El Salvador: La deuda pública
Manuel Hinds es ex Ministro de Finanzas de El Salvador y co-autor de Money, Markets and Sovereignty (Yale University Press, 2009).
Desde hace años, el presidente del Banco Central de Reserva (BCR) ha sido, con plena razón, un crítico constante de la irresponsabilidad fiscal de este gobierno. En su última intervención, la semana pasada, dijo que "ahora ya estamos con el agua a la nariz, ni siquiera al cuello… Entonces, o bajamos el nivel del agua o nos vamos a ahogar". Añadió que el problema se ha ido generando desde hace treinta años por la acumulación de déficits fiscales. "Llevamos 30 años de déficit fiscal y deuda ininterrumpida, 30 años de gastar más de lo que ingresa al fisco y sin hacer los ajustes necesarios. Ahora la bola de nieve es increíblemente grande".
Lo que el presidente del BCR dice es casi apocalíptico. ¿Será que tiene razón? ¿Será que la situación fiscal es realmente insostenible y, como una bola de nieve, no puede evitarse que siga creciendo? ¿Será cierto que el problema se ha venido forjando por los últimos 30 años?
El presidente del BCR está en lo correcto en su preocupación por el peso de la deuda, y en la relación que hace entre déficits fiscales y deuda. Pero hay cuatro problemas con sus declaraciones. Primero, su alusión a los treinta años de acumulación de déficits y deuda suena como un eco de la perpetua excusa del Presidente de la República, quien traza la culpa cualquier problema a los "veinte años de ARENA". Segundo, para sustentar su aseveración de que el problema tiene treinta años de viejo ha basado su razonamiento en una identificación errónea de lo que es importante para la sostenibilidad de la deuda (lo importante no es el tamaño de la deuda medido en dólares sino su relación con el Producto Interno Bruto, PIB), y ha ignorado los efectos de la falta de crecimiento de la economía, como si este crecimiento fuera algo que no importara.
Ambos errores están relacionados. El primero es obvio. Usted no puede saber si la deuda de un país es excesiva o no con sólo que le digan cuánto debe ese país. Así, por ejemplo, asuma que un país debe 2.300 millones de dólares. ¿Es esta deuda excesiva o no? No puede saberlo. Si yo le digo que el PIB de esa economía es 4.800 millones de dólares, la deuda sería bastante alta, ya que representaría el 48 por ciento del PIB. Pero si yo le digo que el PIB es de 23.054 millones, la deuda es bien baja, ya que representaría apenas el diez por ciento del PIB. Esta comparación ayuda a mostrar el segundo punto, el papel del crecimiento en el peso de la deuda, ya que las primeras cifras eran la deuda y el PIB de El Salvador en 1999, y la segunda lo que ella representaba del PIB en 2011. Note que aun si esta deuda se hubiera duplicado como resultado de déficits continuos, ahora sería sólo el 20 por ciento del PIB. Es decir, el peso de la deuda puede disminuir aunque la deuda aumente, siempre que la economía crezca más rápido que la deuda (es decir, que la tasa de crecimiento de la economía sea más alta que el déficit fiscal).
Como se ve claramente en la gráfica adjunta, los gobiernos de ARENA redujeron el peso de la deuda del gobierno central de 45 a 25 por ciento del PIB de 1991 a 1999, porque aunque la deuda en términos de dólares subió durante ese período, creció menos que lo que creció la economía. Como se ve en la gráfica, el peso de la deuda (el porcentaje de deuda a PIB) era peor en 1991 que lo que es ahora, y aun así la crisis se resolvió satisfactoriamente, en parte porque el gasto del gobierno se racionalizó y en parte muy importante porque la economía creció. La bola de nieve se está haciendo bola de nieve no porque el gobierno tenga déficits, sino porque éstos son muy grandes y porque las políticas de este gobierno están deteniendo el crecimiento.
Finalmente, la solución no es un apocalipsis. Es simplemente restaurar la disciplina fiscal con políticas competentes y funcionarios que tengan el valor de decirle al presidente que no puede seguir dilapidando los recursos actuales y futuros del país en una vana ostentación de poder, y dejar de amenazar a los inversionistas para que éstos puedan realizar su labor como la realizan en otros países. Eso es lo importante para enderezar al país de la crisis que el presidente del BCR ve venir. Se hizo en los noventas. Se puede hacer ahora. Sólo se necesita responsabilidad en el manejo de las finanzas del Estado.
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