14 diciembre, 2012

Paraguay: Thomas Malthus regresa diferente

por Víctor Pavón

Víctor Pavón es Decano de Currículum UniNorte (Paraguay) y autor de los libros Gobierno, justicia y libre mercado y Cartas sobre el liberalismo.
De las coincidencias entre tecnócratas y políticos está regresando el viejo Thomas Malthus (1767- 1834). Pero no es aquel mismo Malthus que en su obra Ensayo sobre el principio de la población se había hecho famoso mundialmente por su conocida conclusión de que la población crece en términos geométricos (1, 6, 10…) y los alimentos en forma aritmética (1, 2, 3…). No, no es este. Además, como sabemos, la tesis maltusiana fue un error que el capitalismo liberal acabó por demostrar debido a que allí donde rige las garantías institucionales a la propiedad privada que incentiva la tecnología y la innovación, el resultado fue, y sigue siendo, más alimentos para todos.


El viejo Malthus, no obstante, se niega a ser considerado como un antiguo folio de biblioteca. Esta vez ha regresado en la relación gastos —recaudación impositiva del gobierno. Parafraseando su teoría podemos decir que en el Paraguay de hoy padecemos de la ecuación siguiente: los gastos corrientes de pago de salarios a funcionarios innecesarios crecen en términos geométricos y los ingresos impositivos en forma aritmética. Por cada 100 Guaraníes de salarios a pagar, ingresan 80.
La realidad es que el Estado paraguayo o mejor dicho los políticos de todos los partidos —para ser claros y precisos— convirtieron el dinero de los que pagan sus impuestos en una gran piñata a la que solo hay que golpear para que caigan los caramelos al suelo. Esto en el sentido de la administración de la hacienda pública significa, en este caso, golpear los bolsillos de los contribuyentes para cumplir con la clientela de funcionarios, buena parte de ellos innecesarios en términos de calidad y de eficiencia en sus cargos.
Hoy los ingresos en concepto de tributos —impuestos y tasas— apenas cubren los pagos en concepto de gastos corrientes, dejando escaso o ningún margen para aquellas otras funciones estatales. De eso se trata, de la función del Estado. Si el Estado está ausente en aquellas tareas enmarcadas en nuestra Constitución, entonces quiere decir que el contrato político entre gobernantes y gobernados está roto en el Paraguay.
El Estado ausente en seguridad jurídica y ciudadana, inexistente en las escuelas primarias y en atención a la salud primaria funciona como un campo fértil para la cosecha del Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP) en su propósito de reclutar jóvenes en su organización. Aquella ausencia, además, alienta a los delincuentes comunes a continuar con la ola de violencia, con sus asaltos, robos y crímenes de todos los días.
Esto es lo que se denomina el “Estado "fallido", conocida acepción de la ciencia política para caratular la incapacidad de gobernar y la alta eficiencia de muchos dirigentes para llenar sus propias billeteras.
Afortunadamente en Paraguay todavía estamos a tiempo de evitar caer del todo en las tentaciones de un Estado sobre endeudado, tal como ocurre en varios países desarrollados y emergentes (ver gráfico adjunto al presente artículo). En el presente, nuestro endeudamiento en relación al Producto Interno Bruto (PIB) es de apenas del 13 por ciento. Esto significa que de cada 100 Guaraníes disponibles, solo 13 están comprometidos en el cumplimiento de obligaciones crediticias asumidas por el gobierno, lo que comparado con ciertos países como EE.UU. y algunos europeos que llegan a más del cien por ciento, nosotros aquí en Paraguay contamos con un nivel de endeudamiento que no deberíamos desaprovechar.
Pero ya vamos teniendo problemas. Algunos tecnócratas y especialmente los políticos no escarmientan. A estos no les interesa cumplir con la contraprestación en servicios para la ciudadanía, principio básico de la hacienda pública en materia impositiva. Los impuestos son considerados como regalos, y como tal se puede hacer con ellos lo que a uno antoja. No les interesa saber que cada guaraní que ingresa en el Estado en realidad es el mismo guaraní que sale del bolsillo de la gente.
Como ya se dieron cuenta que los ingresos son insuficientes para seguir golpeando la piñata, una suerte de confabulación de meticulosos tecnócratas y de políticos han encontrado la solución al problema de los ingresos tributarios.
Ahora la nueva expresión de la nueva economía moderna se llama “deuda pública”. Y ¿para qué sirve el tecnicismo de esta deuda? Para utilizarla como un medio de la política económica destinado para “equilibrar” el presupuesto. En Paraguay deberíamos aprender de la reciente crisis europea que demuestra el impacto negativo de los altos niveles de deuda.
Las emisiones de deuda pueden ser importantes instrumentos de consolidación de la hacienda estatal. Sin embargo, para la mayoría de nuestros políticos aquellas emisiones no son más que un nuevo ritual para que las familias sean las que paguen en el futuro el alto costo de las nuevas deudas. Thomas Malthus ha regresado, políticos y tecnócratas lo han resucitado no por medio de aquella ecuación alimentaria sino a través del cada vez más exponencial crecimiento de la deuda pública en relación a la riqueza representada por el PIB. Por lo demás, nuestro país no debería tener deuda externa alguna, si tomamos en cuenta los ingentes ingresos que devienen solo de nuestras tres centrales hidroeléctricas. Pero mientras tanto, Thomas Malthus está cerca, regresa diferente.

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