Internacional
El adiestramiento de las tropas malíes por EE.UU. no impidió que pusieran pies en polvorosa cuando los terroristas apretaron
Una docena de militares estadounidenses adiestraba en medio
del desierto del norte de Malí, a una cincuentena de kilómetros al
noroeste de la ciudad de Gao, a un grupo de colegas malíes cuando este
enviado especial se los encontró de manera accidental en febrero de
2010. No permitieron tomar imágenes ni respondieron a ninguna pregunta. Es más, se mostraron sorprendidos y hasta molestos con la presencia del reportero y sus dos compañeros.
Dos años después, entre enero y marzo de 2012, varios grupos armados de corte terrorista y yihadista apenas encontraron resistencia para hacerse dueños de esta enorme región.
Los militares del Ejército malí formados por los norteamericanos
pusieron pies en polvorosa. Dejaron claro que los entrenamientos no
habían servido de mucho y que el entramado de siglas que lleva a la cima
de Al Qaida del Magreb Islámico (AQMI) es cada vez más tupido y su
influencia mayor.
«No es tanto el número de integrantes como la voluntad que
manifiestan de combate y su compromiso. Eso es una verdadera amenaza»,
entiende Carlos Echeverría, profesor de Relaciones Internacionales.
«Además, les hemos cedido espacio y tiempo para reforzarse y hacerse más violentos y ambiciosos».
El Ejército malí cuenta con unos 6.000 y no dispone de
medios para hacer frente a unos grupos armados sobre todo en los últimos
meses gracias al descontrol armamentístico de la revolución en Libia. A
los soldados de Bamako «los habrían mandado a sofocar una rebelión para la que no tenían medios», reconoce el general Miguel Ángel Ballesteros, director del Instituto Español de Estudios Estratégicos.
Washington se gastó unos 500 millones de dólares con la iniciativa Tran Sahara contra el terrorismo que
diseñó ejercicios militares y formación con una decena de países de la
región (Malí, Mauritania, Níger, Burkina Faso, Argelia, Chad, Marruecos,
Túnez, Senegal, Ghana y Nigeria).
Echeverría entiende que el trabajo de la Trans Sahara se dejó a medias.
«Si el esfuerzo hubiera sido mayor, sin haber sido la solución ni haber
evitado la actual deriva sí que hubiera servido de algo más».
Ejército roto
El avance de AQMI y varios grupos de su entorno ha obligado ahora a acelerar la misión militar internacional en Malí prevista
para otoño así como nuevos planes de adiestramiento de sus tropas en
los que va a participar España. Tienen además ante sí a un Ejército más roto que nunca sobre todo desde el golpe de Estado que un grupo de militares dio en Bamako el pasado marzo.
«Francia ha hecho un favor a la región y a los que estamos cerca»,
afirma el general Ballesteros. En su opinión, sin el envío de las
tropas francesas los yihadistas «ya habrían llegado a Bamako».
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