La quiebra católica
Basta con visitar Londres o París para constatar la
debacle financiera y espiritual de la “Santa” Madre Iglesia Católica
En Piccadilly, en el corazón mismo de la ciudad, se
encuentran iglesias, antes dedicadas a la búsqueda suplicante de la divinidad,
para descubrir que después de haber sido bibliotecas, en la actualidad se han
convertido en bares muy concurridos por los londinenses.
Resulta curioso ingresar en estos, otrora refugios
espirituales de los feligreses, en donde se postraban de rodillas en busca de
consuelo, para encontrar que donde antes se hallaba el altar desde el que se
oficiaba la misa, hoy se encuentra decorado por más de 400 diferentes marcas de
whiskys producidos en el Reino Unido.
En Francia se localizan innumerables templos católicos en
los que, fundamentalmente en las noches, se puede asistir a conciertos y
recitales. Estas iglesias se sostienen gracias al cobro de los boletos de
entrada, así como a la venta de discos de los autores que realizan ahí sus
interpretaciones.
En otros templos, si bien es cierto que se advierte una
gran concurrencia de personas, esto se debe a la
visita de cientos de miles de turistas
deseosos de retratar construcciones góticas que hacen las veces de museos
conocidos en todo el mundo.
La inmensa mayoría de los visitantes no asisten a dichos
centros de peregrinaje católico para satisfacer necesidades espirituales, sino
para dejar su tarjeta de visita turística que no necesariamente implica la
captación de ingresos. En muchas de estas catedrales se empieza a cobrar la entrada, salvo que se trate de ingresar para
cumplir con las obligaciones religiosas,
caso en el que se les aparta a los creyentes, sin tener acceso a la
majestuosidad de las construcciones reservada para la catarata de visitantes.
La quiebra financiera, entonces, es evidente ante la ausencia multitudinaria de creyentes, según ocurre igualmente en la propia iglesia
latinoamericana, agredida comercialmente por sectas o corrientes protestantes
convencidas de la ineficiencia espiritual y material católicas. Las limosnas de
los fieles van a dar a “cajas de reptiles”, razón de más para apartarse de una
institución corrupta.
La Iglesia Católica se
ha hecho un daño profundo e irreparable, desde que ha ocultado delitos imperdonables de
sacerdotes, obispos y cardenales, que se han aprovechado de la inocencia de
menores de edad. Millones de fieles han caído sepultados en el escepticismo por
la putrefacción moral de su Iglesia y por la exhibición de diversos crímenes y
asesinatos, como el Papa Juan Pablo I y de la revelación de delitos financieros
en el Banco Ambrosiano.
Quien realmente sostiene al Vaticano son las gigantescas remesas de dinero enviadas de América Latina, todavía saturada de creyentes mayoritariamente
ignorantes y hundidos en la miseria material e intelectual, el mercado
espiritual idóneo para la expansión del catolicismo salvaje. El Papa Francisco
viene a visitar los países del cono sur para evitar la ruina financiera de su
Iglesia.
¿Cuándo veremos en México una Iglesia Católica convertida
en bar, con el conocimiento y consentimiento del clero, desesperado ante la
quiebra de sus finanzas?
He ahí solo una muestra evidente de las distancias insalvables
que espiritualmente nos separan de la Europa moderna.
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