PRIAN: todo sigue igual
Dada la alegría de la vida que tiene
Calderón y los muchos altos tecnócratas panistas, si yo fuera priista me
preguntaría, ¿y para qué chingados ganamos las
elecciones?
Antonio Navalón
El
poder es la capacidad de gastar. Sin presupuesto no hay poder, por eso Luis
Videgaray y su colega José Antonio Meade agarraron el lápiz y se pusieron a
hacer el presupuesto de egresos, el primero del sexenio de Enrique Peña Nieto.
No
hará falta ningún cambio en la política económica mexicana respecto al sexenio
calderonista. Al final del día, desde Miguel de la Madrid hasta nuestros
días, la política ha sido una; ya veremos si eso no termina siendo el mayor
problema del peñismo.
Entre
el desmadre de gastar
sin control en los ayuntamientos y en los estados y el hecho de
rendir culto a los dioses muertos del Fondo Monetario Internacional (FMI) o el
Banco Mundial (BM), hay un punto equidistante.
Ese
punto se llama Brasil,
se llama proyecto nacional, y se llama “confíe usted en su país y
sepa que su capacidad de equivocarse no es superior a la que tienen el FMI y el
BM”.
Por
ello, Luis Videgaray y José Antonio Meade están empedrando el camino y al mismo
tiempo están demostrando algo muy importante: en el mandato de Peña habrá continuidad.
Me
explico: ni notaremos
que salen los del PAN y entran los del PRI porque los
tecnócratas mexicanos, la macroestructura que gobierna el país, no necesita
irse o moverse como consecuencia de que un Presidente sea de un partido o de
otro.
Uno
de cada cuatro mexicanos votó por el PAN. Sin embargo, dada la alegría de la
vida que tiene Calderón y los muchos altos tecnócratas panistas, si yo fuera
priista me preguntaría, ¿y
para qué chingados ganamos las elecciones?
Me
lo preguntaría para entender por qué si pasamos de azules a un paisaje tricolor
todo parece seguir igual.
Menos
mal que en seguridad lo sucedido en Tres Marías nos libró de Genaro García
Luna, que si no también -incluido el General Naranjo-, hubiéramos tenido
continuidad en ese paquete. Pese a que Calderón insiste en que su sistema es el
bueno, ha colocado a
Gayosso como la empresa del sexenio.
Pasan
los días y ya solo quedan seis semanas para que se acabe el calderonismo y el
panismo y entre… ¿qué o quién? Porque realmente no entra el priismo. Llega al poder una cosa extraña formada
entre verdes, ex perredistas, funcionarios panistas, gente de todo color.
La
condición es caerle
bien y tener la aprobación del “Yo el Supremo” que en este caso
no es nuestro presidente electo, es ni más ni menos que nuestro … ¿? aún no
sabemos qué puesto del organigrama del Estado querrá ocupar Videgaray.
Mientras
tanto, el país sigue acumulando inflación y nosotros seguimos con la eterna
pregunta: ¿será Miguel de la Madrid la solución del México del 2012?
P.D.
El horror, como el dolor, como el miedo, siempre es más digerible si se come en
casa ajena.
Que
en Cadereyta asesinen a alguien que no tiene nada que ver con el poder es lo
normal. Que en Coahuila, el hijo de un exgobernador, el más emblemático del
estado y antiguo presidente del PRI, sea asesinado, lo convierte en un punto de
inflexión de la guerra de Calderón.
Dentro
de todo lo que no se sabe, hay una cosa que me alarma. José Eduardo Moreira a
causa de qué murió: ¿como contestación salvaje a que habían asesinado a un
sobrino de un integrante de Los Zetas y por eso eligieron al sobrino del
gobernador? ¿Para lanzar un mensaje a su padre o tío? ¿Para mandar un mensaje
al nuevo presidente? ¿Para demostrar que da igual lo que hagamos, porque “los
malos” siempre serán más?
Hubo
policías municipales implicados. Que
novedad y que tristeza. Seis años, casi 100 mil muertos, miles
de horas de polígrafo y nuestros policías siguen trabajando para los
delincuentes y asesinos.
Si
yo fuera deudo o tuviera algo que ver con las víctimas de la guerra contra el
narcotráfico de este sexenio me preguntaría: ¿para qué sirvieron tantos muertos?
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