Venezuela: ¿Sí será que resucita? – por Salud Hernández-Mora

Por si alguien tuvo dudas de por qué Hugo Chávez se fue a tratar a Cuba, ya se las despejaron: imposible encontrar otro régimen dictatorial en este hemisferio que oculte la verdad con tanta perfección y avale las mentiras con mayor desenvoltura.
Puede pasar de todo. Que se muera, que resucite, que siga moribundo un tiempo, que deje este mundo y hagan como que sigue vivo, que regrese rozagante a Caracas. Con un sátrapa amparado en el hermetismo de una despreciable dictadura bicéfala y de unos esbirros en estado de pánico, nada es imposible.


También el jueves 10 hay un abanico de opciones. Que nadie tome posesión y alarguen la vigilia. Que aparezca el dictadorzuelo en la Asamblea como si nada y se embuta la banda presidencial. Que haga eso mismo en su embajada en La Habana. Que Maduro asuma en condición de ‘vice’ en espera del líder supremo o, la menos probable, que se cumpla la Constitución bolivariana que se inventó quien se creyó imperecedero, y se encargue del gobierno a Diosdado hasta nuevas elecciones.
Si tuviera que apostar, me la jugaría por la que propuso la presidenta del Tribunal Supremo chavista: que aguarden el regreso del dicta-comandante y sigan mirando a la isla en espera de instrucciones.
Por si alguien tuvo dudas de por qué se fue a tratar a Cuba, ya se las despejaron: imposible encontrar otro régimen dictatorial en este hemisferio que oculte la verdad con tanta perfección y avale las mentiras con mayor desenvoltura. Chávez, que como todo iluminado jamás pensó que la muerte pudiera siquiera rozarle, no buscó médicos en La Habana, sino lacayos mudos.
Tal vez Fidel Castro no fuera su esbirro en los primeros años chavistas, pero ahora encarna el papel sin pudor alguno, puesto que necesita los petrodólares del coronel casi más que este su cobertura.
Y si fuera cierto que Hugo Chávez desaparece de la escena política, se avecinan tiempos turbulentos para el país vecino. Por mucho que quieran, las dictaduras rara vez se heredan. Si sigue Raúl es porque Fidel vive, pero, en cuanto muera, el engendro castrista quedará aplastado por un vendaval democrático que soplará desde Florida.
Maduro no tiene el carisma del coronel y hay demasiados jefes de la esfera chavista ávidos de poder, incluido Diosdado, que no lo aceptarán fácilmente. Una cosa es el incontestable liderazgo del dictador y otra bien distinta el de sus peones.
Pocas veces un sátrapa se rodea de personajes de peso, y Chávez no fue una excepción. Poco a poco alejó de su lado a los que se destacaban en sus primeros años de gobierno para conformar una corte de mediocres serviles, de los que solo espera obediencia ciega.
Pero no será fácil para la oposición ganar unas elecciones en un entorno hostil, donde el chavismo más rastrero y desesperado saldrá a defender sus privilegios al precio que sea. En todo caso, sin Chávez hay luz al final del túnel, una esperanza de que Venezuela regrese al Estado de Derecho, así sea a mediano plazo.
Cuando ocurra, Colombia podrá contar con un buen socio comercial y una nación que le ayude a combatir el terrorismo. Ya sé que Santos está convencido de que sin Chávez su proceso de paz agonizaría, pero se equivoca. Sin el santuario venezolano y con el cubano ad portas de cerrarse, la vida de los miembros del Secretariado se complicará y podrían verse más forzados que nunca a negociar una salida.
Y con Chávez fuera de escena, ¿se imaginan lo pequeño que se vería Ortega? O Evo o Cristina. Tal vez comenzaría una era donde se dieran más Dilmas que Cristinas, y más Bachelets que Ortegas, incluso Correa perdería fuerza. No digamos los Castro. Sin el suero chavista, su existencia se acortaría.
NOTA. Vergonzoso informe del Dane sobre la pobreza, no solo por su manera de medirla y disimularla, sino por los elevados porcentajes de miseria. Es tan dramático como las cifras frías de la guerra; millones de colombianos con vidas espantosas. No hacemos suficiente para remediarlo.