“Para a los consumidores más pobres hay que
modificar el tercer fin de la Cruzada Nacional contra el Hambre,
sustituyendo la palabra producción por oferta.”
Arturo Damm
La Cruzada Nacional contra el Hambre pretende acabar con el hambre, terminar con la desnutrición, aumentar la producción de alimentos, evitar la pérdida de cosechas, y propiciar la participación social en el combate contra el hambre o, dicho de otra manera, en la lucha a favor de la riqueza, para lo cual resulta indispensable (subrayo: indispensable) que el tercer objetivo de la Cruzada, aumentar la producción de alimentos, sea sustituido por aumentar la oferta de alimentos, porque el objetivo no debe ser, únicamente, aumentar la oferta de alimentos, para lo cual el aumento en la producción interna de alimentos puede bastar, sino ofrecer alimentos al menor precio posible, para lo cual resulta indispensable permitir, sin ningún lastre u obstáculo (subrayo: sin ningún lastre u obstáculo) la importación de alimentos, importaciones que deberán competir con la producción nacional, lo cual traería tres consecuencias positivas, indispensables para el progreso económico.
Primera: alimentos más baratos y, por lo tanto, mayor consumo, sobre todo de parte de los pobres, que son quienes deben consumir más. Segunda: más competencia y, por lo tanto, mayor competitividad (capacidad para hacerlo mejor que los demás, sobre todo en materia de precio) de los productores nacionales de alimentos que sean capaces de, en base a productividad (capacidad para hacer más con menos), lograr esa mayor competitividad. Tercera: desaparición de los productores nacionales de alimentos menos productivos y menos competitivos y, por ello, liberación de todos esos factores de la producción, comenzando por el trabajo, que deberán de emplearse en actividades económicas más productivas y más competitivas, todo lo cual, dado que el problema económico de fondo es la escasez (no todo alcanza para todos, y menos en las cantidades que cada uno quiere), apunta en la dirección correcta, sobre todo a favor de los pobres, que pueden beneficiarse de doble manera: con mercancías ofrecidas a menor precio y con trabajos más productivos, binomio que es el correcto: más ingreso y menores precios; binomio que beneficia más a quienes más lo necesitan: los pobres.
Para conseguir tales beneficios hay que modificar el tercer fin de la Cruzada Nacional contra el Hambre, sustituyendo la palabra producción por oferta, producción que siempre se refiere a la nacional, oferta que puede estar compuesta tanto de producto nacional como extranjero, composición que dependerá de la competitividad de unos –los productores nacionales– y de otros –los productores extranjeros–, competitividad que, traducida en menores precios, mayor calidad y mejor servicio –la trilogía de la competitividad– siempre beneficia a los consumidores, que somos todos, y sobre todo a los consumidores más pobres, que en México siguen siendo muchos.
Si, como lo señaló Peña Nieto, la Cruzada no es un programa asistencialista más, entonces deben darse las condiciones para que cada quien, a partir de la generación individual del ingreso, y no de la redistribución gubernamental del mismo, pueda satisfacer sus necesidades, para lo cual conviene que los precios sean los más bajos posibles, para lo cual hay que liberar, total y definitivamente, la importación de alimentos.
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