07 marzo, 2013

La casa de Chávez

Análisis & Opinión

La casa de Chávez

Jennifer Cyr

Jennifer es PhD, Assistant Professor of Political Science and Latin American Studies, University of Arizona.

Ya pasó. Después de dos años de enfermedad, meses de especulación y semanas sin un líder constitucional claro. Hugo Chávez murió de forma súbita este martes en Caracas, Venezuela. Chávez hubiera sido presidente del país durante veinte años. Con su muerte ese periodo fue acortado, y el mandatorio se quedó con catorce años para revolucionar a Venezuela, cambiando en ese tiempo su Constitución, sus instituciones y hasta su nombre. Dada la importancia de Chávez para Venezuela, sería quizás tentador tratar a su muerte como un shock al sistema, una coyuntura crítica después de la cual ciertas decisiones supuestamente menores tendrían un impacto sobre la trayectoria futura del país. Creo que no será así. Al contrario, lo que le espera al país es mucho de lo mismo.
Los cambios instituidos luego de la adopción de la Constitución de 1999 por Chávez son para muchos bien conocidos. Se eliminó la cámara alta del Congreso y se cambiaron las reglas electorales (el aumento del malapportionment junto al sistema mayoritario) para que favorecieran a su partido. El poder judicial ahora está lleno de jueces “amigos” del gobierno, y el poder de las autoridades subnacionales (estatal y municipal) se encuentra vulnerable a las discreciones del ejecutivo nacional.
La burocracia estatal se llenó de sus partidarios y la empresa petrolera ha sido purgada de cualquier tecnócrata pro-Chávez. En cuanto a la infraestructura institucional venezolana, la huella de Chávez es grande y profunda.
Su impacto social ha sido impresionante también. Chávez implementó una gran variedad de programas sociales –las llamadas misiones bolivarianas– que han buscado promocionar mejoras en las áreas de educación, salud, alimentación, y hasta cultura y seguridad. Muy populares pero también muy caras, estas misiones difícilmente serán deshechas. Hasta el principal opositor de Chávez en la elección presidencial de 2012, Henrique Capriles Radonski, prometió mantenerlas (y hasta prometió también mejorarlas para democratizarlas y hacerlas más transparentes).
Chávez buscó cambiar el balance de poder en la región. Usó los extensos recursos petroleros del país para darles asistencia y subsidios a sus aliados, incluyendo a Cuba, Nicaragua, y Bolivia. Criticó frecuentemente al imperio del norte y trabajó para formar una alianza de países regionales que sirviera como contrapeso a los Estados Unidos. Su política exterior tuvo efectos materiales y simbólicos. Gracias a esto, su salida representará, sin ninguna duda, un golpe duro para la izquierda radical de América Latina. Muchos gobiernos, sobre todo el de Cuba y de varios países caribeños, llegaron a depender mucho de las grandes inversiones de Chávez en varios sectores, como el de energía y de infraestructura. Por otro lado, la promoción de una visión alternativa para las relaciones hemisféricas no puede ser exagerada. Su franqueza, junto a su posición poca diplomática frente a Estados Unidos, logró tener resonancia con muchas personas dentro y fuera de Venezuela.
Chávez tuvo resonancia con varios venezolanos que se sentían excluídos del antiguo sistema político venezolano(es decir, pre-1998). Apeló directamente a los pobres, con un mensaje de justicia social, y combinó a su populismo con políticas sociales que lograron fomentar tendencias positivas en la reducción de pobreza y analfabetismo. Muchos venezolanos hoy en día confirman que tienen mejor acceso a servicios de salud y educación.
De hecho, Chávez tuvo resonancia con varios venezolanos que se sentían excluídos del antiguo sistema político venezolano(es decir, pre-1998). Apeló directamente a los pobres, con un mensaje de justicia social, y combinó a su populismo con políticas sociales que lograron fomentar tendencias positivas en la reducción de pobreza y analfabetismo. Muchos venezolanos hoy en día confirman que tienen mejor acceso a servicios de salud y educación. Durante los meses que yo viví en Venezuela, hablé con ciudadanos que eran fuertemente pro pero también anti-chavista, y muchos de éstos reconocieron el rol que tuvo Chávez en extender los programas sociales a los pobres.
Muchos de estos recipientes, a su vez, se convirtieron en un grupo sólido y estable de partidarios “oficialistas.” Encuestas realizadas por el Proyecto de Opinión Pública Latinoamericana entre el 2006 y el 2012 muestran que el porcentaje de venezolanos que evaluó la gestión del presidente como “positiva” o “regular” era por encima del 70%. Las evaluaciones positivas vacilaron entre el 28% y casi el 50% durante el mismo periodo. A través de cuatro elecciones presidenciales (1998, 2000, 2006, y 2012), Chávez nunca recibió menos del 55% del voto. Una mayoría de los venezolanos votó por él en cada elección, a pesar de crecientes problemas en las áreas de infraestructura, delincuencia, y estabilidad macro y microeconómica.
¿Y la oposición? Los esfuerzos para destituirlo fueron, en el pasado, constitucionales e inconstitucionales. Más recientemente, el campo anti-chavista logró convertir a la gran diversidad de partidos políticos opositores, grandes y pequeños y también viejos y nuevos, en una institución unida. Fundada en 2008, la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) se volvía cada vez más sofisticada en su objetivo de armar una campaña coordinada que pudiera hacerle competencia a Chávez en las urnas. La candidatura de Capriles representó el esfuerzo más exitoso hasta el momento de ese intento.
A pesar de ganar a Capriles por unos diez puntos porcentuales, la victoria de Chávez de 2012 fue la más reñida de todas, que no quede ninguna duda. Reveló también las limitaciones de un proyecto opositor que era (y por el momento sigue siendo) unido exclusivamente por su anti-chavismo. La constelación de partidos que conforma a la MUD representa una gran diversidad ideológica y la mayoría de ellos sólo tiene fuerza electoral propia en el estado donde fue fundado. De los dos partidos opositores que tienen presencia nacionalizada, uno de estos –Acción Democrática (AD)– tiene vínculos inextricables con el periodo pre-Chávez, una etapa marcada por su bipartidismo, exclusividad y corrupción.
Frente a Chávez estos partidos lograron una unidad institucional y organizativa que podría haber sido suficiente como para vencerlo en el futuro. Ahora es muy probable que sus diferencias ideológicas, junto a las ambiciones personales y ciertos vínculos desagradables con el pasado, erosionen a la unidad que había hecho que Capriles saliera como una alternativa atractiva para muchos venezolanos.
El futuro de este campo anti-chavista está por ende, en duda. Los chavistas, por otro lado, podrían mantenerse como un tour de force político y social en el país. Después de catorce años de Chávez, el mandatorio ha dejado atrás un legado institucional, social, e internacional que difícilmente será superado. Igualmente importante, su memoria perdurará entre los venezolanos que se quedaron cautivados por la figura, declarando que amaban a Hugo Chávez. Si sus asesores más cercanos logran nutrir a esta pasión luego de su muerte está aún por verse.
El hecho de que Chávez mismo no quiso criar a nadie para sucederlo, y que hay también intereses conflictivos dentro de la coalición de apoyo de Chávez, no les ayuda mucho a sus sucesores. Sin embargo, dado los legados de Chávez, es muy probable que su impacto sobre el país exceda a su tiempo actual como presidente. La casa construida de Chávez es, por ahora, aún sólida.

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