por Axel Kaiser
Axel Kaiser es investigador del Instituto Democracia y Mercado (Chile) y columnista de ElCato.org. Axel obtuvo el primer lugar en nuestro primer concurso de ensayos, Voces de Libertad 2008.
Este sería el provocador título que Milton Friedman
daría a una columna publicada en 1999. En ella, el Nobel de Economía se
preguntaría, al borde de la irritación, cómo era posible que la
comunidad empresarial estadounidense financiara a aquellos cuyo objetivo
era destruir los fundamentos del sistema que había dado origen a su
prosperidad: el libre mercado.
La observación de Friedman es de la mayor relevancia en el mundo actual y
su análisis, como de costumbre, no deja de remecer. Pues, sin duda,
este influyente profesor de la Universidad de Chicago tenía razón al
advertir que los empresarios, cuando se trata de pensar en torno al
futuro de su negocio, usualmente muestran una madura y responsable
mirada de largo plazo, pero tan pronto se inmiscuyen en asuntos
públicos, tienden a ser extremadamente cortoplacistas.
Según un estudio citado por Friedman en el mismo artículo, por cada un
dólar que la comunidad empresarial de EE.UU. destinaba a apoyar a grupos
partidarios del libre mercado, tres dólares eran destinados por la
misma a financiar grupos de izquierda. Es muy probable que si un estudio
similar se hiciera en América Latina los resultados arrojarían cifras
aún más alarmantes. No son pocos los empresarios en nuestra región que
financian a ONGs, intelectuales, think tanks, académicos, políticos y
todo tipo de grupos, cuyo trabajo consiste en minar los pilares de
nuestra libertad y prosperidad.
Esta contradicción entre la sana búsqueda del propio interés en la
empresa y la promoción de todo lo contrario en la esfera pública llevó a
Friedman a afirmar que la comunidad empresarial tiende a la
"esquizofrenia". Y es que las fuerzas que ponen en marcha estos
empresarios suelen definir el clima de opinión intelectual en favor del estatismo,
el mismo que una vez desatado se convierte en su principal enemigo.
Este proceso de transformación intelectual es para la mayoría
imperceptible por su gradualismo, pero tiene el potencial de arruinar
completamente a una sociedad de personas libres.
El punto de no retorno en esta evolución es aquel en que, en palabras de Isaiah Berlin,
"las ideas han adquirido un incontrolable impulso y un poder
irresistible sobre las multitudes que es demasiado violento como para
ser afectado por la crítica racional". Cuando eso ocurre, la ideología
ha desterrado el diálogo racional como mecanismo de resolución de
diferencias reemplazando la civilización por la barbarie.
La pregunta obvia en este análisis es por qué tantos empresarios
financian, a veces incluso con entusiasmo, las fuerzas intelectuales que
habrán de destruir la fuente de nuestra libertad y de su propio éxito.
Friedman dice no tener una respuesta satisfactoria, pero sugiere una
sobre la cual podemos elaborar: muchos empresarios son ellos mismos
víctimas del clima intelectual de izquierda que han contribuido a crear.
Cohabita en estos hombres y mujeres una negligente ausencia de
entendimiento sobre lo que está realmente en juego con una permanente
inclinación por el camino fácil: acomodarse a la opinión dominante para
de esa forma no asumir el costo que implica hacer lo correcto y defender
las ideas correctas. De este modo, por no asumir un costo en el corto
plazo, llegan a arriesgar perder mucho más en el largo plazo. Sobre esto
la historia está plagada de ejemplos. Para evitar repetirlos es que
Friedman convoca a la acción recordando al lector que está en su interés
"cambiar el patrón de conducta del empresariado para deshacerse de lo
que claramente es un impulso suicida".
Mejor tomamos en serio el consejo de Friedman y cada uno de nosotros
hace un esfuerzo por advertir e informar a quienes sabemos o sospechamos
caen en tan fatal error sobre los efectos de sus acciones. Pues como
bien afirmó Ludwig von Mises reflexionando en torno al avance del socialismo,
nadie queda libre de las consecuencias cuando la sociedad, siguiendo a
los profetas e ideas equivocadas, avanza por el camino de la
destrucción.
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