Cuba: Atemperar a papá – por Yoani Sánchez
“Papi tú no te vayas a meter en nada”, le aconseja la hija desde el otro lado de la línea. La misma hija que hace unas semanas le envió algo deSe le ve cambiado. Cuando alguien le habla de política salta hacia el tema del clima o del béisbol. A esos vecinos disidentes a los que les negaba el saludo les ha vuelto a hablar e incluso a guiñarles un ojo con complicidad. Ya las reuniones de la asociación de combatientes le parecen tan aburridas, los periódicos tan vacíos, las consignas tan falsas… ni siquiera enciende la televisión cuando hay discursos oficiales. ¿Qué le ha ocurrido? Una mezcla de frustración, molestia ante la pensión bajísima, la corrupción imperante y el aplazamiento indefinido de los sueños. Pero en su caso los hijos han sido el principal catalizador de la inconformidad, el mentís más rotundo que hubiera podido recibir su ideario. La mayor vive en Europa y el más pequeño cruzó en balsa el estrecho de La Florida. Ninguno quiso quedarse a esperar los frutos del sistema por el que “Papá tanto luchó”.
Después de la partida de sus “niños”, ha descubierto en sí a un hombre más moderado, capaz de aceptar que los hijos de otros también se vayan sin por ello correr a lanzarles huevos o insultos. No permite que nadie llame a sus vástagos “traidores” y ha aprendido que el inglés que habla su nieta nacida en Arkansas no es –para nada- la lengua del
Nota: Para Marino Murillo, vicepresidente cubano y padre que, hace pocos días, vio partir una hija hacia el exilio.
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