mikel ayestaran
Los seguidores del régimen se echaron a las calles para respaldar las palabras del Líder Supremo contra la negociación bilateral con Washington
En las calles de Teherán se escuchó con más fuerza que
nunca el grito de «¡Muerte a Estados Unidos!». El 34 aniversario de la
revolución islámica se convirtió en una muestra de apoyo masivo a las
últimas declaraciones del Líder Supremo que cerraban cualquier opción de
diálogo directo con Washington. Por encima de cualquier opción
diplomática, Alí Jamenei se declaró «revolucionario» y sus mensajes son
órdenes en el país asiático. Después de que a lo largo de la semana el
vicepresidente estadounidense Joe Biden abriera la puerta a contactos
bilaterales y de que el ministro de Exteriores, Alí Akbar Salehi, se
mostrara «optimista» ante los nuevos tiempos en Washington,
Jamenei sacó a relucir todo su poder para borrar de los planes de sus
políticos cualquier opción de acercamiento al ‘Gran Satán’. No
parece que los nombramientos de John Kerry como secretario de Estado o
Chuck Hagel como responsable de Defensa vayan a terminar con más de tres
décadas de ruptura diplomática.
Los iraníes leales al sistema se echaron a las calles de las principales ciudades y el epicentro de la celebración nacional fue la plaza Azadi (libertad) de Teherán donde
«millones de personas» y «2.700 periodistas y fotógrafos de Irán y el
extranjero», según los medios oficiales, participaron en el mitin
central protagonizado por Mahmoud Ahmadineyad. Fue
el último baño de masas para un presidente que no podrá presentarse a
la reelección el próximo 14 de junio porque la ley no le permite un
tercer mandato consecutivo. No era el día para asuntos
domésticos, el presidente dejó a un lado las graves diferencias internas
que vive la cúpula del régimen y se centró en lanzar un aviso a la
comunidad internacional y a los miembros del Grupo del 5+1 –Estados
Unidos, Rusia, Reino Unido, Francia, China y Alemania- con los que el
próximo 26 de febrero se retomará el diálogo nuclear en Kazajistán.
«Los enemigos están haciendo todo tipo de esfuerzos para
evitar nuestro progreso, pero no tienen éxito», declaró Ahmadineyad en
referencia a las sanciones impuestas por Naciones Unidas, Estados Unidos y la Unión Europea que están asfixiando a la economía iraní,
especialmente tras el bloqueo de su petróleo en verano. «No existe el
poder que pueda amedrentar a nuestra nación y no pensamos retroceder un
milímetro en lo que consideramos nuestros derechos básicos», alusión
directa al enriquecimiento de uranio que Irán es capaz de realizar a un
20 por ciento, lo que despierta las sospechas por parte de Occidente que
piensa que el programa nuclear podría esconder fines bélicos.
Desde su llegada al poder en 2005 cada aniversario de la
revolución encabezado por Ahmadineyad ha estado marcado por anuncios
sobre los avances científicos del país, en esta edición el protagonismo
ha recaído en las centrifugadoras de última generación
que, como Irán adelantó por carta hace semanas a la Agencia
Internacional de la Energía Atómica, ha comenzado a instalar en la
planta de Natanz. Junto al programa nuclear, la era Ahmadineyad está
caracterizada también por los avances en la carrera espacial y coincidiendo con este aniversario la república islámica envió un mono al espacio y anunció que antes de 2020 espera enviar al primer ser humano.
El propio Ahmadineyad, ante las dudas generadas por medios occidentales
acerca del viaje espacial del mono, se presentó voluntario para ser el
primer iraní en volar en un cohete fuera de la Tierra. La importancia de
los avances tecnológicos se plasmó también en la decoración del lugar
elegido para el discurso central de la jornada donde se podían ver,
según la cadena oficial en español HispanTV, «maquetas del avión de
combate iraní 'Qaher 313' y de la sonda espacial 'Pishgam'. Ambos de
fabricación nacional».
Desde el exilio parisino, opositores como Housang Asadi,
siguieron muy de cerca una celebración en la que «ocurrió lo que
esperábamos después de las palabras de Jamenei contra el diálogo. Aunque
algunos políticos quieren iniciar un acercamiento, mientras el Líder se
mantenga en el poder no habrá cambios y el país va directo a una
especie de estado talibán, pero chií», denuncia el periodista y autor de
‘Cartas a mi torturador’.
Revolución islámica
Las primeras manifestaciones contra el Shá comenzaron en
junio de 1978 y a partir del verano de ese año comenzaron las huelgas
generales que paralizaron el país. El dirigente abandonó Teherán
mediados de enero de 1979 y dos semanas después llegaba el Imam Jomeini
desde el exilio. El regreso del líder religioso precipitó los
acontecimientos y el débil gobierno dejado por el Shá cayó
definitivamente el 11 de febrero incapaz de hacer frente a las milicias
revolucionarias y a las manifestaciones diarias. Así empezó una historia
que los actuales dirigentes piensan se ha convertido en modelo para la «primavera árabe», que en Irán llaman «despertar islámico».
En el tradicional encuentro con la prensa con motivo del aniversario
revolucionario, el Embajador en Madrid, Morteza Natanzi, aseguró que
«las elecciones que han seguido a las caídas de las dictaduras
demuestran que el pueblo desea el retorno a los valores islámicos.
Fuimos la primera revolución inspirada en la ética y la moral religiosa y
34 años después eso ha sido el ejemplo para los árabes».
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