Anarquismo: Dos clases
Wendy McElroy
Al comentar las manifestaciones en contra de la reunión en Seattle de
la Organización del Comercio Mundial (WTO es su sigla en inglés), The
Economist se preguntaba: “¿Por qué no había anarquistas entre todos esos
''''''''anarquistas''''''''?” Realmente, los había, pero aquellos que
atraían la atención eran de la clase que le dan al derrocamiento del
Estado un mal nombre. La revista Salon (casi sola entre los medios) fue
más exacta al indicar que: “La mayoría de los informes tildaron
simplemente a los manifestantes de "anarquistas", pasando por alto la
circunstancia de que muchos entre los manifestantes pacíficos se
consideran a sí mismos también anarquistas.”
Claramente, alguna definición es necesaria. Los autoproclamados
anarquistas que procedieron a la “acción directa en el punto de consumo”
(traducción: destrozar vidrieras y saquear) eran anarquistas de
izquierda. Atacaban a una abstracción—el mercado libre—destruyendo la
propiedad específica de los propietarios individuales de los comercios.
Los propietarios eran culpables de maldad porque, bien, eran
“propietarios.”
Este no es el anarquismo estadounidense. El anarquismo
individualista, la forma autóctona de la filosofía política, se erige
sobre una rigurosa oposición a un ataque a la persona o a la propiedad
de los individuos. La filosofía gira entorno a la “Soberanía del
Individuo”—como Josiah Warren, un adelantado, lo expresaba. Ya sea que
usted prefiera el término “la propiedad de uno mismo” o “el principio de
la no-invasión,” la base de la filosofía sigue siendo la misma.
La idea es la de que cada individuo pacífico debe estar en libertad
para disponer de su persona, tiempo, y propiedad como a él le plazca.
La fuerza es permitida solamente en defensa propia y solamente cuando se
encuentra dirigida al (a los) ofensor (es) individual (es), no a los
representantes de una clase. El anarquismo individualista rechaza al
Estado porque es la institucionalización de la fuerza contra los
individuos pacíficos.
El anarquismo de izquierda (socialista y comunista) son
importaciones foráneas que inundaron el país como mercancías baratas
durante el siglo diecinueve. Muchos de estos anarquistas (especialmente
aquellos que escapaban de Rusia) introdujeron rasgos lamentables en el
radicalismo estadounidense. Creían en la “propaganda de hecho”: es
decir, el uso de la violencia como un arma política y una forma de
expresión política.
Ellos también dividieron a la sociedad en clases económicas, las
cuales se encontraban en guerra las unas contra las otras. Aquellos que
obtenían una ganancia al comprar o al vender eran de la clase de los
criminales y sus clientes o empleados eran de la clase de las víctimas.
No importaba si los intercambios eran voluntarios. De esta manera, los
anarquistas de izquierda odiaban al mercado libre tan profundamente como
odiaban al Estado.
En contraste, los anarquistas individualistas demandaban que todos
los intercambios voluntarios fuesen tolerados, sino respetados
Para mejor o peor, las dos escuelas del anarquismo tenían lo
suficiente en común como para estrechar sus manos cuando se encontraron
por vez primera. De alguna manera, hablaban un lenguaje común. Por
ejemplo, ambas denostaban al Estado y denunciaban al capitalismo. Pero,
por este último, los anarquistas individualistas significaban al
“capitalismo de estado,” a la alianza del gobierno y las empresas. Como
una solución a dicho “capitalismo,” reclamaban medidas tales como un
sistema bancario libre. En otras palabras, deseaban establecer
alternativas voluntarias y más efectivas. Y si una sociedad voluntaria
como esa aún abrigaba males tales como tasas de interés desorbitadas,
que así lo hiciese. Nadie tenía el derecho de intervenir en un
intercambio no-forzado. Ni siquiera un anarquista bien intencionado.
La luna de miel ideológica pronto terminó. Un conflicto fundamental
lo constituía el uso por parte de la izquierda de la violencia como
estrategia política. Por ejemplo, en marzo de 1886, Benjamin
Tucker—director de Liberty, la voz del anarquismo individualista del
siglo diecinueve—provocó un escándalo nacional. Publicó un artículo
titulado “The Beast of Communism” ("La Bestia del Comunismo.") En el
mismo, divulgó que “un vasto número” de anarquistas comunistas en la
Ciudad de Nueva York se encontraban incendiando sus propias propiedades
para cobrar las pólizas de seguros capitalistas, aún cuando algunas de
las propiedades eran viviendas con cientos de inquilinos. En un
incendio, una madre y su hijo recién nacido perecieron quemados. Tucker
rotuló a estos supuestos radicales como “una pandilla de criminales.”
Los anarquistas individualistas y de izquierda fueron nada más que
compañeros de ruta. Liberty se convirtió en la principal crítica de las
revistas de izquierda como Freiheit, la cual presentaba artículos sobre
las virtudes de la dinamita e instrucciones sobre cómo producir
nitroglicerina.
La división entre las dos formas de anarquismo se ha profundizado
con el tiempo. En gran medida debido a la tarea pionera de Murray
Rothbard, el anarquismo individualista del siglo veinte ya no es
intrínsecamente suspicaz de las prácticas generadoras de ganancias,
tales como la de cobrar un interés. De hecho, el mismo abraza al mercado
libre como el vehículo voluntario para el intercambio económico.
Pero a medida que el anarquismo individualista se inspira de manera
creciente en el trabajo de economistas austriacos como Mises y Hayek,
el mismo se distancia del anarquismo de izquierda.
Ocasionalmente, hay cuestiones sobre las cuales la izquierda y la
derecha pueden unirse en protesta. La oposición a la WTO podría haber
sido una de ellas. Pero no porque la organización sea una expresión del
“libre comercio.” La WTO no tiene nada que ver con el libre comercio.
Algunos naciones miembros desean preferencias arancelarias para los
países en vías de desarrollo. Japón desea proteger su pesca y la
silvicultura. Suiza intenta mantener los subsidios para los granjeros.
La UE desea restringir ciertas importaciones (Ej.: carne vacuna) hasta
que la tecnología (Ej.: la modificación genética) pueda ser “probada”
como segura.
Mientras tanto, Clinton exige un foro permanente para la discusión
entre la WTO y la ILO (sigla en inglés para la International Labour
Organization u Organización Internacional del Trabajo) de modo que los
demócratas no se enajenen el voto de los trabajadores en la próxima
elección. En su plenitud, el espíritu de la WTO es capturado por el
Comisionado del Comercio de la UE, Pascal Lamy, quien cree que el libre
comercio debería ser “controlado, dirigido y manejado conforme las
inquietudes de los ciudadanos de la UE.” Ésta es una definición del
“libre comercio” con la cuál no estoy familiarizada.
El verdadero libre comercio significa lo mismo que significaba para
Legendre, el hombre de negocios conocido por haber ofrecido una famosa
respuesta al político francés Colbert del siglo diecisiete, quien
deseaba saber cómo ayudarlo. Se dice que Legendre le contestó
“Laissez-nous faire”—déjennos tranquilos.
El historiador Ralph Raico explica “Actualmente el término laissez
faire ha venido a significar: déjese tranquilos a los individuo,
déjeselos ser, en sus actividades económicas, en sus asuntos religiosos,
en el pensamiento y en la cultura, en la búsqueda de la realización de
sus propias vidas.” Esto es lo que el mercado libre significa para el
anarquismo individualista.
Los anarquistas de izquierda y de derecha podrían haberse unido en
una protesta no-violenta contra la WTO como un vehículo de la opresión
gubernamental. Pero en vez de quebrantar al Estado, los anarquistas de
izquierda destrozaron las vidrieras de los comerciantes. Al parecer,
existen solamente dos cosas sobre Seattle respecto de las cuales la
izquierda y la derecha pueden convenir. Por el motivo que sea, la WTO
debe desaparecer. Y al menos ninguno de nosotros es la policía.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario