De Morgen
Bruselas
En muchas ocasiones al gran vencedor de las
elecciones italianas se le califica de populista. Pero en Europa, esta
categoría política cuanto menos imprecisa adopta perfiles muy distintos,
como recuerda el historiador belga Marnix Beyen.
La aplastante victoria de Beppe Grillo en Italia ha reavivado los debates sobre la polémica noción de "populismo". En este diario, el cronista Bert Wagendorp dio a entender que Grillo, “a diferencia de populistas como Bart De Wever [en Bélgica], Geerts Wilders [en Países Bajos] y Berlusconi” no ha salido de partidos políticos existentes. En otras palabras, al ser una figura "externa", Grillo no parece formar parte de la gran familia populista. Al realizar esta afirmación, Wagendorp olvida la importancia de la ideología en la definición del populismo. Porque, según la definición ideológica, Grillo es casi el prototipo de un populista: alguien que presenta a la clase política como el enemigo del pueblo “de verdad”.
En el otro extremo de esta variedad política se encuentra el concepto de que el pueblo está constituido por la suma de millones de ciudadanos libres, con sus propias aspiraciones y proyectos, que no deben limitarse con reglas y leyes superfluas. Un populismo que se defina íntegramente por la primera interpretación étnica de la noción de “pueblo” se puede calificar de fascista. Si se basa en el segundo concepto, es más bien un populismo libertario.
Por su parte, Geert Wilders, ha destacado de un modo más contundente la faceta libertaria del populismo en el nombre de su partido, el Partido por la Libertad. A esta faceta responde la actitud positiva del partido hacia la homosexualidad, como parte de una herencia ilustrada. Sin embargo, la noción de “nuestro Países Bajos” se representa como una unidad mística, que debe proteger al país contra “la Bruselas de los demás partidos políticos” y “el ascenso del islam”.
El partido húngaro Fidesz también presenta una ambigüedad similar. Si bien el nombre del partido era originariamente una abreviatura de Jóvenes Demócratas Libres, ahora sólo remite al término latín [fides], fidelidad. Los gitanos húngaros, entre otras minorías, experimentan a diario las consecuencias de esa fidelidad a los “verdaderos” valores húngaros.
Esta clasificación también plantea la siguiente pregunta: ¿dónde se sitúa Bart De Wever en esta gama? Como es evidente, es heredero de una tradición que defendía una variante étnica del nacionalismo. De momento, De Wever aún no coloca banderitas con el león flamenco en las placas de las calles de su propia ciudad, [Amberes], pero demuestra que desea fundar de nuevo su población hasta crear una comunidad más o menos homogénea con unas sólidas fronteras externas.
Gracias a la historia comunitaria, De Wever no se ve obligado a venderse como populista. Puede definirse como el ejecutor de un proceso de formación de un Estado inacabado y no como el portavoz del pueblo contra una clase política corrupta.
La aplastante victoria de Beppe Grillo en Italia ha reavivado los debates sobre la polémica noción de "populismo". En este diario, el cronista Bert Wagendorp dio a entender que Grillo, “a diferencia de populistas como Bart De Wever [en Bélgica], Geerts Wilders [en Países Bajos] y Berlusconi” no ha salido de partidos políticos existentes. En otras palabras, al ser una figura "externa", Grillo no parece formar parte de la gran familia populista. Al realizar esta afirmación, Wagendorp olvida la importancia de la ideología en la definición del populismo. Porque, según la definición ideológica, Grillo es casi el prototipo de un populista: alguien que presenta a la clase política como el enemigo del pueblo “de verdad”.
Algunas formas de populismo son fascistas
Por la misma razón ideológica, Grillo no se puede definir sencillamente como un populista. De hecho, el populismo es un fenómeno que adopta múltiples formas y que puede surgir de interpretaciones muy distintas del “pueblo”. En teoría, se pueden distinguir dos posiciones extremas. Por una parte, se puede representar al “pueblo” como una unidad metafísica y moral que sigue presentando las mismas características a lo largo de los siglos. Este pueblo debe protegerse de los enemigos del extranjero y de las influencias extranjeras y puede estar encarnado por un líder carismático.En el otro extremo de esta variedad política se encuentra el concepto de que el pueblo está constituido por la suma de millones de ciudadanos libres, con sus propias aspiraciones y proyectos, que no deben limitarse con reglas y leyes superfluas. Un populismo que se defina íntegramente por la primera interpretación étnica de la noción de “pueblo” se puede calificar de fascista. Si se basa en el segundo concepto, es más bien un populismo libertario.
La imagen ideal de un pueblo finlandés
Prácticamente todos los movimientos populistas actuales combinan aspectos de las dos variantes, aunque en dosis distintas. A juzgar por el nombre de su partido, podríamos deducir que los Verdaderos Finlandeses de Timo Soini se acercan más a la primera variante. En efecto, este partido político se basa en la imagen ideal de un pueblo finlandés que debe protegerse de las influencias extranjeras como el matrimonio homosexual, la lengua sueca y la inmigración norteafricana. Sin embargo, la movilización que realiza este partido alrededor de estos ideales y las medidas concretas que propone son demasiado moderadas como para ganarse la etiqueta de “fascista”.Por su parte, Geert Wilders, ha destacado de un modo más contundente la faceta libertaria del populismo en el nombre de su partido, el Partido por la Libertad. A esta faceta responde la actitud positiva del partido hacia la homosexualidad, como parte de una herencia ilustrada. Sin embargo, la noción de “nuestro Países Bajos” se representa como una unidad mística, que debe proteger al país contra “la Bruselas de los demás partidos políticos” y “el ascenso del islam”.
El partido húngaro Fidesz también presenta una ambigüedad similar. Si bien el nombre del partido era originariamente una abreviatura de Jóvenes Demócratas Libres, ahora sólo remite al término latín [fides], fidelidad. Los gitanos húngaros, entre otras minorías, experimentan a diario las consecuencias de esa fidelidad a los “verdaderos” valores húngaros.
A favor de una “democracia electrónica”
El Movimiento 5 Estrellas de Grillo se inscribe mucho más en la tendencia libertaria de la gama populista que los movimientos mencionados anteriormente. Es cierto que su blog y sus discursos están repletos de referencias a la Italia eterna que por fin se acerca a la resurrección, pero al mismo tiempo se muestra alérgico a los excesos hipernacionalistas, como los de Timo Soini y Viktor Orbán. También es cierto que se erige como abogado de la necesidad de poner límites a la inmigración, pero no basa esta postura en la islamofobia ni en el temor a perder los valores italianos. Su alegato a favor de la "democracia electrónica" dice mucho en este sentido. En lugar de desfilar tras los líderes o los símbolos, [opina que] los italianos deben hacerse escuchar masivamente a través de Internet.Esta clasificación también plantea la siguiente pregunta: ¿dónde se sitúa Bart De Wever en esta gama? Como es evidente, es heredero de una tradición que defendía una variante étnica del nacionalismo. De momento, De Wever aún no coloca banderitas con el león flamenco en las placas de las calles de su propia ciudad, [Amberes], pero demuestra que desea fundar de nuevo su población hasta crear una comunidad más o menos homogénea con unas sólidas fronteras externas.
Gracias a la historia comunitaria, De Wever no se ve obligado a venderse como populista. Puede definirse como el ejecutor de un proceso de formación de un Estado inacabado y no como el portavoz del pueblo contra una clase política corrupta.
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