por Axel Kaiser
Axel Kaiser es Director Ejecutivo de la Fundación para el Progreso (Chile).
Hace unos meses, la Bundesbank anunció que exegiría la repatriación del oro
que mantiene en depósitos en Nueva York, Paris y Londres y que lo
sometería a peritajes para verificar su pureza. Muchos han intepretado
esta medida como una clara señal de pérdida de confianza de los alemanes
en el sistema monetario internacional basado en el dólar. Vladimir
Putin ha seguido el mismo camino convirtiendo a Rusia en el mayor
comprador de oro en el mundo. La razón la explicó el legislador Evgeny
Fedorov hace pocas semanas: "mientras más oro posee un país mayor
soberanía tiene si hay un cataclismo con el dólar, el euro, la libra o
cualquier moneda de reserva".
El temido colapso del dinero papel, que los economistas de la escuela austríaca
advirtieron hace tiempo, ya no es un tema tabú. Incluso expertos del
mainstream —esos que no vieron la burbuja inmobiliaria— han comenzado a
reconocer la inviabilidad del sistema actual y la necesidad de pensar en
una alternativa que ponga freno a la voracidad inflacionista de
gobiernos y bancos centrales.
En diciembre de 2011, nada menos que el Banco de Inglaterra, publicó
un estudio titulado "Reforma del sistema monetario y financiero
internacional" ("Reform of the International Monetary and Financial
System") el cual concluyó que bajo el padrón cambio oro o "gold exchange standard" (1948-1972) el crecimiento económico anual per cápita del mundo fue sustancialmente mayor que en la época del dinero papel (1972-2011), que la inflación
fue más baja y las crisis bancarias y financieras menos comunes. En
palabras de los autores del informe, comparado con el padrón cambio oro
de Bretton Woods, el sistema actual de dinero papel, "en promedio ha
coexistido con crecimiento económico global más lento y volátil,
contracciones económicas más frecuentes, inflación más alta y volátil,
desequlibrios de balanzas de pagos más grandes y crisis bancarias,
monetarias, y defaults externos más frecuentes".
El banco central inglés, por cierto, no es el único que ha reconocido
las virtudes del oro y la urgente necesidad de reformar el sistema
monetario internacional. El profesor Lawrence White, por ejemplo, sostiene que un sistema de banca libre con padrón oro
ofrece mayor estabilidad y elimina la manipulación que los bancos
centrales hacen del dinero en beneficio del sector financiero.
En la misma linea, el premio Nobel de economía Robert Mundell ha
defendido las virtudes el padrón oro advirtiendo que en el siglo XXI el
oro será parte del sistema monetario internacional (1997). El mismo
Mundell sostuvo el año 2011, en una entrevista en Bloomberg, que la
solución para el euro y el dólar era el padrón oro, explicando que "la
gran ventaja del oro es que no es un pasivo para nadie y no puede ser
impreso, por lo que tiene una fuerza y seguridad en que la gente puede
confiar". Esa confianza es el eje sobre el que descansa un sistema
monetario. Y hay esencialmente dos opciones sobre la cual fundarla: el
dinero papel respaldado por las promesas de políticos y banqueros
centrales, o el oro. No es difícil imaginar cuál terminará
prevaleciendo.
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