12 noviembre, 2012

Obama, Romney y el precipicio fiscal

Editorial


Obama, Romney y el precipicio fiscal

El problema más urgente que debe enfrentar el reelecto presidente Barack Obama (o el nuevo presidente Mitt Romney) es un problema que ninguno de los dos (o de alguna manera los dos) ha creado. Se trata del críptico fiscal cliff o precipicio fiscal que, de no resolverse, en enero próximo hará caer a Estados Unidos otra vez en recesión.
El tema es presupuestario. El año pasado, el gobierno propuso aumentar el techo de la deuda pública para financiar el gasto fiscal y el Congreso rechazó la propuesta. La mayoría republicana se opuso a aumentar la deuda y también a aumentar los impuestos. La única opción que aceptaban era reducir el gasto público, mientras el gobierno y los demócratas impulsaban programas de estímulo económico que pasaban por aumentar el gasto fiscal.
Ante el impasse, el Congreso nombró una “supercomisión” bipartita para que buscara una solución, pero si la “supercomisión” no la halla, en enero de 2013 se desatará en forma inmediata una serie de aumentos de impuestos y recortes del gasto público. Y la “supercomisión” fracasará.
Obama ofrece un mundo más equilibrado y un Estados Unidos más democrático y dialogante. Romney simboliza mejor el águila imperial. Sumando y restando las fuerzas e imágenes en juego, AméricaEconomía ha decidido dar su apoyo a Barack Obama.
Por el lado del aumento de impuestos, el precipicio fiscal incluye la expiración de los recortes tributarios que puso en marcha George Bush, el fin del recorte tributario por empleado a las empresas que estableció Obama. Por el lado de los recortes del gasto, se acaba el subsidio de emergencia a los cesantes y se producen recortes drásticos del gasto público en defensa, salud y otros sectores del gobierno, por un monto total de US$ 100.000 millones al año.
Según la Oficina de Presupuesto del Congreso, el impacto sumado de todas esas medidas reducirá el déficit fiscal en US$607.000 millones en 2013, 4% de su PIB, y al mismo tiempo hará que la economía estadounidense se contraiga 1,3% el próximo año.
Con la mayor parte de Europa en recesión, Japón estancado, China desacelerando su crecimiento y Estados Unidos todavía tambaleante después del colapso de fines de 2008, una nueva recesión estadounidense sería un golpe de consecuencias difíciles de predecir para la economía global. Pero las estimulantes cifras que muestran hasta ahora las economías latinoamericanas bajarían sin duda varios puntos. Y no se puede descartar, en ese escenario, la posibilidad de una depresión global como la que estuvo a punto de ocurrir hace cuatro años.
Si Obama es reelecto, probablemente decidirá que expiren las reducciones de impuestos a las empresas y las personas que lanzó Bush en 2008, pero también tendrá que lanzar un drástico programa de reducción del gasto fiscal si quiere tener alguna posibilidad de tener apoyo del Congreso, que seguirá en manos republicanas.
Si gana Romney, tendrá más libertad de acción porque contará con el apoyo mayoritario del Congreso. Probablemente hará que las rebajas tributarias de Bush se hagan permanentes, al mismo tiempo que buscará poner en marcha el drástico programa de reducción del gasto fiscal, con excepción del gasto en defensa. Y tratará de matar a Obamacare, la reforma del sistema de salud que lanzó Obama.
En toda caso, hay que hacer notar el lamentable el nivel del debate público en Estados Unidos. El mismo precipicio fiscal, el hecho de que republicanos y demócratas en el Congreso no hayan podido ponerse de acuerdo en un asunto clave para el país, es la mejor prueba de que el partidismo, y no la búsqueda del bien común, se ha apoderado de la discusión. Al más puro estilo de los politizados países latinoamericanos.
Esa polarización legislativa se ha reflejado también en la campaña presidencial y las opiniones de los partidarios de Barack Obama y los que apoyan a Mitt Romney. El diálogo se ha convertido en mutuo intercambio de insultos y, en algunos casos, de mentiras.
Y los propios candidatos no lo han hecho mucho mejor, uno acusando al otro de socialista antinorteamericano y el otro acusando al uno de buitre capitalista y chupasangre.
Pero la economía y los negocios son solo un componente de la convivencia global. Obama es una figura mucho más popular que Romney a nivel mundial, y constituye un interlocutor mucho más válido para negociar política y económicamente con Asia, Africa y el Medio Oriente. Obama ofrece un mundo más equilibrado y un Estados Unidos más democrático y dialogante. Romney simboliza mejor el águila imperial. Sumando y restando las fuerzas e imágenes en juego, AméricaEconomía ha decidido dar su apoyo a Barack Obama.

1 comentario:

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