El Movimiento de Regeneración Nacional (MORENA) que lidera Andrés
Manuel López Obrador está por obtener su registro como partido político,
si es que el Instituto Federal Electoral (IFE) - al que el tabasqueño
acusó en repetidas ocasiones de fraudulento-, le aprueba los requisitos
para convertirlo en institución sujeta de prerrogativas millonarias
directas del erario, con las cuales ha de buscar posiciones de poder a
través de las elecciones.
Algunos analistas suponen que esto devendrá en la división de la
izquierda electoral mexicana, dado que López Obrador le está dando la
espalda al PRD, partido en el cual militó por 23 años, al que presidió y
luego abanderó en dos ocasiones consecutivas en la lucha por la
Presidencia, pero con cuya cúpula ha sostenido una pugna de al menos
doce años en términos de prebendas y candidaturas faccionarias. Una
lucha perdida por AMLO al grado de escindirse y formar MORENA para tener
él mismo el control de su propia organización bajo sus particulares
acepciones políticas e ideológicas.
Sin embargo, las distancias marcadas entre perredistas y obradoristas
no lo son tanto si se toma en cuenta que sus postulados económicos y
sociales son absolutamente coincidentes al estar ambos basados en la
administración keynesiana (control del Estado sobre las relaciones
mercantiles - John Maynard Keynes, 1883 - 1946) de la ganancia. Entonces
todo mundo tranquilo. PRD y MORENA adoran a la misma gata aunque esté
revolcada, como diría mi abuela.
Esto debería derrumbar por su propio peso las especulaciones sobre la
división de la izquierda mexicana, como sea que ésta se autoentienda
(dice AMLO que ser de izquierda ya no se trata de ser anticapitalista
sino de sólo ser feliz, lo cual no hace muy feliz a muchos felizmente
izquierdistas... o derechistas).
Pero, basándonos en los pleitos políticos que ésta ha tenido con AMLO
y el PRD como protagonistas, sólo hace falta recordar a López Obrador
levantándole las manos electorales a sus supuestos profusos adversarios
como Graco Ramírez, ahora gobernador perredista de Morelos, Arturo Nuñez
de Tabasco y Miguel Ángel Mancera de Ciudad de México, como así lo ha
hizo con quienes hoy por hoy se desentiende como Marcelo Ebrard, Juan
Sabines de Chiapas o Gabino Cué en Oaxaca, todos los cuales llegaron a
ocupar primeras magistraturas con el apoyo del voto obradorista hoy
convertido en MORENA.
Y para las elecciones venideras, incluyendo la presidencial del 2018,
a nadie le quede duda que MORENA, PRD y quien se deje convencer,
caminarán juntos en una coalición política que logre preservar las
posiciones de una supuesta izquierda que desde hace más de 30 años
abandonó la lucha social por la electoral y que no tiene representación
en las calles, pero sí en las firmas tipo el Pacto por México convocado
por Enrique Peña Nieto a la sombra de los monopolios mexicanos e
internacionales, dueños de un negocio que PAN, PRI, PRD y ahora MORENA
se pelean por administrar.
BUITRES
¿Y dónde está la izquierda? El problema no es político sino geográfico. La izquierda es abajo.
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