05 octubre, 2012

¿Se ha informado, últimamente, cómo anda el mundo? Por favor, hágalo antes de que explote

¿Se ha informado, últimamente, cómo anda el mundo? Por favor, hágalo antes de que explote

¿En alguna ocasión ha mencionado el presidente Calderón el monto que ha alcanzado la deuda pública interna?

Ángel Verdugo
Tal parece que ya nos acostumbramos a la gravedad de la situación mundial la cual, aun cuando hayamos aceptado con cierta filosofía o cinismo desde hace una buena cantidad de meses que nada podemos hacer al respecto, pienso que es hora de volver a verla con detenimiento y seguirla de manera sistemática.


Si bien acepto que es muy poco o nada lo que podemos hacer para influir positivamente en el proceso de deterioro de aquélla, estoy convencido de la necesidad de cambiar nuestra actitud de displicencia (“Desaliento en la ejecución de una acción, por dudar de su bondad o desconfiar de su éxito”), dados los efectos que el agravamiento de las condiciones económicas y políticas en el mundo tendrá en la economía de Estados Unidos.
La campaña por la Presidencia de ese país, que con la celebración del primero de los tres debates entre los candidatos Obama y Romney entró a su recta final, sin duda resta atención a sus problemas estructurales; la gravedad de éstos requiere, inevitablemente y a la brevedad, medidas dolorosas e impopulares que sin duda tendrían un impacto de consideración en sus finanzas públicas, en lo que se refiere al déficit y el monto de su deuda pública.
Las condiciones en Europa las cuales, lejos de presentar una leve mejoría apuntan en la dirección contraria, se verán reflejadas, más temprano que tarde, en la economía de Estados Unidos; es ahí donde entramos nosotros.
Sería una irresponsabilidad inmensa, si Peña Nieto y su equipo pretendieren ignorar, o minimizar siquiera, los efectos de una situación así en la economía de nuestro principal socio comercial; es más, igualmente irresponsable sería mantener el triunfalismo calderoniano (que sus colaboradores repiten mecánicamente e inundan con él sus desangelados discursos), que pretende hacernos creer que nuestra economía es fuerte y en crecimiento sostenido, lo que nos protege contra toda contingencia.
Europa y Estados Unidos, sumidos ambos en una crisis a la que no se le ve salida la cual —en tanto no acepten sus gobernantes y las principales fuerzas políticas la urgente necesidad de realizar cambios estructurales profundos que impactarían negativamente en su crecimiento económico este decenio—, seguiría agravándose.
Si a lo anterior sumáremos la desaceleración que registra la economía de la República Popular China y la de la India, el panorama pasaría de un gris muy oscuro a la negrura casi total.
Para no desanimarlo, me abstengo de agregar a lo anterior detalles y consecuencias del conflicto surgido entre Japón y China por la disputa de un archipiélago conformado por un puñado de islitas rocosas; menos voy a ponerle a este coctel explosivo la gravedad estructural de la economía japonesa. Sin embargo, sí le pondré algunos granitos de sal para ver si usted deja la apatía y empieza a preocuparse del futuro que nos espera.
¿En alguna ocasión ha mencionado el presidente Calderón, el monto que ha alcanzado la deuda pública interna? ¿Nos ha hablado del impacto que sufrirían nuestras débiles finanzas públicas, si las tasas de interés internas subieren dos o tres puntos? ¿Conocemos con exactitud, los pasivos contraídos por más de 100 sistemas públicos de pensiones?
No desespere, en unos meses conoceremos todo eso, y aún más. Por eso le pido, siga por favor el deterioro de la situación mundial porque sin duda, nos va a afectar. Ya no huya de la realidad; únase a nosotros, regrese ya a la pesadilla.

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