21 enero, 2013

Presidente Obama: ponga alto a deportaciones



Si el presidente Barack Obama quería demostrar a sus adversarios políticos que no es débil ante la inmigración indocumentada, ya lo ha logrado con creces. Obama ha pasado a la historia como el mandatario que más indocumentados ha deportado.
En su primer periodo, Obama deportó a 1.5 millones de indocumentados. De esas deportaciones, más de 400 mil se llevaron en su cuarto año de gobierno. Ha roto el récord de deportaciones al tiempo que sigue hablando de la necesidad de una reforma migratoria integral.


El mandatario ha expresado que su deber es hacer cumplir la ley. Sin embargo, el presidente tiene la autoridad para ordenar una moratoria a las deportaciones, sobre todo ahora cuando se espera que presente una iniciativa para una reforma migratoria una vez que tome posesión de su cargo por segunda ocasión.
Una moratoria a las deportaciones impediría que más familias inmigrantes sean separadas. Un alto porcentaje de los deportados son indocumentados que no han cometido un delito serio. Obama debe poner un alto a las deportaciones mientras el Congreso debate la iniciativa de reforma migratoria.
El presidente está plenamente consciente del daño y el dolor que las deportaciones masivas han provocado en la comunidad inmigrante. Lo ha admitido públicamente. De hecho, ordenó que las autoridades inmigratorias aplicaran un criterio más humano a la hora de considerar a quién se deporta.
Nadie se opone a la inmediata deportación de asesinos, violadores, asaltantes, narcotraficantes y otros criminales. Sin embargo, la deportación de indocumentados que fueron detenidos por pasarse un alto o por alguna otra ofensa menor provoca inmenso daño a la comunidad hispana.
En las pasadas elecciones, quedó abundantemente claro que el tema de inmigración es una prioridad para los latinos. La razón es evidente. Todos conocemos o somos familiares de alguien que es indocumentado.
El candidato republicano a la presidencia, Mitt Romney, perdió el voto de los latinos cuando se le ocurrió sugerir que los indocumentados se autodeportaran y declar que las leyes férreas y discriminatorias de Arizona son un modelo a seguir para la nación en materia de inmigración. Los votantes latinos dimos el triunfo en las urnas a Obama en las pasadas elecciones en gran medida por las posturas retrógradas de Romney y los republicanos respecto a cómo lidiar con los 11 millones de indocumentados que viven entre nosotros.
El lunes 21 de enero, el día de la toma de posesión de Obama, familiares de deportados van a demandar una moratoria a las deportaciones en una manifestación en la Plaza Daley de Chicago. Debemos unir nuestras voces a la demanda justa de poner un alto a las deportaciones.
Obama no debe seguir deportando indocumentados cuando sabe muy bien que la inmigración ilegal se encuentra a sus niveles más bajos. Esa ola amenazante que los antiinmigrantes han pintado ha pasado a la historia; si es que alguna vez fue una realidad. De hecho, el flujo de inmigrantes indocumentados mexicanos -que son la mayoría- ha descendido a niveles bajos históricos.
Desde que era senador federal por Illinois, Obama ha mantenido que una reforma migratoria no podría ocurrir sin que hubiera seguridad en la frontera para controlar el flujo de indocumentados. Ese objetivo se ha logrado.
Los inmigrantes han dejado de venir no sólo por la recesión económica, sino también porque el gobierno federal ha gasto miles de millones de dólares en pertrechar la frontera. Un estudio reciente reveló que Estados Unidos gasta más en aplicar la ley de inmigración que en el presupuesto combinado de las principales agencias federales anticrimen, según un informe divulgado por el Instituto de Políticas de Migración.
Otros factores que contribuyen a la diminución en el flujo migratorio son la amenaza que representan los cárteles de la droga en la franja fronteriza mexicana. Asimismo, en las últimas décadas, se ha registrado una disminución considerable en el número de hijos que tienen las madres mexicanas. Esto ha propiciado mayores oportunidades laborales para los mexicanos. Al mismo tiempo, ha habido mejoras en su calidad de vida. El viaje al norte es ahora menos atractivo.
Obama tiene en su poder poner un alto a las deportaciones. Una decisión ejecutiva de tal naturaleza no requiere de la aprobación del Congreso. Ya lo hizo con los jóvenes denominados "dreamers".
Ya basta de deportaciones, Sr. Presidente.

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