20 diciembre, 2012

Obama, Kerry y Latinoamérica

Obama, Kerry y Latinoamérica

Por Andrés Oppenheimer
Si el presidente Barack Obama designa Secretario de Estado al senador John Kerry para reemplazar a Hillary Clinton cuando inicie su segundo mandato el mes próximo, tal como prevén los funcionarios de la administración, es posible que veamos un leve aumento de la atención que Estados Unidos le presta a Latinoamérica.
No es que Kerry sea un experto en la región, ni que esté más interesado que Clinton en los asuntos latinoamericanos. No lo está, como tampoco lo estuvieron Hillary Clinton, ni su antecesora.

La diferencia estaría en que Kerry dejaría su cargo actual de presidente del poderoso Comité de Relaciones Exteriores del Senado, y casi seguramente sería reemplazado allí por el senador cubano-estadounidense Bob Menéndez (demócrata por Nueva Jersey). Eso, junto con la promoción del congresista Elliot Engel (demócrata por Nueva York) de su actual cargo de líder de la bancada demócrata en el Subcomité de Asuntos del Hemisferio Occidental de la Cámara de Representantes a líder de la bancada demócrata en el más importante Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara, dejaría a dos expertos en Latinoamérica en cargos claves, con la posibilidad de ejercer mayor influencia en la política exterior de Estados Unidos.
Según me dicen fuentes bien situadas del congreso, no habría una gran diferencia entre Kerry y Clinton como Secretarios de Estado. Ambos son figuras de gran peso político: Kerry fue candidato presidencial demócrata en 2004, y es presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado desde 2009. Clinton fue primera dama, Senadora, y Secretaria de Estado.
En lo que hace a los temas latinoamericanos, Kerry tuvo su mayor intervención —algunos dirían la única de importancia — a fines de la década de 1980, cuando desempeñó un rol clave en la investigación parlamentaria del escándalo Irán-Contras de Centroamérica. Desde entonces, su principal interés ha sido Afganistán, Irán y otros sitios candentes del mundo.
Cuando entrevisté a Kerry durante su campaña presidencial de 2004, admitió que no conocía personalmente a ninguno de los principales líderes latinoamericanos. Por otra parte, para ser justos, su visión del mundo era mucho más afín con la de los líderes latinoamericanos que la del entonces presidente George W. Bush.
Fuentes parlamentarias me dicen que si Menéndez reemplaza a Kerry al timón del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, como se presume, seguramente impulsaría una estrategia anti-narcóticos continental, que reemplazaría los actuales planes de combatir el narcotráfico separadamente en México, Colombia y Centroamérica. La propuesta de Menéndez también pondría énfasis en reducir la demanda de drogas estadounidense.
Menéndez también ha impulsado una mayor ayuda económica a Latinoamérica — lo que sin dudas será difícil en medio de los actuales recortes presupuestarios— y ha pedido investigar las actividades de Irán en Venezuela, Bolivia y Ecuador. Partidario de las sanciones de Estados Unidos contra Cuba, Menéndez también ha firmado —junto con Kerry y los senadores republicanos Richard Lugar y Marco Rubio— una carta exigiendo que la Organización de Estados Americanos salga de su ’’parálisis” y cumpla su responsabilidad de defender la democracia en la región.
Aunque Menéndez no se lleva tan bien como Kerry con la Casa Blanca, donde muchos lo ven como demasiado centrado en Cuba, su designación como presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado presionaría a la administración a invertir mas tiempo y energía en temas latinoamericanos, dicen los partidarios de Menéndez.
El congresista Engel, a su vez, me dijo en una entrevista telefónica que en su nuevo cargo “trataré de fortalecer y mejorar los vínculos de Estados Unidos con Latinoamérica” y que “con Bob Menéndez y yo encabezando a los demócratas en los comités de ambas cámaras, procuraré que ambos trabajemos para fortalecer las relaciones con Latinoamérica”.
Mi opinión: La probable promoción de Menéndez y Engel a cargos parlamentarios de alto nivel, así como el creciente peso político de los latinos en Estados Unidos después del crucial apoyo hispano a Obama en las elecciones del 6 de noviembre, podría obligar al presidente a prestar mayor atención a Latinoamérica en los próximos cuatro años.
Es probable que veamos, por ejemplo, una reforma inmigratoria en el Congreso, que tendría un gran impacto económico en México y Centroamérica, entre otras cosas porque la legalización de 11 millones de inmigrantes indocumentados haría que muchos de ellos accedieran a empleos legales, con mejores salarios, lo que les permitiría enviar mayores remesas familiares a sus países de origen.
Pero también podría traducirse en otras iniciativas de Estados Unidos en la región, incluyendo la reformulación de la guerra contra las drogas, y nuevos acuerdos comerciales con México, Perú, Chile y otros países de la costa del Pacífico bajo el paraguas del Acuerdo de Asociación Trans-Pacífica que está impulsando Obama.
Aunque todo está por verse, puede que veamos un mayor interés de Washington en Latinoamérica, algo que no se ha visto en los últimos años.

No hay comentarios.: