EZLN, PRD y Morena, ¿a cuál irle?
Mientras que en la derecha política el
terreno se ha simplificado, a la izquierda le han brotado ramificaciones. El
EZLN ha regresado a la escena pública luego de varios años de un ostracismo
deliberado y Morena ha comenzado el procedimiento para afiliar militantes y
convertirse en partido político. Súbitamente, la arena pública tiene tres
fuerzas políticas de izquierda.
No es casual. Como cualquier otro organismo
vivo, la sociedad genera los anticuerpos que podría necesitar frente a una
posible amenaza. Y esta amenaza son
los temores que inspira el regreso del PRI. Peña Nieto ha
jurado a diestra y siniestra su vocación modernizadora y democrática, y sus
discursos están sembrados de conceptos que rara vez se le escuchó como
gobernador del Edomex: derechos humanos, sociedad participante, equidad social.
Pero, más allá de la luna de miel propia de
todo inicio de gobierno,
buena parte de la sociedad aún no se compra el discurso. De
entrada hay que recordar que el 60 por ciento de los mexicanos que fueron a las
urnas no votaron por Peña Nieto.
En otra época el principal anticuerpo al
autoritarismo estatal se originaba en la derecha panista. En el siglo pasado el
antipriísmo generó oleadas de empresarios que engrosaban el blanquiazul y
dieron lugar al neopanismo.
Pero hoy la derecha está con el PRI y los
empresarios quieren saber poco o nada del PAN. En cierta forma la
multiplicación de opciones de izquierda es un reflejo opuesto a la disminución
de opciones de derecha.
Alguien dirá que la multiplicación de
actores de la izquierda no es signo de fortaleza sino de debilidad, pues supone
una fragmentación. Particularmente si las tres corrientes antagonizan entre sí.
Y más de algún detractor afirmará que de las tres no se hace una.
Yo pienso que las tres son necesarias. Para
empezar, en efecto son la única oposición real, pese a todas las limitaciones
que se les pueda endilgar (y muchas de ellas ganadas a pulso). El PAN está demasiado debilitado para
constituir una oposición significativa. La verdadera
resistencia: el boicot parlamentario, la protesta organizada en redes, las
movilizaciones en la calle, procederán de la izquierda.
Todavía es pronto para saber cual va a ser
la línea de acción del EZLN durante el sexenio de Peña Nieto. Los comunicados
del Subcomandante Marcos son aún demasiado esotéricos para desprender una
estrategia concreta. Pero no dejan duda de que el movimiento zapatista quiere
convertirse en un actor político. Para algunos jóvenes críticos del status quo
y que desconfían de los partidos orgánicos, las convocatorias que se lancen
desde la Selva Lacandona pueden ser una vía para expresarse políticamente.
Por su parte, las relaciones entre Morena y
PRD (con todo respeto, nunca he creído que PT y Convergencia sean algo más que
membretes institucionales) serán un tema delicado a lo largo de los próximos
años. Pero me parece que las dos vías son válidas y se necesitan. Una izquierda
moderada capaz de influir en los procesos legislativos e introducir temas en la
agenda oficial es necesaria en una sociedad que aspira a la democracia.
Pero también necesitamos un partido radical,
capaz de salir a la calle y de elevar
la factura política a las élites que gobiernan cada que estás
sucumban a las tentaciones autoritarias. Y creo que habrá muchas de esas
tentaciones.
El gran riesgo de tener varias opciones en
la izquierda es que las distintas corrientes se rompan la cara unas a otras. Desde
luego que es de esperar una rivalidad política, toda vez que compiten por
militantes que simpatizan con la agenda de la izquierda. En momento
electorales, incluso, Morena y PRD se disputarán los votantes de este sector
ideológico.
Pero una cosa es competir en el mismo
mercado político y otra canibalizarse. La izquierda tiene la preocupante
tendencia a considerar que el enemigo frontal está en su misma trinchera y
actúa en consecuencia.
El propio Marcos ha sido particularmente
crítico en contra de López Obrador y del PRD, en ocasiones con mayor
severidad en el trato hacia éstos que hacia el PRI. Y, por su parte, la
inclinación de las tribus perredistas y ex perredistas a tirarse mutuamente a
la yugular ya es legendaria.
Y con todo, me parece que la presencia de
tres actores políticos nacionales en la izquierda es una buena noticia. Ofrece tres motores distintos para
canalizar la contestación política frente al regreso del PRI.
Con una adecuada oposición, el entramado institucional ofrece su mejor versión.
Sin una buena oposición los sectores
gobernantes confunden su mandato con el poder absoluto y patrimonial. Y de eso
al autoritarismo sólo hay un paso.
La calidad y fuerza de la oposición es clave
para la democracia. Y nos guste o no, en este momento la única oposición real
sólo puede proceder de la izquierda. ¿O no?
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