11 febrero, 2013

¡Yo sospecho!



¡Yo sospecho!



Invariablemente nos han mentido, nos mienten y nos mentirán. Nuestros gobiernos piensan que la ciudadanía está integrada por menores de edad incapaces de administrar la realidad





Todo es sospechoso, o mejor dicho, todo es mentira.  
¿Ejemplos? No, no es cierto que la explosión en Pemex haya sido un simple accidente. No existen los accidentes, pero sí existen los embustes.  
Por supuesto que se trató de un atentado criminal, pero, como siempre, nos quieren dorar la píldora. A saber cuál de todas las tesis es la verdadera. Invariablemente nos han mentido, nos mienten y nos mentirán. Nuestros gobiernos piensan que la ciudadanía está integrada por menores de edad incapaces de administrar la realidad. 




¿Quién va a creer que la Cassez, una asesina, secuestradora, fue liberada porque se impuso finalmente la justicia en México? ¡Qué va...! A esa salvaje, se dice, la soltaron a cambio de que le devolvieran al pillazo de Montiel sus bienes embargados en Francia. Los ministros de la Corte acataron las órdenes de Hollande, el presidente galo. ¿Cuál justicia? Claro que López Obrador no se excedió en los gastos de campaña. 



Los consejeros del IFE, sobornados por Peña, quieren desprestigiar a un mexicano químicamente puro de quien se dice que le encontraron una cuenta con mil millones de pesos. Falso, y si se los encontraron fue por una herencia materna...



Todos son golpes por la espalda entre nosotros, como si integráramos un país de traidores.



Los árbitros del futbol mexicano, ¿no están tan vendidos como los periodistas que reciben embutes? Aquí no se salva nadie, y no es porque yo esté amargado, sino que todo es un cochinero, vivimos en una cloaca inmunda. 



¿Quién va a creer que Aburto fue un asesino solitario de Colosio, cuando este tenía un orificio de bala en la cabeza y otro en el estómago y, además, de diferente calibre…? ¿No nos dijeron en la escuela que León Toral asesinó de 3 balazos a Obregón y años después se conoció una necropsia que reflejaba la existencia de 19 orificios de bala de diferentes calibres y trayectorias? 



¿A quién le creen los mexicanos? ¿Al sacerdote, al maestro, al político al comentarista de radio y televisión? ¿A quién? ¿A Marta Sahagún? ¿A la Gordillo? ¿Al cardenal...?



Lo verdaderamente grave de todo esto es que los mexicanos ya no creemos en nada ni en nadie. La mula no era arisca... Estamos sepultados en el pozo del escepticismo. 



Sí hay periodistas honrados, como hay políticos honrados, curas, maestros y mexicanos con un alto sentido del honor, solo que no creemos que existan porque deben estar sometidos a sospechas: nadie se mueve ni opera salvo por consignas.



Todos le pertenecemos a alguien, nadie es libre, nadie es inocente, todos tenemos un muerto en el closet, todos somos culpables, todos somos unas marionetas que pasamos el tiempo escondiendo los hilos de quien nos opera desde las alturas.



Somos especialistas en la conjugación de verbo sospechar: yo sospecho,  tú sospechas, él sospecha, nosotros sospechamos, vosotros sospecháis, ellos sospechan, en fin, todos sospechamos porque siempre hay una verdad oculta con la que nos engañan... ¡Pobres de nosotros que caminamos a la deriva en el mundo de las tinieblas! 



Oímos voces de todos lados y no sabemos a dónde dirigirnos ni a quién seguir. Todos son malos. ¡Ay, de nosotros, ay, ay, ay...! ¡Qué difícil gobernar un país en el que el rumor, por estúpido que sea, tiene más validez que la verdad! Escondan el espejo negro de Tezcatlipoca...


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