17 octubre, 2012

El presidente repara en Nueva York los daños efectuados a su campaña en Denver

El presidente repara en Nueva York los daños efectuados a su campaña en Denver

Barack Obama mejora su actuación respecto a hace dos semanas, en contenido y en forma

Obama, al finalizar el debate. / STAN HONDA (AFP)

Barack Obama renació para su segundo debate electoral. Con la lección aprendida, el presidente acudió al plató con los temas preparados. No se dejó ninguno en el tintero: el 14% de impuestos que paga Mitt Romney; el famoso vídeo en el que este dijo que el 47% de los electores no le votaría porque creen que merece vivir de las ayudas del Gobierno; la polémica idea de la autodeportación para los 11 millones de inmigrantes ilegales que residen en EE UU, y el hecho de que efectuara acusaciones políticas después del ataque terrorista contra el consulado de Bengasi, en Libia, el mes pasado. Si se tenía que medir con el Obama que acudió al primer debate, el presidente claramente ganó en este segundo cara a cara.


El Obama del debate de anoche en Nueva York era un candidato vitalista, con energía, que miraba a su contrincante y al público a la cara, defendiendo sus ideas y sus reformas con vigor. No tenía nada que ver con el hombre que apareció en el cara a cara en Denver de hace dos semanas. Aquel era un Obama con apariencia decaída, agotado, algo que daba la impresión de que el proyecto que defendía para su país estaba también derrotado. Esa falta de confianza y ese cansancio desaparecieron en el segundo encuentro electoral. Se notaba que los días de preparación del presidente en Virginia habían surtido su efecto.
Si hay que juzgar el debate por su punto culminante, Obama supo mantener los tiempos para sacar a relucir, en el último momento, el famoso comentario del 47%. “Creo que el gobernador Romney es un buen hombre. Ama a su familia, le importa su fe. Pero también creo que lo que dijo a puerta cerrada que el 47% del país se cree una víctima que rechaza asumir sus responsabilidades, sabe bien de quién habla”, dijo Obama antes de que acabara el encuentro. No quedaban ya más réplicas. Así se cerraba un encuentro en el que el presidente pasó finalmente al ataque, como le pedían sus bases, logrando acorralar a Romney en varios momentos.
Ante todo, Obama aprovechó la baza de presidir en este momento en el Gobierno, y cuando llegó la hora de hablar del ataque contra el consulado en Libia, supo aprovechar la oportunidad para elevarse sobre Romney y sobre el juego político en sí mismo. “La acusación de que cualquiera en mi equipo, ya sea la Secretaria de Estado, la embajadora a la ONU o cualquiera en mi equipo haría política o engañaría en un momento en que hemos perdido a cuatro de los nuestros es ofensiva. Nosotros no nos comportamos de ese modo. Eso no es lo que hago como presidente o como comandante en jefe”, dijo el presidente.
En ese punto, Obama llegó a aparecer desafiante cuando Romney puso en duda que hubiera calificado el ataque en Bengasi de “acto de terrorismo” la jornada después de que sucediera, en una conferencia en la Casa Blanca. “Compruebe la transcripción”, dijo el presidente, sin apocarse, manteniendo la mirada fija en Romney. La moderadora le ofreció su ayuda, confirmando que, de hecho, sí lo había descrito en esos términos, y desmintiendo a Romney.
Obama supo también aprovechar los equívocos pasados de su contrincante en materia de inmigración. Acusó a Romney de haber dicho que la polémica ley migratoria de Arizona es “un modelo para la nación”, algo que Romney negó. Luego sacó a relucir la propuesta de la autodeportación de los sin papeles, “o lo que es lo mismo, hacerle la vida a esa gente tan miserable que no tienen más remedio que marcharse”. Finalmente, le dio un toque personal al asunto: “¿Saben qué? Si mi hija o la suya mira a alguien como si no fuera un ciudadano, no quiero facilitar que algo así ocurra”.
Con anécdotas personales y defendiendo sus ideas y reformas desde el puesto de comandante en jefe y presidente, Obama supo reparar el daño que se hizo a sí mismo en el primer encuentro de hace dos semanas. Ahora su mayor desafío es igualar o superar su marca en el último encuentro, que se celebrará el próximo lunes.

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