El pasado sábado, en los
cuarteles del PRD y de Morena, inició la guerra que caracterizará a la
mal llamada izquierda mexicana durante los próximos tres años; hasta la
elección federal intermedia de 2015.
¿Y por qué la batalla político electoral protagonizada por la izquierda
pudiera ser calificada como "la madre de todas las batallas"?
Se pueden esgrimir muchas y muy variadas razones, pero una flota en la
superficie del espeso potaje de los grupos políticos motejados como "de
izquierda". Que en sentido contrario a la historia –que en los últimos
25 años premió la unificación de la izquierda--, y contra la lógica
política básica, hoy las izquierdas mexicanas le apuestan no sólo a
dividirse y fragmentarse, sino a la atomización. Es decir, apuestan a la
derrota.
Pero acaso la resultante más grave de la fragmentación que ya en este
momento enfrentan las izquierdas, no es o no será que están sellando su
destino como los perdedores históricos. No, acaso la consecuencia más
notable y perniciosa de la fragmentación de la izquierda sea la
consolidación de otro medio siglo de PRI en el poder.
Dicho de otro modo, que en la medida que las izquierdas se dividen, se
fragmentan y se atomizan, en esa mismas medida el PRI de Enrique Peña
Nieto se fortalece, se revitaliza y, en el extremo, tendría todo para
perpetuarse en el poder. ¿Por qué?
Porque si hacemos un ejercicio elemental de memoria, recordaremos que la
gran fractura del PRI hegemónico --en 1986--, se produjo desde el
flanco izquierdo, y a partir de la alianza del ex priismo de Cárdenas y
compañía, con las izquierdas de entonces.
En realidad la unificación de las izquierdas hicieron lo impensable;
fracturar al PRI. Y si bien la izquierda agrupada en el PRD no llegó al
poder desde 1988 y hasta 2012, no es porque fuera una fuerza menor, sino
porque nunca pudo sacudirse la "tara" del caudillismo.
En cambio, cuando el PRI estaba tocado de muerte –y mientras que el PRD
se debatía en su "tara caudillista"--, el PAN cometió el grandísimo
acierto de aliarse al PRI debilitado, para ayudarlo a bien morir. Por
eso el PAN llegó al poder en el año 2000, y por eso el PRD fracasó en
todas las elecciones presidenciales, desde 1988, pasando por 1994, 2000,
2006 y 2012.
Hoy las izquierdas caminan para atrás, y sobre sus mismos pasos. ¿Por
qué? Porque en lugar de unificar, sumar y fortalecer, se dividen y hasta
se atomizan. Y la razón de esa fragmentación es una repetición –en
comedia--, de la tara del caudillismo que los llevó a la tragedia.
El caudillo AMLO --el "otro yo" del PRD, como atinadamente lo calificó
Jesús Ortega--, se va del PRD, del PT y del MC, no por razones
ideológicas, tampoco por cuestiones programáticas. No, se va porque en
su genética sigue vive la "tara del caudillo"; esa que lo hace soñar,
imaginar, creer y hasta alardear que es el "mesías prometido", el
"salvador de la Patria", el "iluminado". Pero en esta trama existe algo
aún más cuestionable. ¿De qué se trata?
De recordar lo elemental; que en buena medida, el fracaso de las
izquierdas en la contienda presidencial de 2012, se debe a la necedad de
AMLO por ser el candidato presidencial. Visto desde otro ángulo; que en
la práctica, AMLO se convirtió en alfíl de Peña Nieto para dejar fuera
de la contienda presidencial a Marcelo Ebrard, quien sí podía significar
un peligro para el PRI. Pero no es todo. Una vez que AMLO funde Morena,
de nuevo será el alfíl para que el PRI de Peña Nieto siga en el poder
otra buena temporada.
Así, en la elección federal de 2015, cuando Morena deba enfrentar la
contienda sin alianzas –como lo marca la ley--, se enfrentará al PRD, al
PT y al Movimiento Ciudadano, además de que también competirá con un
posible partido de corte socialdemócrata. Asistiremos a la
multiplicación de los panes –de la izquierda--, que lo único que
conseguirá será fortalecer al PRI. Y en el centro de esa feria de
vanidades, estará el caudillo, que tratará de robar el cascajo y los
recursos de otros grupos de izquierda. Y en medio de esa lucha por el
cascajo de las izquierdas, veremos otra guerra político electoral.
Por eso la pregunta. ¿Quién, con dos dedos de frente, puede creer que
esa izquierda peleonera, dividida y caudillista tiene futuro?. Al
tiempo.
En el camino
Por cierto, en 2015 también podría aparecer un nuevo partido, en cuya
fundación trabajan los hermanos René Arce, Víctor Hugo Círigo y el ex
panista Manuel Espino; tendencia partidista que pudiera ser
socialdemócrata –es decir, de centro izquierda y centro derecha--, y que
poco daño haría a la izquierda caudillista. |
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