02 octubre, 2012

Colombia: Los ceros de santos y la posguerra

Colombia: Los ceros de santos y la posguerra – por Jorge Barrientos Marín

No es la primera vez que se menciona en el país la idea de quitarle ceros a la moneda. Este embeleco no tiene ninguna justificación económica, además de ser costoso -pues el cambio de marras sobrepasa una cifra con muchos ceros (220.000 millones de pesos)- muestra que el Gobierno tiene poco que ofrecer en materia de agenda lesgilativa.
Solo habría una razón para tomar el proyecto de ley en serio, y es si el país sufriera de una inflación estructural de más de dos dígitos o una hiperinflación.
En esos casos no solo se justifica el cambio de moneda, sino que la evidencia existente sugiere que el experimento suele ser exitoso.


A diferencia de lo que piensan los ponentes del proyecto de ley, yo sí creo que pasar de los viejos pesos a los nuevos pesos puede afectar el bienestar general de las personas, habida cuenta de que parecería inevitable el incremento del nivel de precios por cuenta del efecto “redondeo” (los precios entonces van hacia el alza como ocurrió en Europa con el euro).
Por ejemplo, si hoy algo cuesta 2.850 pesos, con el cambio quedaría en 2 nuevos pesos con 85 centavos, es entonces fácil prever que el bien en cuestión tenderá a costar 3 nuevos pesos.
El cambio de moneda obligaría a tener monedas de 1, 2, 5 y 10 céntimos, las cuales, como ocurre con nuestras actuales monedas de 20 pesos, nadie las querrá en el bolsillo.
Pero a los costos del cambio de los billetes y monedas, hay que sumarle el de las campañas reeducativas y la incertidumbre durante el cambio, pues como toda la masa monetaria no pueden sacarse simultáneamente, habrá viejos y nuevos pesos circulando paralelamente, lo que es aprovechado por los “vivos”.
Además, hay unos costos de menú asociados al cambio de precios en toda la economía, costo que se compensa con unos precios más altos.
Cambiar la moneda es, pues, en este momento, un capricho oneroso e innecesario, en un país como Colombia que lo que requiere son verdaderos proyectos de ley para mejorarlo en aspectos como salud, educación o justicia.
Claro que a lo mejor estoy siendo injusto con Santos y quizá lo que pretende el Presidente es preparar el país para el posconflicto; es decir, mientras el proyecto de ley surte el trámite en la plenaria de la Cámara y en el Senado, pasará un año, más o menos el plazo para la paz, y habida cuenta de que él aspira a pasar a la historia como el pacificador, qué importa si -además de quitarle los ceros a la moneda- se le pone a algún billete una estampa de Eduardo Santos o, por qué no, una del propio Juan Manuel Santos.

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