Obama, el retador
Por Alvaro Vargas Llosa
El
segundo
debate ha invertido
los papeles en la campaña electoral estadounidense. Obama es el retador y Romney
defiende la corona que le quieren arrebatar. El presidente
lucha hoy contra Romney como ayer luchó contra George W. Bush: desde abajo. Por
eso atacó a su rival en un tono
tenso y a ratos, especialmente cuando se abordó el reciente asesinato
del embajador estadounidense y otras tres personas en Bengasi, ofuscado y hasta indignado.
Obama necesitaba recuperar a su base. Por eso parecía hablarles a los suyos con
un guiño que les quería decir:
soy el mismo de siempre. Así lo vio la teleaudiencia, que en la
encuesta instantánea de la cadena CBS le
dio anoche la ventaja.
Los
comentaristas habían predicho que, dado que el formato de foro comunitario
incluía a muchos independientes que probablemente ven la política con
antipatía, los contendientes no podrían atacarse con demasiada dureza por el
riesgo de enajenarse a los asistentes. Se equivocaron. Obama, más preocupado de
la teleaudiencia que del público asistente, hizo caso omiso de esa potencial
sensibilidad por parte de la audiencia porque su objetivo es romper el ímpetu que está empujando
a Romney hacia la meta y que ayer colocaba al ex
gobernador cuatro puntos por delante del mandatario en la encuesta de
Gallup. En varias ocasiones tuvo que ser reconvenido
por la moderadora por interrumpir a Romney o adelantarse a su
turno. Obama estaba impaciente: por primera vez transmite temor de perder.
Romney
se había preparado para la embestida. Su cálculo fue que debía dejar que el
tono agresivo lo monopolizara el mandatario. Prefirió defenderse y contraatacar con un
tono más plano, dejando que los hechos -23 millones de
desempleados, un déficit que se ha duplicado, 47 millones de personas que reciben
subvenciones alimentarias, las contradicciones sobre la muerte del embajador en
Libia, la ausencia de una reforma migratoria? hablaran por sí mismos. Sólo
cuando le recordó al presidente que su pensión está parcialmente invertida en
China y en algunos paraísos fiscales (para defenderse de una acusación similar
en relación con sus inversiones) adoptó un tono furibundo.
La
sensación que dio el debate es que el presidente está luchando no tanto contra
Romney como contra la frustración
de su propio legado. Un legado que él atribuye a la herencia de
Bush y que Romney afirma que él ha agravado. Curiosamente, con un Obama más
confrontacional que en el debate anterior fue más evidente el problema esencial
del mandatario: su
Gobierno ha sido menos bueno que su candidatura. Anoche Obama
volvió a estar mejor que su Gobierno, pero la sombra de su Gobierno, por obra
de Romney, no lo dejó libre toda la noche.
La
estrategia de Romney consistió en centrarse en la clase media y la necesidad de
recuperar empleos. Por tanto, en el futuro. Obama se centró, no en lo que él
hará en un próximo periodo, sino en tratar
de destruir la personalidad de Romney. Una dinámica que se
explica por dos razones: la imposibilidad del presidente de empinarse sobre su
propia gestión, lastrada por la herencia y su agravamiento, y lo sucedido en el
primer debate, punto de inflexión de esta campaña. Obama sabe que, ante la
arremetida de Romney ?que ha llegado a reducir dramáticamente, por ejemplo, la
enorme brecha en su contra en el electorado femenino?, él no puede ya competir
en ilusiones y promesas de futuro. A lo que puede aspirar es a matar la ilusión que ha empezado a
despertar su oponente desde el primer debate y a ganarse con
ello votos resignados.
Esto
quedó de manifiesto cuando un votante de raza negra preguntó al presidente por
qué debía apostar por él otra vez si se siente decepcionado por su voto de hace
cuatro años. El presidente no quiso responder sobre el futuro y prefirió
centrarse en defender brevemente su gestión y evitar que Romney venda promesas,
saltándole a la yugular. Romney volvió a ofrecer empleos. El camino del triunfo
pasa, para Obama, por instalar entre quienes quieren un cambio el miedo a
Romney; el del ex gobernador pasa por proteger la promesa de algo mejor contra
ese asesinato.
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