El valor de la crítica
Hay
megalómanos que estiman que pueden manejarlo todo desde el aparato estatal, sin
percibir que el conocimiento es por su naturaleza fraccionado y disperso entre
millones de personas. Como ha sentenciado Einstein, “todos somos ignorantes,
sólo que en temas distintos”. Incluso hay personas que no pueden articular lo
que hacen y simplemente proceden del mismo modo que cuando andamos en
bicicleta: sin precisar todas las leyes físicas implícitas en el proceso.
En
lugar de aprovechar el mencionado conocimiento disperso, se concentra
ignorancia en los agentes gubernamentales cuando hacen de comisarios de vidas y
haciendas ajenas.
Al
efecto de que el Leviatán no atropelle derechos de las personas, y para que el
gobierno se limite a sus funciones específicas de velar por el derecho de
todos, la tradición constitucional ha puesto frenos al poder, a través de
marcos institucionales que mantengan los aparatos estatales en brete.
Uno
de los canales más efectivos de control es la crítica abierta. De allí la
importantísima tarea de la prensa escrita y oral. Los debates abiertos sobre
todos los temas que atañen a la acción de los aparatos estatales resultan
vitales en una sociedad que se precie de libre.
En
nuestro mundo, para fortalecer la libertad de expresión es menester asignar
derechos de propiedad al espectro electromagnético, al efecto de terminar con
la figura de las concesiones, que constituyen una espada de Damocles. Asimismo,
debe terminarse con la injerencia de participaciones accionarias de gobiernos
en empresas de papel, renunciar a los controles a la importación de ese insumo
y abrogar las llamadas “agencias noticiosas oficiales”, que se traducen en
mecanismos de control a la prensa, cuando no de mordaza, de la misma manera que
lo son las legislaciones que aluden a figuras totalitarias, como “el desacato”
y equivalentes.
El
cuarto poder debe estar liberado de toda supervisión política y mucho más de
censura previa, lo cual no quita que las voces sean responsables ante la
Justicia por daños que pudieran infligir.
Como
el conocimiento está formado por corroboraciones provisorias sujetas a
refutaciones, es indispensable abrir puertas y ventanas de par en par en el
debate de ideas, y muy especialmente cuando se trata de actos gubernamentales.
Como la alfombra colorada del gobierno siempre marea, sin la crítica del cuarto
poder el abuso es seguro.
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