02 marzo, 2013

Elba Esther y la pérdida del equilibrio

Julio Faesler

Elba Esther y la pérdida del equilibrio
Con la aprehensión de Elba Esther Gordillo, coincidente con la reciente aprobación de la reforma en educación, el gobierno desea realizar el rescate de la rectoría de la política educativa nacional al que durante tantas décadas el Estado había renunciado.
El prendimiento en el aeropuerto de Toluca de la hasta entonces todopoderosa líder del magisterio mostró sin rodeos la fuerza bruta del Estado, al que no se reta impunemente.
La reforma educativa y las protestas multitudinarias a la misma, que Elba Esther anunció, montaron el escenario para una captura oportuna ejecutada con precisión profesional rara vez vista.


Queremos entender que por fin comienza la limpieza de todo el gran sistema de abusos y corrupciones  sindicales y su empleo con fines político-electorales que durante 70 años fue pilar indispensable que sostuvo el clásico régimen priista.
Tomamos nota de que el grupo financiero de la Secretaría de Hacienda, de tradicional cultura priista, no quiso entregarle al presidente Calderón este as de alto perfil político-electoral que hubiera fortalecido su administración. Poseedor de elementos cuidadosamente investigados, guardó el golpe calculado hasta el regreso al gobierno del partido de sus simpatías. Aun entendiendo esto, el proceso que por fin se inicia no debe detenerse.
La comparación con el quinazo no viene al caso. Hay que continuar el proceso enjuiciando a tantos líderes seccionales y regionales del sindicato de educación y que se beneficiaron del reinado de Elba Esther, como también a políticos y gobernadores. También hay un buen número de personajes en los gremios minero, eléctrico o petrolero que perseguir para que no terminemos en otro michoacanazo.
Dado el gran paso que la nación aplaude, puede empezar, libre ya de trabas perversas, la reforma educativa ahora constitucionalizada.  Hay temas específicos que hay que atender sin amedrentarse de previsibles resistencias provenientes de posiciones meramente ideológicas.
Hay que tener confianza en cientos de miles de maestros de base cuya entrega a su vocación es ejemplar, que han esperado décadas para sentir los respaldos materiales necesarios para su más eficaz docencia y que vieron que los multimillonarios recursos, producto de sus cuotas, sólo fluyeron a sus líderes como premios y regalos distribuidos por Elba Esther para comprometer lealtades.
Tapar las fugas financieras significará más dinero para dotar a los maestros con mejores equipos e instalaciones físicas más dignas.
Una reforma educativa realista y clara se traducirá en beneficios tangibles para los niños y estudiantes del país: extensión de horarios y desayunos escolares o incluso la  eliminación de cobros arbitrarios a los padres de familia. La necesaria evaluación de los rendimientos de los maestros que tanta resistencia callejera ha suscitado acabará por ser el mejor garante de sus derechos y seguridad en sus puestos.
La marejada de noticias y los interminables comentarios e interpretaciones en torno a la caída de la líder Gordillo no nos deben distraer del hecho de que están pendientes otros grandes temas nacionales que requieren inmediata atención: el combate al crimen organizado, cuya estrategia calderonista el nuevo Presidente de la República parece convalidar en los hechos, y el combate a la pobreza y al  desempleo.
Si toda la atención se centra en el encarcelamiento de Elba Esther Gordillo nos expondremos todos a una corta y pírrica victoria. Sólo un incidente más en nuestra historia.
Post data: Elba Esther perdió el equilibrio y fue el epítome de la moda de excesos en gustos en costosísima ropa, que la hicieron famosa por sus vestidos, bolsas y accesorios. Fue la caricatura de las señoras y hasta señores de sociedad que sienten orgullo en lucir ropa, zapatos y adornos, todos, desde luego, de marcas internacionales, como si las casas fabricantes les pagaran por así anunciarlas. ¿Querrán continuar haciéndolo?

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