Chile y la paradoja liberal
Algunos indicadores mencionan que Chile será el primer
país desarrollado en América Latina entre el 2017 y 2018. Fruto de trabajo,
liberación del mercado e incentivo a la educación. Para concretar la meta del
actual gobierno, el Producto Interno Bruto per cápita debe llegar a los US$
22.000 por año sobre la base de paridad de poder adquisitivo, lo que se sitúa
por encima del nivel actual que llega a casi US$ 19.000. Aún así, hay muchos
problemas sociales y económicos en la nación andina. También existe un
descontento por parte de la población hacia el Gobierno de Sebastián Piñera,
que, a pesar de tener una buena administración, es uno de los presidentes menos
populares en la región.
Recientemente, el gobernante indicó que las ideas
liberales están a favor de la prosperidad y del desarrollo de los países, antes
que otras propuestas políticas como el socialismo. “Las ideas de la derecha
conservadora, basadas en la libertad de las personas funcionan mucho mejor que
otros modelos que el mundo ha conocido y experimentado”, indicó Piñera al
inaugurar un simposio en Santiago. Añadió que la crisis económica mundial es
fruto de las políticas demagógicas y socialistas de los países que apostaron
por el Estado de Bienestar. Sostuvo que con su apuesta a las “ideas
conservadoras” Chile está recuperándose y está creciendo mucho más, a la vez de
crearse miles de puestos de trabajo.
En parte, Piñera tiene razón. La libertad económica es
el sistema político-económico que más generó riquezas en toda la historia de la
humanidad, a base de trabajo, sacrificio y dedicación. La Revolución Industrial
y el auge de un sistema capitalista con trabas ha permitido tener en el siglo
XXI una civilización que consume ya productos tecnológicos de primer nivel, que
pasaron por investigaciones científicas básicas previas antes de salir al
mercado.
En todo sentido, y tal vez con una visión
globalización-centrista, los humanos hoy tenemos muchas más comodidades que
nuestros ancestros, podemos curar mejor las enfermedades y el bienestar general
es lo habitual, principalmente en los países que apuntaron por liberar sus
mercados y abrieron la economía. Y hoy, van de la mano con el vagón del
conocimiento.
Sin embargo, Piñera olvida que las ideas de libertad
individual no son propias de la derecha, es más, a veces resulta contradictoria
esa defensa, porque la derecha, el conservadurismo, en casi toda la
historia de América Latina, se opuso a la libertad individual. Y se sigue
oponiendo. En varios países, incluyendo Paraguay, no existe una educación
sexual laica y científica a causa de la presión e influencia de grupos
religiosos vinculados a la derecha, no se puede hablar acerca del matrimonio
entre personas del mismo sexo, no se puede legalizar el aborto por una
concepción sobrenatural de la vida ni se puede debatir sobre una ley de muerte
digna, porque la palabra eutanasia crea “estragos” dentro de las corrientes
derechistas.
Es por ello que Piñera no puede estar del todo
contento. La libertad económica está dando sus grandes frutos, sus beneficios
son incontables, pero para que exista libertad plena, en primer lugar, el
Estado debe achicar su poder y dejar de reprimir o prohibir a los individuos,
debe dejar de oprimir a los ciudadanos. Los chilenos, peruanos, venezolanos,
paraguayos y todos los latinoamericanos deben acompañar el proceso globalizador
y seguir al tren del conocimiento, respetando por sobre todas las cosas la
diversidad étnica, cultural, religiosa, sexual e ideológica que está presente
en la región.
El Estado debe tener cada vez menos poder y menos
atribuciones que atenten contra la libertad del individuo. Chile es un gran
ejemplo, pero aún tiene miles de deficiencias. Y el conservadurismo no es la
mejor respuesta para tener un país desarrollado, que aún niega la libertad
individual de miles de ciudadanos. Aún así, está a tiempo de realizar los cambios
necesarios.
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