Una burda sátira de Mahoma desata la protesta del mundo musulmán
Una burda sátira de Mahoma desata la protesta del mundo musulmán
La película fue rodada en EE UU por un promotor inmobiliario israelí
Ignacio Cembrero
Madrid
Para los musulmanes ortodoxos representar al profeta Mahoma o a Alá
es una ofensa al islam. Presentar al enviado de Dios, en una película,
como acosador sexual, bufón, homosexual a ratos, pedófilo, ladrón,
etcétera es algo tan reprobable que carecen de palabras para condenarlo.
Es, sin embargo, así como describe al profeta Inocencia de los musulmanes (Innocence of Muslims), un largometraje estadounidense de dos horas que parodia la vida del fundador del islam.
Nunca una película tan grotesca y vista por tan poco público ha suscitado en la historia del cine tanta polémica, violencia y cuatro muertos, el martes, en el Consulado de EEUU en Bengasi. Porque la cinta con actores norteamericanos desconocidos, incrustados en un paisaje desértico, y rodada en un modesto estudio californiano solo ha sido proyectada una vez, a principios de año, en una sala de cine medio vacía en Hollywood.
Algunos trailers en inglés fueron colgados en julio en Youtube, pero no cosecharon muchas visitas aunque arrancan con imágenes de Mahoma lamiendo el sexo de una de las 61 esposas —11 de ellas simultáneamente— que, según la película, tuvo a lo largo de su vida.
Rodando esas imágenes que ridiculizan al profeta el productor y director de Inocencia de los musulmanes, Sam Bacile, de 54 años, hizo, según él, “una película política, no religiosa”. Se trataba de demostrar que “el islam es un cáncer”, según declaró al diario The Wall Street Journal.
Bacile, promotor inmobiliario que posee la doble nacionalidad estadounidense e israelí, costeó la obra gracias a una colecta de cinco millones de dólares entre donantes judíos cuyos nombres rehúsa desvelar por razones de seguridad. Con el dinero recaudado contrató, en 2011, a 60 actores y a un equipo técnico de 45 personas. Aun así, a juzgar por los extractos vistos en Internet, la obra parece hecha por aficionados.
El mismo Bacile vive ahora escondido y ha advertido a Steve Klein, su asesor cinematográfico, que hasta ayer no había tomado tantas precauciones: “Serás el próximo Theo van Gogh”, el cineasta holandés asesinado, en Amsterdam en 2004, por un islamista marroquí. Si el recorrido comercial ha sido casi nulo, el mediático de esta “película estúpida”, como la describe el diario New York Post, está siendo espectacular. A ello han contribuido dos factores. Primero la traducción de los trailers al árabe y su difusión a través de Twitter y de las televisiones cristianas árabes que desde EE UU transmiten vía satélite. Los medios audiovisuales egipcios retomaron la información.
A eso se sumó el islamófobo pastor Terry Jones, conocido por haber quemado en público un ejemplar del Corán. Alabó el largometraje en un comunicado porque, según él, muestra “la ideología destructora del islam”. El martes por la noche proyectó para sus feligreses, en su iglesia de Gainesville (Florida), 13 minutos de la película.
Inocencia de los musulmanes también ha sido elogiada por MorrisSadek
y su Asamblea Nacional Copta Americana que ha puesto así en apuros a
sus correligionarios en Egipto que representan el 10% de la población.
El gran muftí de Egipto, Ali Gomaa, se ha apresurado en denunciar “las
acciones emprendidas por los extremistas coptos”.
No es la primera vez que la proyección de imágenes que representan a Mahoma suscita la reprobación de los musulmanes radicales. Ha sucedido en múltiples ocasiones, la última en octubre pasado cuando los salafistas tunecinos protestaron violentamente contra la difusión por la televisión privada Nessma de la película Persépolis en la que también aparece un anciano bonachón que encarna a Dios.
La mayoría de los teólogos musulmanes consideran que pintar a Alá y a Mahoma es un sacrilegio, pero otros discrepan con este veto. El argelino Malek Chebel recuerda, por ejemplo, en su Diccionario enciclopédico del Corán que “ningún texto fundacional del islam formula la prohibición de representar a Mahoma”. El islam chií, que se practica en Irán, es algo más tolerante que el suní.
Nunca una película tan grotesca y vista por tan poco público ha suscitado en la historia del cine tanta polémica, violencia y cuatro muertos, el martes, en el Consulado de EEUU en Bengasi. Porque la cinta con actores norteamericanos desconocidos, incrustados en un paisaje desértico, y rodada en un modesto estudio californiano solo ha sido proyectada una vez, a principios de año, en una sala de cine medio vacía en Hollywood.
Algunos trailers en inglés fueron colgados en julio en Youtube, pero no cosecharon muchas visitas aunque arrancan con imágenes de Mahoma lamiendo el sexo de una de las 61 esposas —11 de ellas simultáneamente— que, según la película, tuvo a lo largo de su vida.
Rodando esas imágenes que ridiculizan al profeta el productor y director de Inocencia de los musulmanes, Sam Bacile, de 54 años, hizo, según él, “una película política, no religiosa”. Se trataba de demostrar que “el islam es un cáncer”, según declaró al diario The Wall Street Journal.
Bacile, promotor inmobiliario que posee la doble nacionalidad estadounidense e israelí, costeó la obra gracias a una colecta de cinco millones de dólares entre donantes judíos cuyos nombres rehúsa desvelar por razones de seguridad. Con el dinero recaudado contrató, en 2011, a 60 actores y a un equipo técnico de 45 personas. Aun así, a juzgar por los extractos vistos en Internet, la obra parece hecha por aficionados.
El mismo Bacile vive ahora escondido y ha advertido a Steve Klein, su asesor cinematográfico, que hasta ayer no había tomado tantas precauciones: “Serás el próximo Theo van Gogh”, el cineasta holandés asesinado, en Amsterdam en 2004, por un islamista marroquí. Si el recorrido comercial ha sido casi nulo, el mediático de esta “película estúpida”, como la describe el diario New York Post, está siendo espectacular. A ello han contribuido dos factores. Primero la traducción de los trailers al árabe y su difusión a través de Twitter y de las televisiones cristianas árabes que desde EE UU transmiten vía satélite. Los medios audiovisuales egipcios retomaron la información.
A eso se sumó el islamófobo pastor Terry Jones, conocido por haber quemado en público un ejemplar del Corán. Alabó el largometraje en un comunicado porque, según él, muestra “la ideología destructora del islam”. El martes por la noche proyectó para sus feligreses, en su iglesia de Gainesville (Florida), 13 minutos de la película.
Inocencia de los musulmanes también ha sido elogiada por Morris
No es la primera vez que la proyección de imágenes que representan a Mahoma suscita la reprobación de los musulmanes radicales. Ha sucedido en múltiples ocasiones, la última en octubre pasado cuando los salafistas tunecinos protestaron violentamente contra la difusión por la televisión privada Nessma de la película Persépolis en la que también aparece un anciano bonachón que encarna a Dios.
La mayoría de los teólogos musulmanes consideran que pintar a Alá y a Mahoma es un sacrilegio, pero otros discrepan con este veto. El argelino Malek Chebel recuerda, por ejemplo, en su Diccionario enciclopédico del Corán que “ningún texto fundacional del islam formula la prohibición de representar a Mahoma”. El islam chií, que se practica en Irán, es algo más tolerante que el suní.
El nombre de Mahoma en vano
Por: Ramón Lobo
Un rescate tardío: el cuerpo del embajador fuera del consulado. / AFP.
Las muertes del embajador de EEUU en Libia, Christopher Stevens, y de otros tres dipomáticos del mismo país, llegan en plena campaña electoral, en la que el republicano Mitt Romney no ha perdido el tiempo en buscar ganancia. Algo que ha provocado la indignación de la Casa Blanca y críticas en medios de comunicación, como Salon, que titula: "La lamentable declaración de Romney sobre Libia".
Con un posible ataque israelí a Irán planeando en el ambiente, el asalto a la legación norteamericana en El Cairo y el mortal ataque al consulado de Bengasi, despiertan memorias de lo ocurrido en Teherán el 4 de noviembre de 1979, cuando cientos de estudiantes revolucionarios dirigidos por los hombres del ayatolá Jomeini tomaron 54 rehenes. Nadie lo dice; nadie lo olvida.
Aquella crisis le costó la presidencia a Jimmy Carter tras un fallido rescate. Este precedente impide a Obama saciar las ansias del primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, deseoso de bombardear las instalaciones nucleares iraníes antes de final de año.
Muerto el chamán, ¿se acaban las tribus?
Autor:
Roberto Cruz
En el futuro, hablar de una izquierda no dispersa, sino unida en proceso electorales, significa, en su totalidad, aceptar la rectoría y la toma de decisiones de ya saben quién. No habrá de otra
LOS “NUEVOS LIBERALES”: 20 PREMISAS
Alberto Mansueti
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Porque en todas partes es lo mismo: nuestro mensaje liberal es
ignorado o resistido fieramente por todos quienes de una u otra manera se
benefician del estatismo, o esperan beneficiarse a futuro. Y cuando ese mensaje
llega al público no comprometido, muchos lo entienden y aceptan, pero la
segunda pregunta que hacen es: “¿Y cuál es el partido …?” (La primera es: “¿Y
en qué país … ?”) Si la respuesta es “No hay tal partido”, la gente piensa que
en esas ideas tan bellas, pero abandonadas tiempo atrás en casi todo el mundo,
algo debe haber erróneo, dañoso, utópico o disparatado. Que seguramente deben
ser impracticables por alguna razón (vaya a saber cuál), al punto que sus
defensores no se juegan por ellas en la arena política. Y ahí se acaba todo.
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