Barack Obama, el carisma que pudo más que la crisis
Tras su reelección, Obama prometió: "Lo mejor está por venir".
Foto: Getty Images
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Las encuestas no le daban crédito, apenas el beneficio de un empate
técnico. Pero las elecciones de este martes parecieron demostrar que
Barack Obama no ha perdido el "toque". O al menos, no todo.
El presidente estadounidense entró a la campaña por un segundo término
con una economía que no termina de levantar cabeza, arrastrando un
lastre de importantes derrotas para su partido y resistiendo el avance
de los conservadores.
Pero ese factor que fue clave para su primer triunfo parece no haberse
esfumado completamente: Obama le cae muy bien a sus votantes. Muchos,
que sienten simpatía por su personalidad, permanecen fieles aunque
suspendan su gestión de la economía.
Obama, el primer presidente negro en la historia de Estados Unidos, tuvo un primer mandato lleno de turbulencias.
Tanto él como sus colegas demócratas lograron éxitos, pero la economía
estadounidense se recupera a duras penas de la crisis financiera y una
de las peores recesiones en décadas: el crecimiento del empleo ha sido
anémico y la tasa de desocupados se mantuvo por mucho tiempo por encima
del 8%.
A eso hay que añadirle las históricas pérdidas del Partido Demócrata en
las elecciones legislativas de noviembre de 2010, cuando se renovó
parte del Congreso. Y con los republicanos creciendo, con más energía y
más decididos que nunca a promover su agenda conservadora y frustrar los
planes del presidente.
Sus orígenes
Obama se llama igual que su padre, que creció en Kenia cuidando ganado y ganó una beca para estudiar en Hawaii.
Allí conoció a Ann Duham, una joven estudiante oriunda de Kansas, quien
se convertiría -el 4 de agosto de 1961- en la madre del hoy presidente
de Estados Unidos.
La pareja se divorció en 1964. El padre regresó a Kenia y trabajó como
economista del gobierno. La madre se casó con un indonesio y, junto al
pequeño Barack, se mudaron a Yakarta.
Aunque su padre y su padrastro eran musulmanes, Obama, que se declara
cristiano, acudió a escuelas laicas y católicas mientras vivió en
Indonesia.
Cuando tenía 10 años de edad, retornó a la casa de sus abuelos en
Hawai. En 1985 se trasladó a Chicago, donde formó parte de grupos
comunitarios con el objetivo -como lo explica su biografía oficial- de
luchar por una mejora de las condiciones de vida de los habitantes de
esa localidad.
En 1991, se graduó de abogado en la Universidad de Harvard y fue el
primer afroamericano en dirigir la Harvard Law Review, una prestigiosa
publicación académica.
Después de Harvard, Obama regresó a Chicago para ejercer como abogado
de derechos civiles, representando a víctimas de discriminación.
Sus ambiciones políticas se materializaron cuando consiguió una banca
en el senado estatal de Illinois, en 1996, y ocho años más tarde fue
elegido senador nacional.
Como legislador se caracterizó por promover políticas liberales, pero
también por trabajar junto a colegas republicanos en cuestiones como la
educación y la prevención del SIDA.
Su discurso en la Convención Demócrata de 2004 fue el trampolín para
que el senador obtuviera fama no sólo en Estados Unidos, sino en el
ámbito internacional.
¿Hasta dónde podría llegar Obama? Esa era la pregunta que muchos se
hacían, no sólo en su país, sino entre los seguidores de la trama
política estadounidense en el exterior.
El 10 de febrero de 2007, el legislador demócrata respondió esa pregunta cuando lanzó su candidatura a la Casa Blanca.
Durante la campaña electoral, el ahora presidente rompió todos los
récords de financiación: utilizó internet y recolectó una enorme
cantidad de pequeñas donaciones para su carrera a la Casa Blanca.
También demostó habilidad para reunir multitudes de más de 100 mil
personas en sus mítines, y atraer la atención de la prensa con una
intensidad poco habitual en la política estadounidense.
Su gestión
Obama hizo historia el 4 de noviembre de 2008, cuando derrotó sin dificultades a su rival republicano, el senador John McCain.
Con Obama como presidente los demócratas lograron aprobar un plan de
estímulo económico, una reforma del sistema de atención sanitaria,
nuevas reglas para Wall Street y la banca y el rescate de la industria
automotriz estadounidense, que estaba a punto del colapso.
Obama también contribuyó a acabar con una ley que durante dos décadas
prohibió a los homosexuales servir en el ejército si declaraban
públicamente su sexualidad. Y haciendo uso de la autoridad presidencial,
decretó sin el permiso del Congreso que se suspendieran las
deportaciones de jóvenes inmigrantes sin papeles que llegaron de niños a
los EEUU.
Bajo su mando, un comando de élite de Estados Unidos mató a Osama Bin
Laden, el enemigo número uno del país; declaró el final de la guerra en
Irak y firmó un tratado sobre armas nucleares con el entonces presidente
ruso Dmitry Medvedev.
Al comienzo de su presidencia la violencia en Afganistán creció. Pero
Obama ha prometido acabar con la misión estadounidense en el país a
finales de 2014, poniendo fin a más de 10 años de conflicto.
El reto
Obama ha centrado su campaña en destacar los logros de su gestión, especialmente los económicos.
La recesión ha terminado, las cifras de empleo han crecido ligeramente,
y otros indicadores muestran que la economía ha mejorado.
Pero en el electorado hay un sentimiento generalizado de descontento y decepción sobre el estado de las finanzas nacionales.
Romney y su compañero de fórmula, Paul Ryan, culparon a Obama y sus programas de gasto público de los males de la nación.
Los republicanos confiaban en que Obama sería incapaz de generar el
mismo entusiasmo que le llevó a la Casa Blanca y en que los votantes
independientes huirían de sus políticas en plena crisis.
Pero el presidente convenció a Estados Unidos de que merece una segunda oportunidad.
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