26 octubre, 2012

Uribe y la guerra de Calderón

Un tema fundamental en Colombia, que está ausente en México, fue la sustentabilidad financiera.

Ana Paula Ordorica
En el marco de la quinta edición del Value Investing Forum, que organizan Alejandro Legorreta y su fundación Legorreta+Hernández, la apertura corrió a cargo del ex presidente de Colombia, Álvaro Uribe.
El tema obligado para un ex jefe del Ejecutivo al que se le acredita haber logrado el ‘milagro colombiano’ de reducir el poder del crimen organizado, en su país fue la seguridad.
Uribe habló de nueve pasos fundamentales para el éxito colombiano. Éxito que está enmarcado por una reducción en el número de homicidios asociados al narco, los cuales pasaron de 30 mil a 14 mil al año. Hoy mueren asesinadas 14 mil personas al año en Colombia.


Para ponerlo en contexto, México, al inicio del gobierno de Calderón, tenía nueve mil 921 personas asesinadas al año. La cifra actual, según el INEGI, es de 27 mil 199 asesinados sólo en 2011.
¿Qué hizo el gobierno de Uribe, según su descripción, para lograr esta reducción, a la mitad, en el número de asesinados? ¿Cómo logró que el mundo entero viera en Colombia el ejemplo de nación que pudo rescatar al país de las garras del crimen organizado?
Primero que nada, dijo Uribe, hubo que reconocer la existencia del problema y vencer el miedo al enfrentarlo.
Fue fundamental para el gobierno colombiano ganarse la confianza de los ciudadanos en su país y su involucramiento en procurar la seguridad anhelada. Para ello, se mostró que la lucha era por la soberanía, ya que la criminalidad interna, al socavar las instituciones del Estado, hace precisamente que la soberanía se vea amenazada.
El apoyo de la ciudadanía y su participación en la lucha fue la clave para que Uribe apoyara a las fuerzas armadas. En la medida que el gobierno las apoyara, la ciudadanía lo hacía también.
Un tema fundamental en Colombia, que está ausente en México, fue la sustentabilidad financiera. Desde un principio el gobierno de Uribe sabía que la lucha no sería barata y que sin dinero el Estado perdía la batalla de antemano.
Por ello, se instauró un impuesto para la seguridad a los sectores más pudientes de la sociedad. Me imagino la reticencia que habría en México si se quisiera implementar dicho impuesto en las actuales circunstancias. Pero el tema en Colombia que permitió que los ciudadanos lo aceptaran consistió en dos premisas: hacer completamente transparente el destino de estos recursos y, además, se le dieron incentivos económicos a quienes participaban de este impuesto.
Por último, se le dio lugar prioritario al manejo de la inteligencia y la contrainteligencia. La inteligencia humana y técnica, así como la contrainteligencia que permitiera garantizar la transparencia… esa palabra que tanto repitió Uribe al describir sus esfuerzos.
Uribe reconoció la lucha de Calderón en particular, y del país, en general, por limpiar la casa.
De llamar la atención fue su postura sobre la legalización. Lejos de sumarse a los ex presidentes Gaviria, Zedillo y Cardoso, que piden la despenalización. Uribe dijo no rotundamente a esta posibilidad.
Ahí está una postura de quien, horas antes, había cenado con el general Óscar Naranjo, asesor del presidente electo Enrique Peña Nieto en materia de seguridad.

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