajes de este libro fue un empresario y que la mayoría de ellos difundieron ideas hostiles al individualismo. O’Grady agrega que “El colectivismo, la igualdad económica, y la socialización del riesgo fueron los temas seleccionados por la filosofía política . . . Millones de estudiantes latinoamericanos alrededor de la región han sido marinados en el mismo guiso”. No debería sorprender que todavía existan en no pocos países de la región instituciones débiles al servicio de un caudillo.

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